Tú en Madrid, yo en Pekín. Una cirugía de 9.000 kilómetros: "Cambiará la medicina tal y como la conocemos"
Un doctor en Madrid operó de cáncer de próstata a un paciente hospitalizado en Pekín. La prueba piloto abre las puertas a un futuro en el que ya nunca habrá que "viajar a Houston"
Alrededor de las 13:00 del pasado viernes 13 de septiembre, el doctor francés Richard Gaston, una eminencia mundial en la prostatectomía radical —extirpar toda la próstata y las vesículas que la rodean, habitualmente para tratar un cáncer— se ponía a los mandos de un robot quirúrgico. Para él, esta resultaba una operación del todo rutinaria, sin especial complicación, salvo por el hecho de que el paciente, en lugar de estar a unos centímetros de su pantalla, estaba a casi 9.000 kilómetros, en un hospital de Beijing.
Hasta la capital china se había desplazado Moisés Rodríguez Socarrás, con quien Gaston trabaja habitualmente en el Instituto de Cirugía Urológica Avanzada de la clínica CEMTRO de Madrid. No es la primera experiencia mundial de una telecirugía. De una forma más rudimentaria, llevan realizándose desde principios de siglo. Pero, habitualmente, la persona que estaba en el quirófano era quien operaba, con la autoridad mundial apareciendo en pantalla para guiar sus pasos. Esta vez no. Ahora, Gaston manejaba los mandos y su ayudante presenciaba la cirugía simplemente como back up —en el caso poco probable, pero nunca descartable de que se diera alguna hemorragia o hubiera que abrir al paciente— y para realizar pequeñas acciones mecánicas, como situar los brazos del robot dentro del paciente o realizar alguna sutura.
"Me tomó 11 horas de vuelo llegar a Beijing, pero con la tecnología que tenemos hoy en día era como si estuviéramos al lado, en ningún momento sentí esa separación", dice Rodríguez Socarrás. La operación requirió que el hospital tuviera una conexión 5G de alta velocidad, algo que en la capital china no resulta ningún problema.
"La operación la realizó por completo el doctor Gaston desde la consola", señala, "yo hice las cosas que un asistente hace normalmente: aspirar, tener la pinza, poner un clip, pasar un punto o cambiar los instrumentos".
Gaston suele intervenir habitualmente desde Madrid, aunque en esta ocasión el cirujano aprovechó un congreso europeo de Urología Robótica que tuvo lugar en Burdeos para realizar la operación en vivo para los asistentes.
Como sucede con los ensayos clínicos, la telecirugía no está de momento al alcance del paciente medio. Aunque la tecnología parece estar lista y existen muchos cirujanos especializados en operar de manera robótica, a día de hoy la disciplina aún debe superar otros escollos, por ejemplo el legal: ¿quién se responsabiliza si se produce algún problema en una cirugía de este tipo? ¿O qué leyes se aplicarían, las del país donde está la consola de mando o las del quirófano donde está el paciente?
"Todavía estamos viendo hacia dónde nos va a llevar esto", dice Rodríguez, "está claro que habrá una democratización de la medicina y la cirugía, lo que todos deseamos es que una persona de referencia pueda ayudar a asistir determinados casos en sitios distantes y los pacientes reciban la mejor atención, estén donde estén".
2024 y el 'boom' de la telecirugía
Esta es la primera operación en la que intervienen médicos españoles y europeos, y concretamente, la segunda prostatectomía radical que se realiza en el mundo, pero el 'boom' de la telecirugía en el mundo ha comenzado hace unos meses. El pasado 5 de junio se realizó la primera operación de este tipo desde Roma, de nuevo con un paciente chino. En esa ocasión, tanto el cirujano principal Zhang Xu, como el resto del equipo, eran chinos.
En otras especialidades quirúrgicas, está sucediendo algo muy parecido. En el mismo congreso, Alberto Breda, jefe de Urología Oncológica y del equipo quirúrgico de Trasplante Renal de la Fundación Puigvert de Barcelona operó un tumor de riñón a un ciudadano chino. Evidentemente, en estos tres casos hay un elemento común.
