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¿Podemos prevenir el suicidio?
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¿Podemos prevenir el suicidio?

Mientras que en los últimos 50 años se ha conseguido disminuir las muertes por cáncer, ictus y cardiopatías, las muertes por suicidio no solo no han disminuido, sino que siguen aumentando en todo el mundo

Foto: (istock)
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El suicidio es uno de los grandes problemas en salud mental, no solo por su prevalencia, sino por su impacto. Con relación a su frecuencia, los fallecimientos por suicidio representan más de 700.000 muertes al año en todo el mundo. En el grupo de edad entre los 15 y los 29 años, supone la segunda causa de muerte a nivel mundial y, en países como España, la primera.

El coste sanitario de este trastorno es terrorífico: el número de años de vida perdidos, que es uno de los parámetros utilizado para evaluar este coste, fue mayor el producido por el suicidio que por el covid, incluso durante el año 2020, cuando ocurrió la pandemia. También el coste económico es enorme: la suma de costes directos e indirectos del suicidio supone una pérdida anual de 150 mil millones de euros solo en Europa. O, por ejemplo, el coste económico para el sistema sanitario debido a los costes anuales de intervención por cada paciente con intento de suicidio que recibe tratamiento oscila entre 300 y 1.000 euros. Pero, en mi opinión, lo más importante es el devastador impacto psicológico del suicidio sobre todo para las familias, pero también para los profesionales sanitarios que les tratan y para las comunidades y sociedades en general.

Foto:  La ministra de Sanidad, Mónica García, junto a la Comisionada de Salud Mental, Belén González . (EFE/Javier Lizón)

El factor de riesgo más importante de muerte por suicidio es el haber realizado un intento de suicidio previo. El 20% de las personas que intentan suicidarse presentan un intento posterior. Y, junto a la población que consigue suicidarse, existe un grupo mucho mayor de personas que lo intentan y sobre la que habría que actuar: por cada muerte por suicidio se produjeron 20 intentos de suicidio. El otro gran factor al que va asociado el suicidio son los trastornos mentales, especialmente la depresión, pero también el trastorno bipolar, el consumo de alcohol y sustancias o la esquizofrenia. La heredabilidad del suicidio es de un 30-50%, similar a trastornos afectivos y de ansiedad, pero no se ha conseguido aislar genes claramente relacionados con esta conducta.

A pesar de los esfuerzos preventivos, no se ha conseguido una reducción significativa, lo cual es un fracaso de la ciencia. Mientras que en los últimos 50 años se ha conseguido disminuir las muertes relacionadas con el cáncer, el sida, el ictus, las cardiopatías y casi cualquier enfermedad conocida, las muertes por suicidio no solo no han disminuido, sino que siguen aumentando en todo el mundo a pesar de los diversos abordajes utilizados. ¿Cuál es la razón? Hay múltiples, pero quizá tres de las más relevantes son:

  1. Las intervenciones dirigidas a reducir el riesgo de suicidio dependen de la identificación eficaz de los pacientes de alto riesgo. Aunque se conocen múltiples de estos factores como la herencia, trastornos mentales, traumas infantiles o marcadores biológicos entre otros, no se ha conseguido desarrollar algoritmos que predigan el riesgo con suficiente precisión.
  2. Además, la mayoría de estos factores de riesgo están relacionados con suicidio a largo plazo, décadas después, pero lo que se necesita para poder actuar con éxito son predictores de riesgo en un plazo de días o semanas como máximo.
  3. Por último, y aunque parezca increíble, es difícil desarrollar criterios operativos para definir la conducta suicida, y muchos estudios usan criterios heterogéneos. Una de las razones por la que no existe suficiente evidencia sobre la eficacia del tratamiento y la prevención es porque apenas hay estudios en los que la diana terapéutica sea la conducta suicida como tal.
Foto: Viaducto de Segovia, en Madrid. (iStock)

En suma, pese a que el suicidio es un área de la salud mental especialmente relevante y de gran impacto socioeconómico, y en el que se ha invertido mucho dinero para su prevención, todavía queda un largo trecho para poder desarrollar estrategias terapéuticas y preventivas satisfactorias que consigan controlar esta plaga de las sociedades modernas.

El suicidio es uno de los grandes problemas en salud mental, no solo por su prevalencia, sino por su impacto. Con relación a su frecuencia, los fallecimientos por suicidio representan más de 700.000 muertes al año en todo el mundo. En el grupo de edad entre los 15 y los 29 años, supone la segunda causa de muerte a nivel mundial y, en países como España, la primera.

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