Puede que seas alérgico a la caseína y no lo sepas: esto es lo que debes tener en cuenta
La alergia a las proteínas de la leche de vaca que suele resolverse en los primeros años, a veces, persiste en el tiempo. En estos casos, existen tratamientos de inmunoterapia con leche de vaca para adelantar la tolerancia al alimento en aquellos casos
Entre la producción mundial de leche, aproximadamente el 81% es de vaca, el 15% de búfalas y el 4% entre cabra, oveja y camella, según los datos incluidos en el informe Consumo de Leche y Productos Lácteos de 2022 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Entre estas leches, la de vaca es la más demandada, siendo la semidesnatada la preferida de los consumidores. Sin embargo, la ingesta de este tipo alimento puede producir a veces efectos adversos, sobre todo en la población infantil, que originan una alergia alimentaria que, a veces, se mantiene en el tiempo.
La causante de esta reacción no es otra que una de las proteínas que está presente en su composición: la caseína. “Forma parte de la leche de vaca y derivados lácteos, aunque realmente las caseínas son una familia de proteínas. El mecanismo que produce alergia es siempre inmunológico, como consecuencia de una respuesta errónea ante la exposición a un alérgeno concreto”, explica Sergio Quevedo, pediatra alergólogo del Hospital Universitario Severo Ochoa.
Hay dos tipos de alergia, la inmunoglobulina E (IgE) mediada y la no mediada por IgE. En el caso de la primera, aparece cuando se entra en contacto con este tipo de alimentos, leche o derivados, por primera vez: “se produce una respuesta inmunológica inadecuada y el sistema inmune fabrica IgE. A partir de este momento cada vez que tomemos el alimento las manifestaciones clínicas se volverán a reproducir. Estos pacientes sensibilizados a caseína son los que tienen más riesgo de alergia persistente a proteínas de leche de vaca”, señala este experto. La alergia a proteínas de leche de vaca no debe confundirse con la intolerancia a la lactosa, “que se debe a un problema en la digestión de la lactosa, que es el azúcar de la leche”, añade.
Esta hipersensibilidad aparece mayoritariamente en los niños, siendo la alergia a las proteínas de la leche de vaca la alergia alimentaria más prevalente en el primer año de vida. “En estos casos, el pronóstico en general es muy bueno, de tal forma que las no mediadas por la IgE se suelen resolver la mayoría a partir de los 12 meses de edad. Las alergias IgE mediadas a leche de vaca y caseína se resuelven también la mayoría en los primeros años de vida”, sostiene el pediatra del Hospital Universitario Severo Ochoa. No obstante, hay un porcentaje de pacientes en los que la alergia persistirá en el tiempo. Hace unos años la alternativa para ellos era la dieta de exclusión, es decir, desterrar de su dieta este alimento, “pero actualmente se les puede plantear un tratamiento de inmunoterapia con leche de vaca, por un lado, para adelantar la tolerancia al alimento, o bien para los casos en que la alergia a las proteínas de leche de vaca no se resuelve por si sola”, apunta el doctor Quevedo. El tratamiento consiste en ir administrando pequeñas cantidades del alimento, que se van aumentando progresivamente hasta alcanzar la tolerancia a una ración completa del mismo.
Los síntomas de esta alergia aparecen habitualmente de forma inmediata, dentro de los 30 primeros minutos o pocas horas tras el contacto o la ingestión de leche o derivados lácteos. “Los frecuentes son los cutáneos: prurito, urticaria y angioedema. También podemos encontrar síntomas digestivos (dolor de estómago, diarrea, vómitos) y síntomas respiratorios (congestión nasal, tos, dificultad para respirar). De forma excepcional pueden aparecer reacciones anafilácticas más graves”, apunta Ester Mohedano Vicente, médico adjunto de la Unidad de Alergología del Hospital Universitario de Fuenlabrada.
Las personas que han desarrollado este tipo de alergia deben seguir una dieta exenta de leches de origen animal, y deben evitar productos lácteos, así como todos aquellos alimentos que puedan contener leche o caseína como ingrediente (algunos embutidos, productos horneados, etc.). “Como alternativas pueden consumir leches vegetales (soja, almendra, avena o arroz), y todos aquellos productos etiquetados como sin caseína”, enumera esta especialista.
El ser humano puede prescindir de la ingesta de leche y derivados porque los nutrientes que contienen se encuentran en otros alimentos de nuestra dieta. El problema podría radicar en pacientes multialérgicos que tienen restricciones alimentarias más extensas, “en cuyo caso sí que podríamos encontrar deficiencias nutricionales”, indica el pediatra alergólogo.
Para cubrir las carencias que puede ocasionar dejar de ingerir productos lácteos y derivados y, por consiguiente, sus proteínas lácteas y vitaminas, “hay que consumir carne, pescado, huevos, legumbres. El calcio está presente en las verduras, frutas y alimentos vegetales en general”, agrega este experto.
Entre la producción mundial de leche, aproximadamente el 81% es de vaca, el 15% de búfalas y el 4% entre cabra, oveja y camella, según los datos incluidos en el informe Consumo de Leche y Productos Lácteos de 2022 elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Entre estas leches, la de vaca es la más demandada, siendo la semidesnatada la preferida de los consumidores. Sin embargo, la ingesta de este tipo alimento puede producir a veces efectos adversos, sobre todo en la población infantil, que originan una alergia alimentaria que, a veces, se mantiene en el tiempo.