La científica que lucha para acabar con las barreras de la dislexia: "Hay niños que se piensan que son tontos"

"Tienes muchos pájaros en la cabeza", le dijo una profesora a una de sus alumnas hace más de 30 años. Esas palabras resonaban en el interior de esa niña, que solo estaba en primero de primaria, se le quedaron grabadas. De hecho, llegó a creer que era diferente al resto de sus compañeros: "Pensaba que era tonta". Sin embargo, unos años más tarde aquella niña, llamada Luz Rello, descubrió el origen de esos pensamientos: tenía dislexia.

Y lejos de ser un obstáculo, se volvió su aliada. En 2013, la lingüista y doctora en informática, se convirtió en la primera española en recibir el premio European Young Researchers Award otorgado por la asociación Euroscience por su trabajo en el campo de la dislexia. Más tarde, en 2016, se hizo con el Premio Princesa de Girona Social por desarrollar Dytective, un modelo sostenible y replicable que utiliza la tecnología para afrontar el reto social de la dificultad específica del aprendizaje.

PREGUNTA. ¿Por qué se produce la dislexia?

RESPUESTA. Es una cuestión discutida, pero parece ser que el 70% de los casos de dislexia son hereditarios. Es una dificultad específica de aprendizaje con origen neurobiológico, pero no es una enfermedad. Es decir, que se puede observar en el cerebro y afecta aproximadamente a un 10% de la población.

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P. ¿Cómo se detecta?

R. Está infradiagnosticada y saber desde un punto de vista científico cuál es el porcentaje de diagnóstico es complicado. En España no existe un recuento total de la cifra. Las comunidades autónomas si dan un número, en Madrid de 600.000 niños escolarizados, un 10% tiene dislexia. Además, en función de la lengua, las manifestaciones de la misma son más o menos fuertes. La ortografía en castellano, por ejemplo, es más fácil que la inglesa, entonces es normal que la prevalencia sea más pequeña.

P. ¿Qué implica la falta de diagnóstico de un niño?

R. Es tremendo. Imagínate que estás en el aula y que te toca leer el siguiente y no sabes por donde seguir. Balbuceas y la gente de tu alrededor se piensa que eres tonta, vaga o que estás despistada. La realidad es que lo estás dando todo y que no comprendes lo que pasa. Por eso los diagnósticos de dislexia se relacionan con baja autoestima, es una mierda.

Yo recuerdo una vez, en el último curso de preescolar, que estábamos sentados en círculo y la profesora nos repartió unas cuartillas. Teníamos que decir la palabra que nos tocara, tipo rata o pato, yo intenté practicar la que me tocaba y no podía. Veía el dibujo bien y no era capaz de pronunciarla. Lo que hice fue contar las que iban a leer mis compañeros y fijarme en la que diría la misma palabra que tenía yo. Evidentemente, la profesora se pensó que sabía hacerlo porque dije la palabra correcta. Yo sentía que era más tonta que todos los demás, como eres muy pequeño, vas haciendo lo que te van pidiendo como puedes, pero sin saber que tienes un problema de lenguaje.

"La dislexia me ha hecho más resiliente, aprendes a tener una mayor tolerancia al error"

P. ¿Tuvo que aguantar malas palabras por su dislexia?

R. Claro. Lamentablemente, creo que ocurre siempre que alguien es un poco diferente. La lectura y la escritura están integradas en tantas tareas del colegio de manera transversal que al final te afecta a la autoestima y a mil cosas.

P. ¿Cómo le ha ayudado la dislexia en su investigación?

R. Soy más resiliente. Lo normal cuando investigas es que no descubras nada, hay que tener mucha paciencia. Con la dislexia tienes tolerancia al error desde que eres pequeña porque te equivocas y debes reinventarte, lo asumes como algo normal. Yo seguí investigando hasta que di en el clavo, pero me costó un montón.

