El Ozempic como indicador de egoísmo en nuestra sociedad
Se comercializó para tratar la diabetes. Sin embargo, lo utilizan más quienes están preocupados por la estética. Un uso egoísta que perjudica a los diabéticos
A principios de año recibí en la consulta a X, un paciente de mediana edad que precisaba de una intervención quirúrgica (en concreto, la sustitución de una válvula aórtica). Dentro de nuestras recomendaciones preoperatorias se incluye la de perder peso, para que afronten la intervención de la mejor forma posible. A veces es difícil porque no da tiempo (nuestras cirugías no deben demorarse mucho) y porque algunos no creen que eso sea posible (llevan años intentándolo y no lo han conseguido, así que mucho menos lo harán ahora).
En el caso de X, cuyo índice de masa corporal le catalogaba como obeso, no solo entendía a la perfección la necesidad de bajar de peso, sino que ya llevaba tiempo intentándolo motu proprio (de hecho, ya llevaba unas semanas con una dieta indicada por el endocrino). Como X también es diabético, me contó que su endocrinóloga le había recetado Ozempic para controlar sus niveles de glucemia. También le había dicho que, además de sus efectos positivos contra la diabetes, le iba a permitir bajar de peso de cara a la cirugía. A mí me pareció estupendo, puesto que era matar dos pájaros de un tiro antes de la intervención: control de la glucemia y reducir volumen corporal son dos de los objetivos que persigue cualquier cirujano con voluntad de tener un resultado satisfactorio.
Cuál no sería mi sorpresa cuando X me dice que no hay Ozempic en las farmacias, que ha ido a todas las de su pueblo, la de las localidades colindantes e, incluso, en otras más distantes y que… nada. Que no es posible. Que no hay. Rotura de stock. En su farmacia le han prometido avisarle cuando llegue ese medicamento, u otros que le ha dicho la farmacéutica que son "primos hermanos". Pero que, de momento, a esperar. Que le ha apuntado en una lista de espera y que le llamarán. Vamos, que han hecho con él lo mismo que hacen los establecimientos que venden coches o relojes de lujo con aquellos que pretenden uno de estos artículos.
Mientras escuchaba a X notaba cómo subía la indignación por momentos. Si bien me imaginaba ya la respuesta, le pregunté si le habían dado alguna explicación al hecho de que el Ozempic estuviera agotado. "Pues parece ser que está muy demandado porque te hace adelgazar muy rápido", respondió él. "Me ha dicho el farmacéutico que ha oído que dicen que lo están comprando para revender en internet, o que lo compran en grandes cantidades en clínicas de estética", añadió.
Nuestro país es líder mundial en donaciones de órganos. No creo que haya un gesto de altruismo más increíble que una familia que dona un corazón de un ser querido que acaba de fallecer. Nuestra sociedad también hace gala de otros gestos de generosidad para sus conciudadanos. Ahora bien, cuando se trata de la grasa que cuelga de los flancos (ese michelín que nos avergüenza ante el espejo), cuando se emula a quienes venden en redes sociales los estándares de una belleza falsa y efímera, cuando unos grandes almacenes anuncian a toque de corneta la operación bikini, es, entonces, queridos lectores, cuando desaparece la concienciación social y los gestos de filantropía. Ahí, amigos, ni generosidad, ni beneficencia, ni civismo. Acudimos al Dr. Google y buscamos cualquier cosa que nos permita estilizar la figura al precio que sea (y no precisamente me refiero solo a cuestiones económicas), sin pensar siquiera si ese medicamento está indicado para otras personas que realmente lo necesitan.
Conocía el Ozempic porque, hace un par de años, en los inicios de su utilización como reductor de peso, un compañero de profesión me habló de sus "mágicos efectos". Si bien mi colega ya era conocedor de su verdadera aplicación, le había recetado a su suegra Ozempic para bajar de peso porque, esta, que estaba muy gorda, llevaba ya muchos e infructuosos años en la lucha contra el adipocito antiestético. Los resultados no se habían hecho esperar: en dos meses había perdido una cantidad de kilos escandalosa; tantos como los que yo hubiera perdido si hubiera hecho cinco tours de Francia seguidos (si se pudiera realizar tal gesta a mi edad sin sufrir el mismo número de infartos). Su entusiasmo era tal que hasta me recomendó que lo probara, circunstancia que me ofendió por partida doble: primero porque soy cirujano y a mí nadie me pincha sin necesidad (y menos un producto que no está indicado para el uso que se le está dando), y segundo porque su ofrecimiento llevaba implícita la posibilidad de que estuviera viendo en mí un potencial candidato.
