Por qué el fin de semana debes despertarte a la misma hora que cuando vas a trabajar
El 'jet lag social' se produce cuando hay mucha diferencia entre la hora a la que nos levantamos para ir a clase o a trabajar y la hora a la que nos levantamos los fines de semana
El momento en que suena el despertador es uno de los más odiados por los españoles, que sufren el sonido emitido por la alarma con un buen déficit de sueño. Por eso, cuando llega el fin de semana es habitual (y muy placentero) arremolinarse en la cama hasta que el cuerpo pida levantarse, sin hora fija ni obligaciones.
Pues bien, esa práctica que se percibe como algo normal y casi lógico, puede ser el culpable de muchos males relacionados con el mal dormir y casi, casi con el mal vivir. Es lo que se denomina ‘jet lag social’ o desajuste entre los horarios biológicos naturales y los que nos obligan a tener las responsabilidades de la vida.
“Esto crea una especie de ‘desincronización’ interna, similar al jet lag que sentimos cuando viajamos entre zonas horarias, pero provocado por las rutinas diarias en lugar de los viajes”, en palabras de María José Martínez Madrid, Coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño (SES).
El jet lag social se produce cuando “hay una diferencia entre el horario en que nuestro reloj biológico nos indica que debemos dormir o estar activos y los horarios que debemos seguir por obligaciones sociales o laborales”, recalca la experta.
Y pone un ejemplo: “una persona que tiene un cronotipo nocturno, es decir, que su cuerpo prefiere irse a dormir y despertarse más tarde, puede sufrir jet lag social si debe levantarse temprano para trabajar o estudiar y los días libres tiende a llevar el horario que su cuerpo ‘le pide’”.
Cansancio e irritabilidad
Lo que en principio no pasaría más que por una situación incómoda, puede tener consecuencias muy negativas en la salud. Basta con entender cuáles son sus síntomas, según Martínez Madrid, para entenderlo. La experta destaca la fatiga constante, especialmente por las mañanas y la dificultad para concentrarse, junto al bajo rendimiento.
El jet lag social puede producir depresión y ansiedad; mayor riesgo de desarrollar trastornos del estado de ánimo; dificultades cognitivas; y sensación de agotamiento emocional
Pero también “irritabilidad o cambios de humor, dificultad para conciliar el sueño en los horarios impuestos; sensación de estar ‘desincronizado’ o fuera de ritmo, como si siempre faltara tiempo para descansar”, afirma la experta de la Sociedad Española del Sueño.
El físico y la mente también se resienten
Entre los problemas físicos que produce este desajuste, la especialista se refiere a “alteraciones metabólicas, que pueden incrementar el riesgo de padecer obesidad o diabetes; o disminución de la capacidad inmunológica, lo que aumenta la susceptibilidad a enfermedades. Trastornos en el ciclo de sueño-vigilia, como insomnio crónico o sueño de mala calidad; y mayor riesgo de problemas cardiovasculares debido al estrés crónico que genera el desajuste en los ritmos biológicos”.
En cuanto a la salud mental, el jet lag social puede producir depresión y ansiedad, debido al estrés constante y la falta de descanso reparador; mayor riesgo de desarrollar trastornos del estado de ánimo; dificultades cognitivas, como problemas de memoria o de toma de decisiones; y sensación de agotamiento emocional y menor bienestar general.
El horario perfecto existe
Según Martínez Madrid “sería aquel que se alinea con nuestro cronotipo individual, es decir, con el horario natural en que nuestro cuerpo siente la necesidad de dormir y estar activo. Lo ideal sería poder despertarse sin despertador y seguir un patrón de sueño regular y continuo, respetando las necesidades de descanso”.
No se trata de una posibilidad apta para la mayoría. Y aún menos en nuestro país, como declara la especialista en sueño: “En España, la cultura de comer y socializar tarde genera un mayor riesgo de jet lag social, ya que los horarios están más desalineados con el reloj biológico”, concluye Martínez Madrid.
El momento en que suena el despertador es uno de los más odiados por los españoles, que sufren el sonido emitido por la alarma con un buen déficit de sueño. Por eso, cuando llega el fin de semana es habitual (y muy placentero) arremolinarse en la cama hasta que el cuerpo pida levantarse, sin hora fija ni obligaciones.