El síndrome aterrador que parece demencia, pero ataca mucho más rápido
Este es un problema común y complejo en pacientes hospitalizados, y puede tener un impacto significativo en su morbilidad y mortalidad
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La demencia no es una enfermedad en sí misma, sino un término general utilizado para describir la pérdida progresiva de funciones cognitivas como la atención, concentración, orientación y la capacidad de resolver problemas. Este deterioro termina por afectar la autonomía de la persona y su capacidad para llevar a cabo actividades diarias.
Aunque algunos de estos síntomas pueden parecerse a los de un anciano que se muestra súbitamente agitado, la demencia sigue un curso progresivo y se desarrolla a lo largo del tiempo. En realidad, los pacientes podrían estar experimentando un estado confusional agudo, conocido como delirio.
Este es un problema común y complejo en pacientes hospitalizados, y puede tener un impacto significativo en su morbilidad y mortalidad. Por ello, es crucial prevenir su aparición o, si no es posible, establecer un diagnóstico temprano para tratarlo adecuadamente.
Diversos estudios indican que entre el 20% y el 30% de los ancianos hospitalizados pueden verse afectados por esta condición.
Síntomas de delirio
Según explica la enfermera Laura Zaurín Paniagua, un paciente que sufre delirio puede experimentar los siguientes síntomas:
- Cambios en los niveles de atención y alerta, que pueden variar a lo largo del día. A menudo, la persona afectada está hiperalerta por la noche, pero muy somnolienta durante el día.
- Cambios en la función cognitiva, incluyendo pérdida de memoria (no recordar lo que sucedió durante la noche), desorientación (pensar que realmente están en casa), habla desordenada o inconexa, etc.
- Otros síntomas pueden incluir cambios en la percepción o alucinaciones, agitación o cambios de humor repentinos e impredecibles.
Diversos factores confluyen en los pacientes ancianos y contribuyen a la aparición de estos síntomas. Algunos de ellos son inherentes al proceso de envejecimiento, como la polifarmacia (uso simultáneo de múltiples medicamentos) o las alteraciones sensoriales.
Otros factores están directamente relacionados con la hospitalización, como el estrés provocado por una enfermedad aguda, la administración de ciertos medicamentos o una intervención quirúrgica. Además, las condiciones ambientales, como las interrupciones frecuentes por parte del personal médico o de otros pacientes, pueden interferir con el descanso adecuado, agravando la situación.
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Aunque la demencia y el delirio comparten algunas características, son clínicamente distintos. Sin embargo, es común que ambos se presenten de manera conjunta; de hecho, los pacientes con demencia tienen una mayor probabilidad de experimentar delirio durante su hospitalización.
Esto puede estar relacionado con una disminución de la reserva cognitiva, lo que significa que la persona cuenta con menos recursos cerebrales para afrontar situaciones estresantes.
La demencia no es una enfermedad en sí misma, sino un término general utilizado para describir la pérdida progresiva de funciones cognitivas como la atención, concentración, orientación y la capacidad de resolver problemas. Este deterioro termina por afectar la autonomía de la persona y su capacidad para llevar a cabo actividades diarias.