China tiene muchas razones para alentar este renacimiento. La telecirugía tiene una historia donde la urología, curiosamente, suele ser pionera. La primera telecirugía transatlántica tuvo lugar hace más de 20 años, el 3 de septiembre de 2001, por Jacques Marescaux, que operó en Nueva York de cálculos en la vesícula biliar a un paciente que estaba en Estrasburgo.
Para entonces, los centros más punteros contaban con el primer brazo robótico, el Black Falcon, y poco a poco, el DaVinci —el robot quirúrgico que domina el mercado de una forma hegemónica— fue introduciéndose en los hospitales de todo el mundo. Se calcula que ahora mismo hay unos 180 de ellos en España.
"La robótica permite usar unos mandos que nos dan el control sobre los instrumentos dentro del paciente, y con ellos podemos hacer movimientos con muchos grados de libertad que se asemejan mucho a lo que hacemos en una cirugía abierta", dice Fernando Gómez Sancha, uno de los mayores especialistas españoles en cirugía robótica del cáncer de próstata. "También ha permitido amplificar las capacidades del cirujano, tenemos una visión mucho más ampliada que la que nos permite el ojo humano, podemos ver microvasos que con la cirugía abierta no se ven, y luego el robot ha permitido corregir, por ejemplo, el temblor de las manos".
La gran diferencia es que ahora, al afamado DaVinci le están saliendo muchos competidores. Cada vez es más común ver llegar "rivales" como Hinotori, Revo-i , Versius o Hugo Robotic-Assisted Surgery, pero según apunta este urólogo, "en cuatro o cinco años puede haber 40 robots de 40 fabricantes distintos".
"En cuatro o cinco años puede haber 40 robots de 40 fabricantes distintos"
En su mayoría, de manufactura china. El país asiático no solo tiene un interés comercial en el asunto, también asistencial. "En un hospital chino, posiblemente, la lista de espera de pacientes para cirugía robótica puede superar las 500 o 600 personas", dice Gómez Sancha.
¿España, paraíso de telecirujanos?
La revolución llega también en un momento crítico para la sanidad, en busca de nuevas formas de financiación y de aprovechar el buen nivel educativo de los especialistas y cirujanos españoles.
"En el quirófano hay un lenguaje común, esté en África, en América o en Inglaterra, los protocolos de funcionamiento son los mismos"
"El quirófano es un lugar donde hay un lenguaje común, esté en África, en América o en Inglaterra, los protocolos de funcionamiento son los mismos", indica el cirujano del ICUA. "Del mismo modo, un ayudante con cierta experiencia puede ayudar razonablemente bien a un cirujano con el que no ha operado nunca, o sea que, en el futuro, un hospital con urólogos que hagan cirugía robótica a un nivel medio va a poder conectar con un cirujano experto y que los médicos locales puedan ayudarle".
Son malas noticias para el turismo sanitario, que se verá obligado a una drástica revolución. Ahora habrá que ver hasta qué punto España se convierte en un receptor de cirugías de eminencias extranjeras o en un exportador. Parte de la respuesta dependerá de Europa, cuyas regulaciones tecnológicas o sanitarias suelen ser más estrictas que en el resto del mundo.
De momento, el primero de estos nuevos robots chinos está pendiente de obtener la homologación CE que le permitirá ser comercializado. A partir de ahí, comenzará la revolución.
Alrededor de las 13:00 del pasado viernes 13 de septiembre, el doctor francés Richard Gaston, una eminencia mundial en la prostatectomía radical —extirpar toda la próstata y las vesículas que la rodean, habitualmente para tratar un cáncer— se ponía a los mandos de un robot quirúrgico. Para él, esta resultaba una operación del todo rutinaria, sin especial complicación, salvo por el hecho de que el paciente, en lugar de estar a unos centímetros de su pantalla, estaba a casi 9.000 kilómetros, en un hospital de Beijing.
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