¿El café es bueno para la salud? Depende de tus genes
Para muchos, el día no comienza realmente hasta que se toma el primer sorbo de café. Otros, pueden prescindir de él por completo, aparentemente sin sufrir ningún efecto. ¿Por qué motivo? ¿Y es sano tomarlo todos los días?
El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo: entre el 60 y el 85 por ciento de los europeos y los estadounidenses beben al menos una taza de este aromático y oscuro líquido al día. Ocupa un lugar especial en las culturas de todo el mundo, fomentando la conexión y aportando un impulso (para muchos, muy necesario) para comenzar el día o superar los bajones de la tarde. Sin embargo, también hay muchas personas que no soportan su sabor amargo. Esta disparidad ha alimentado durante mucho tiempo el debate sobre el papel del café como héroe o villano de la salud.
La cafeína, el principal componente psicoactivo del café, puede provocar tolerancia, abstinencia y dependencia, al igual que otras sustancias. Teniendo en cuenta los posibles impactos tanto positivos como negativos en la salud, los investigadores buscaban comprender las bases genéticas del consumo de esa bebida tan popular en todos los países del globo.
Ahora, una investigación reciente asocia tanto nuestra inclinación hacia el café matutino directamente con nuestros genes. Si bien nuestro código genético influye en numerosos aspectos de nuestras vidas, desde rasgos físicos hasta preferencias y comportamientos parece que nuestra relación con el café también estaría dictada en los genes.
Un equipo de científicos de la Universidad de California en San Diego y otras instituciones, realizaron un estudio de asociación de todo el genoma (GWAS) sobre el consumo de café con participantes del programa 23andMe de biotecnología y genómica con sede en Estados Unidos (con un total de 130.153 participantes). Examinaron las correlaciones genéticas y realizaron un estudio de asociación de todo el fenoma en cientos de biomarcadores, rasgos de salud y estilo de vida, y luego compararon sus resultados con el GWAS más grande disponible sobre el consumo de café del Biobanco del Reino Unido (con un total de 334.659 participantes). Ambas cohortes incluyeron personas de ascendencia europea que proporcionaron información sobre su consumo diario de café.
“La idea era hacer conexiones entre los genes que se sabía que estaban asociados con el consumo de café y los rasgos o condiciones relacionados con la salud. Usamos estos datos para identificar regiones del genoma asociadas con la mayor o menor probabilidad de que alguien consuma café. Y luego identificamos los genes y la biología que podrían estar detrás del consumo de café”, explican los investigadores en su trabajo publicado en la revista Neuropsychopharmacology.
Conexión genética
Después de realizar los análisis pertinentes, los investigadores encontraron vínculos claros entre ciertas variantes genéticas y el consumo de café, como el PDSS2 con el metabolismo de la cafeína y los hábitos de consumo de café. Pero muchas de estas mismas variantes genéticas también estaban asociadas con un mayor riesgo de obesidad y abuso de sustancias.
"Estamos ante una interacción compleja entre la genética y nuestros hábitos"
“Teníamos buenas razones para sospechar, a partir de artículos anteriores, que había genes que influyen en la cantidad de café que consume una persona”, apuntó Abraham Palmer, coautor del estudio y profesor del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UC San Diego. “Y por eso no nos sorprendió encontrar que en ambas cohortes que examinamos había evidencia estadística de que se trata de un rasgo hereditario. En otras palabras, las variantes genéticas particulares que heredas de tus padres influyen en la cantidad de café que es probable que consumas”. Esto es, tienes predisposición al consumo de café si tus padres eran o son consumidores de café.
Estos hallazgos desafían la comprensión convencional del consumo de café como una cuestión puramente de elección, sugiriendo una base biológica más profunda para este hábito tan extendido. Sea como fuere, hay que reseñar que estos hallazgos son puramente asociativos y se basaron en gran medida en datos autoinformados, pero sí sugiere un posible vínculo entre nuestro ADN y el consumo de café
El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo: entre el 60 y el 85 por ciento de los europeos y los estadounidenses beben al menos una taza de este aromático y oscuro líquido al día. Ocupa un lugar especial en las culturas de todo el mundo, fomentando la conexión y aportando un impulso (para muchos, muy necesario) para comenzar el día o superar los bajones de la tarde. Sin embargo, también hay muchas personas que no soportan su sabor amargo. Esta disparidad ha alimentado durante mucho tiempo el debate sobre el papel del café como héroe o villano de la salud.
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