Ha aparecido un mercado negro con precios disparatados y la venta de productos falsificados
El Ozempic (cuyo principio activo es la semaglutida) es un medicamento inyectable de la familia de los análogos de GLP-1. Son aquellos que se utilizan para el control de los niveles de glucemia [glucosa en sangre] en pacientes con diabetes tipo 2 que no consiguen buen control con dieta y ejercicio. Los ensayos clínicos también han mostrado que el fármaco disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares asociadas a la diabetes (ictus e infarto cardíaco) a largo plazo. Y también se ha observado que tienen la capacidad de reducir el peso del paciente diabético.
Como ya ha alertado la Agencia Europea de Medicamentos, Ozempic no está aprobado para perder peso estético y no deben utilizarse con ese propósito. Pero, da igual. Desde el año 2022 se ha visto un incremento en la demanda de este tipo de fármacos. Además, se han estado produciendo limitaciones para la capacidad de su fabricación. Todo ello ha derivado en el inicio de una actividad delictiva: ha aparecido un mercado negro en alza con precios disparatados y también la venta de productos falsificados. ¿Por qué esta vorágine repentina? Es más que evidente: mejor un pinchazo semanal que hacer dieta e ir al gimnasio de forma regular. Mejor la ley del mínimo esfuerzo, aunque suponga un mal uso terapéutico y suponga, también, la asunción de un riesgo innecesario (si no lo sabe nadie aún, tanto los medicamentos como los "simples pinchazos", son susceptibles de potenciales complicaciones).
A todo esto, las redes sociales no han ayudado, por supuesto. El hashtag #Ozempic ya superó con creces los 322 millones de visualizaciones, gracias a influencers que los recomiendan a pesar de que, a ellos, no les sobra un átomo de grasa. ¿Será que el consumidor de Ozempic desconoce que no debe ser utilizado solo con fines estéticos como se sugiere en TikTok? Supongamos que es así y que acude a la farmacia a adquirirlo. Lo pide, pero no se lo venden porque necesita prescripción médica y las farmacias, según la ley, solo pueden dispensarlo con receta. ¿Cómo es posible entonces que se esté dando desabastecimientos a lo largo de 2022? Solo caben dos hipótesis. La primera, que hay médicos que lo prescriben mediante recetas privadas y, a no ser que la prevalencia de la diabetes se haya multiplicado en los últimos meses, el motivo para la prescripción no está siendo la adecuada. La segunda, que hay farmacias que la venden sin receta. La agencia ha recibido varias denuncias de los servicios de inspección de las diferentes CCAA sobre la venta del medicamento sin receta, circunstancias que están sujetas a sanciones administrativas. En España el precio ronda los ciento y pico euros por pinchazo. Sin embargo, cuando el medicamento se receta dentro del Sistema Nacional de Salud, el paciente tan solo paga unos cinco euros. Es tentador.
Ozempic y sus "primos hermanos"
Los medicamentos análogos de GLP-1 como el Ozempic y sus "primos hermanos" (como decía la farmacéutica de X): Saxenda, Trulicity, Victoza, Wegovy, Mounjaro, etc., deben usarse bajo supervisión médica y nunca con el único objeto de perder el peso estético, es decir, ese sobrepeso que fácilmente se puede reducir mediante dieta y ejercicio moderado. Además, este tipo de fármacos también puede traer efectos secundarios como náuseas, vómitos, diarrea, gastralgias, dolor abdominal y estreñimiento.
El Ozempic no es un fármaco milagroso. Según algunos estudios, después de 68 semanas los pacientes reducen, de media, un 15% su peso, siempre y cuando lo combinen con ejercicio físico y dieta. Sin embargo, parece haber un efecto, rebote después dejar de consumirlo: después de un año de dejar de utilizarlo se puede llegar a recuperar dos tercios del peso que se tenía antes de empezar el tratamiento. Ojo al dato.
X fue intervenido y tuvo alta de manera satisfactoria. Ha retomado su actividad normal y mantiene actividad física y una dieta saludable. Sus glucemias están en rango. No sé si sigue esperando el Ozempic, pero ya no le hace falta.
Que se mejoren.
A principios de año recibí en la consulta a X, un paciente de mediana edad que precisaba de una intervención quirúrgica (en concreto, la sustitución de una válvula aórtica). Dentro de nuestras recomendaciones preoperatorias se incluye la de perder peso, para que afronten la intervención de la mejor forma posible. A veces es difícil porque no da tiempo (nuestras cirugías no deben demorarse mucho) y porque algunos no creen que eso sea posible (llevan años intentándolo y no lo han conseguido, así que mucho menos lo harán ahora).
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