P. ¿Y el uso abusivo de las tecnologías puede estar relacionado con la dislexia?

R. La tecnología puede ser un instrumento brutal, el problema es el uso que se hace de ella. Una cosa es estar viendo una serie o haciendo algo que no sea enriquecedor y otra usar herramientas que no sustituyen a los libros, sino que no podrían ser viables de otra manera. Por ejemplo, Dytective tiene más de 40.000 ejercicios que se van personalizando en función de las habilidades, los errores y el propio marco cognitivo y eso es imposible hacerlo en un formato de papel. Ahí se justifica su uso, pero porque está demostrado, mediante una prueba externa, que los usuarios mejoran.

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P. ¿Y cómo funciona Dytective?

R. Pues tiene dos partes, la primera es un detector de dificultades de lectoescritura, en el que se incluye la dislexia. Dura 15 minutos, utiliza la inteligencia artificial y te dice si tienes riesgo o no de tener esas complicaciones. La segunda, la más guay, es la que hace mejorar a todos los chavales, tengan o no dislexia. Mejora la velocidad y la comprensión de la lectura, entre otros. Los 40.000 ejercicios lingüísticos están hechos a mano y la digitalización ayuda a completarlos en función del mapa cognitivo de cada usuario, no hay ninguno que haya repetido ejercicios con otro. Se está usando en los colegios públicos y concertados de la Comunidad de Madrid, cuantos más lo usen, mejor.

La gracia es que las personas con dislexia no solo tenemos dificultades, también destacamos en algunas actividades. Si se te da mejor, por ejemplo, la memoria visual, pues te aparecerán ejercicios más avanzados en ese aspecto. La herramienta también acaba fortaleciendo tus puntos fuertes.

P. ¿Y cómo se adapta a los nuevos tiempos?

R. La primera patente en la que se usa IA para detectar dislexia es del 2016 y es nuestra. Ahora todo el mundo conoce la IA, pero hace 8 años sonaba a chino y la dudaban de ella.

P. ¿Estamos aprovechando los recursos de la inteligencia artificial lo suficiente en el ámbito de la medicina?

R. Sí, sobre todo en diagnóstico por imagen. Lo que está pasando en investigación es una revolución. El último premio Nobel de Medicina se ha ganado gracias a un modelo de IA y ahora mismo es una herramienta más de trabajo.

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P. No solo los niños descubren su dislexia con Dytective...

R. Ha habido mucha labor de divulgación, han llegado adultos a Dytective pensando que les pasaba algo y han acabado sabiendo que tienen dislexia. Estoy segura de que mediante este artículo llegarán más. Nos han escrito muchos con palabras de agradecimiento, el impacto emocional cuando lo descubres ya siendo consciente es mayor que cuando eres niño.

P. El objetivo de la herramienta era democratizar el acceso a la detección y la intervención de la dislexia. ¿Considera que lo ha logrado?

R.Estoy dividida. Vamos a llegar casi a medio millón de niños y creo que lo estamos consiguiendo, nunca pensé que lo lograría cuando empecé a investigar. Pero, por otro lado, queda tanto por hacer y hay tantos niños que suspenden y piensan que son tontos. Aunque pienso que vamos por el buen camino.

P. ¿Es posible terminar con la dislexia?

R. Con la dislexia no hay que acabar porque somos parte del ser humano, pero sí con las barreras que genera. Por eso llevo yo trabajando toda la vida.

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P. Con 40 años ha ganado numerosos premios y becas. ¿Cómo lo ha conseguido?

R. Trabajando un montón, y, además, no tengo hijos. Con las decisiones que tomas a diario y poniendo cariño, al final salen bien las cosas. Yo me he dedicado mucho a la investigación y otros aspectos de mi vida igual están menos atendidos. No hay ningún truco, yo dedico a esto mi energía y mi tiempo, aunque no suene muy guay, es realista.

P. El 31 de octubre se cerró la convocatoria para presentar las candidaturas a los Premios Princesa de Girona. ¿Qué le supuso ganarlo en 2016?

R. En ese momento estaba en Estados Unidos, trabajando, precisamente, en cómo hacer el detector de dislexia. Yo siempre había querido volver a España, pero me dio una fuerza extra y pensé que mi país no me daba la espalda, que valoraba mi trabajo.