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Qué es el gaslighting: así funciona esta forma de violencia psicológica invisible y sutil
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Salud mental

Qué es el gaslighting: así funciona esta forma de violencia psicológica invisible y sutil

El concepto proviene de la obra de teatro del mismo nombre de Patrick Hamilton, estrenada en 1938, y de sus adaptaciones cinematográficas, pero se usa también en la literatura clínica

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El gaslighting, en castellano luz de gas, es un tipo de abuso psicológico en el que se hace a alguien cuestionar su propia realidad. Consiste en negar la realidad, dar por sucedido algo que nunca ocurrió o presentar información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su memoria o de su percepción.​ Puede consistir en negaciones simples por parte del abusador o abusadores, en el sentido de si determinados sucesos ocurrieron o no, o incluso en la escenificación de situaciones extrañas con el fin de desorientar a la víctima. El concepto proviene de la obra de teatro del mismo nombre de Patrick Hamilton, estrenada en 1938, y de sus adaptaciones cinematográficas, pero se usa también en la literatura clínica.

En el campo de la salud mental, la relación entre víctima y gaslighter, "se produce un proceso lento y sutil de confusión por parte de la víctima, que cuestiona cada una de sus experiencias y recuerdos y, en contra, da más valor y prioridad al criterio ajeno", explica Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y directora de Cultura Emocional Pública. La luz de gas es un sutil modo de violencia psicológica, "una agresión más intencionada y consciente que inconsciente, que atenta contra la estabilidad emocional de la víctima", añade Cabero.

La persona agredida termina por disculparse con frecuencia, se culpa por no encajar (algo que necesita) y se esfuerza por ser bien valorada. Incluso "llega a silenciar las propias experiencias para no sentirse juzgada de nuevo, y le es difícil relacionarse con los demás y tomar decisiones".

Entre las fases que suelen tener las víctimas se encuentran: dudar de la propia percepción y de los recuerdos, sentir inseguridad, tener baja autoestima, cerrarse en sí misma y tener dudas de sí misma.

El perfil psicológico

Desde la UOC explican que en la actualidad, los expertos tratan de delimitar las características de este tipo de violencia psicológica en el ámbito profesional. Por ejemplo, la Universidad de Michigan está recopilando historias en The Gaslighting Project, en el que se invita a las víctimas de este tipo de manipulación a contar sus experiencias para descubrir las dinámicas de dicho proceso.

Pero ¿existe un perfil de gaslighter o abusador mediante esta técnica de manipulación? En palabras de Cabero, "se siente cómodo con el uso del poder, es egocéntrico, tiene dificultades para empatizar y se muestra inseguro ante el enfrentamiento a la adversidad". También le resulta cómodo "mentir, negar, cuestionar, juzgar y generar malestar" en la víctima. Esa dificultad para la empatía hace que cree en la otra persona "inseguridades sin sentirse culpable".

El concepto de luz de gas no es nuevo. De hecho, se popularizó a través de la película Luz que agoniza (Gaslight en inglés), de 1944, que a su vez se basó en una obra de teatro homónima en la que un hombre manipula la percepción de la realidad de su esposa y le hace creer que ha enloquecido. Muchos años después, en 1969, Russell Barton y J. A. Whitehead utilizaban este concepto en el ámbito de la psiquiatría en su artículo The Gas-Light Phenomenon, en el que explicaban cómo parejas y familiares de pacientes los hacían pasar por personas con patologías psíquicas graves, y concluían que era importante analizar cada caso individualmente para comprobar que dicha enfermedad existía.

Entorno laboral o pareja

El ámbito familiar es uno de los más propensos a que se desarrollen estas dinámicas de violencia psicológica, pero no es el único. "Se producen, por excelencia, en relaciones de poder y de dependencia emocional", indica Cabero, y "acostumbran a ser más frecuentes en relaciones de pareja y en determinadas relaciones profesionales". No obstante, estas prácticas pueden darse en el colegio (acoso escolar) y en el trabajo (acoso laboral), o llegar a ser institucionales y sistemáticas, como explica la doctora Domina Petric en el artículo Gaslighting and the knot theory of mind.

Al igual que en la película mencionada, la intención del abusador que hace luz de gas es que la persona a la que manipula termine por perder la confianza en su propia manera de percibir la realidad. Al no ser violencia física, es más difícil detectar las señales, tanto para la víctima como para el entorno. Sin embargo, como sucede en cualquier tipo de maltrato, también deja secuelas, aunque no queden tan a la vista de todos. Algunos ejemplos serían la duda perpetua que tiene la víctima sobre el propio criterio y sobre sí misma, el hecho de que se cuestione su propia salud mental, una creciente inseguridad y desconfianza, una sensación de indefensión aprendida y un bajo nivel de autoestima, así como una dependencia emocional hacia el maltratador. "Si me valida, me aporta seguridad", precisa la profesora, y añade que dicha dependencia es "mayor cuanta más desconfianza haya generado el maltratador en la víctima".

El gaslighting, en castellano luz de gas, es un tipo de abuso psicológico en el que se hace a alguien cuestionar su propia realidad. Consiste en negar la realidad, dar por sucedido algo que nunca ocurrió o presentar información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su memoria o de su percepción.​ Puede consistir en negaciones simples por parte del abusador o abusadores, en el sentido de si determinados sucesos ocurrieron o no, o incluso en la escenificación de situaciones extrañas con el fin de desorientar a la víctima. El concepto proviene de la obra de teatro del mismo nombre de Patrick Hamilton, estrenada en 1938, y de sus adaptaciones cinematográficas, pero se usa también en la literatura clínica.

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