¿Cuándo envejecemos más deprisa? Estas son las edades críticas
Las personas de avanzada edad nos dicen que el paso subjetivo del tiempo se acelera con los años. Pero ¿envejecemos siempre a la misma velocidad? Nuevos datos nos confirman que hay puntos de inflexión en los que la edad biológica avanza más rápido
¿Es el ritmo de envejecimiento igual a lo largo de nuestra vida? La pregunta podría parecer trivial, pero su respuesta puede darnos información muy valiosa para diseñar estrategias antienvejecimiento. Sabemos gracias a los relojes epigenéticos que la edad biológica y la cronológica no tienen por qué coincidir; o que esa edad biológica es fluida y depende de nuestro estilo de vida.
Hay diferentes hipótesis que justifican que nuestro envejecimiento no siga una evolución lineal. Una de ellas es la teoría de la senescencia programada: a los 35-40 años ya empezamos a “sobrar” evolutivamente. Nos hemos reproducido y nuestros hijos también (al menos en el medio natural y como especie) y ha dado tiempo para cumplir con nuestra función (la hipótesis de los abuelos de la que ya hemos hablado).
Otro dato que apoya esta no linearidad es el paso de la “vida libre de enfermedad” a la fase de “vida en buena salud autopercibida” que tiene lugar a los 35-45 años de media. En la primera, todavía no tenemos diagnósticos relevantes en nuestra historia clínica. En segunda fase uno se siente bien o muy bien, aunque ya tiene algún diagnóstico en su historia clínica. Siguiendo con estas fases, el paso de la “vida en buena salud autopercibida” a “vida libre de discapacidad” está en torno a los 60 años. La vida libre de discapacidad se caracteriza porque subjetivamente, empiezas a no sentirte bien.
Estas fases de salud autopercibida subjetiva están relacionadas con una mejor o peor salud objetiva a través de diferentes actitudes y hábitos. Los que se sienten más jóvenes suelen por ejemplo socializar más, ser más activos físicamente y tener mejores marcadores de salud mental y general. Curiosamente esta percepción subjetiva de la propia edad tampoco evoluciona de manera lineal, con un punto de inflexión hacia los 60-65 años.
Por tanto, ya intuíamos que en torno a los 35-45 y 60-65 años ocurren cambios en el proceso de envejecimiento, ya sea por la teoría de la senescencia programada o por datos poblacionales epidemiológicos.
¿Qué nos dice el ADN?
Los relojes epigenéticos están suponiendo toda una revolución al permitirnos medir la edad biológica y compararla con la cronológica. Si bien todavía no son una prueba diagnóstica validada clínicamente, su uso en los laboratorios de investigación del envejecimiento y ensayos clínicos, está totalmente afianzado y estoy seguro que veremos alguno de estos relojes biológicos en la práctica clínica habitual en un futuro no muy lejano.
Estos relojes no solo permitirán comparar nuestra edad cronológica con la biológica, sino también conocer el ritmo de envejecimiento a través de herramientas como DunedinPace. En la web se pueden encontrar datos de “biohackers” que han medido este parámetro. En la actualidad lidera este ranking Daniel Lewis, con un índice de 0,62. Siendo el 1 la velocidad normal de envejecimiento esto significa que por cada año que pasa su edad biológica avanza el equivalente a unos siete meses y medio. Debo decir que el resultado de este mismo test a mis 60 años me dio un valor de 1,01, es decir, en el momento del estudio estaba envejeciendo un 1% más rápido que el paso del tiempo. Dicho esto, no me preocupa en absoluto, otros relojes biológicos distintos realizados en esa época me han dado edades biológicas de 60, 52, 48 y hasta de 20 años! Por tanto, todavía son relojes que no están muy bien afinados.
Más allá de esta curiosa competición, este tipo de mediciones abre la puerta a saber si el envejecimiento es o no lineal. Es lo que hicieron un grupo de investigadores encontrando cambios importantes en la metilación del ADN a dos edades diferentes: entre los 35 a 45 años y a los 60 años.
Resultados similares se encontraron en una muestra de mujeres, donde la treintena y la cincuentena marcan cambios importantes en el estado de salud. Este último estudio encontró además que la terapia hormonal de reemplazo, decelera varios relojes biológicos en las mujeres que recibían este tratamiento.
¿Cuándo envejecemos más deprisa?
Recientemente ha saltado a los medios un nuevo estudio de investigación que recopila datos de 108 participantes de entre 25 y 75 años de edad. Al igual que el mencionado estudio en mujeres, se ha medido la variación de numerosos marcadores moleculares del envejecimiento. Los resultados de este nuevo trabajo muestran cambios importantes hacia los 44 y los 60 años de edad cronológica.
Hacia los 40 años se encontró cambios relacionados principalmente con el metabolismo lipídico, del alcohol y la enfermedad cardiovascular, mientras que a los sesenta años los cambios impactaban más a la función inmune, renal, y el control glucémico.
Un hallazgo importante de este estudio es que de las miles de moléculas analizadas como marcadores, solo un 6,6% mostraron una variación lineal con la edad. Un 81%, sin embargo, siguió un patrón de variación no lineal, con picos alrededor de esos mencionados 44 y 60 años de edad.
El estudio tiene ciertas limitaciones tales como el tamaño de la muestra (108 individuos) o el periodo de seguimiento, pero apunta en la misma dirección que estudios previos como otro en el que de nuevo se encontró, en base a datos de proteómica, picos de aceleración a los 34, 60 y 78 años.
¿Qué utilidad tiene esto?
Por el momento contamos con estudios preliminares desarrollados principalmente en los últimos cinco años, pero todo apunta a que existen puntos de inflexión temporal en la velocidad de envejecimiento, en base tanto a relojes epigenéticos como marcadores metabólicos. El tiempo, y un mayor número de estudios y de muestras permitirán concretar aún más esas edades, pero todo apunta a los 40-45 y a los 60 años como críticos. Estas edades coinciden con las de mayor impacto en la población de las enfermedades más frecuentes. Disponer de una metodología para medir la velocidad de variación de los marcadores más importantes asociados a estas enfermedades nos permitirá anticiparnos y afinar aún más en la medicina preventiva personalizada y de precisión. Más allá de lo individual, ya se están aplicando estos marcadores de tasa de envejecimiento biológico a nivel poblacional. Un estudio reciente ha medido la velocidad de envejecimiento en 25 países y 31 etnias. Y ha encontrado que el reloj DunedinPace refleja adecuadamente el nivel socioeconómico de los países. Sabemos que uno de los principales determinantes de salud es el nivel socioeconómico, algo que ahora también confirman los relojes biológicos.
¿Es el ritmo de envejecimiento igual a lo largo de nuestra vida? La pregunta podría parecer trivial, pero su respuesta puede darnos información muy valiosa para diseñar estrategias antienvejecimiento. Sabemos gracias a los relojes epigenéticos que la edad biológica y la cronológica no tienen por qué coincidir; o que esa edad biológica es fluida y depende de nuestro estilo de vida.
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