Qué son los ADCs y cómo están transformando el abordaje del cáncer de mama metastásico
El 30% de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en España se enfrenta a una compleja realidad: la enfermedad metastásica. La remisión completa es poco frecuente, por lo que la esperanza se encuentra en las nuevas generaciones de tratamientos
El cáncer de mama metastásico es la primera causa de muerte en mujeres de entre 35 y 50 años. Solo en nuestro país fallecen más de 6.000 personas al año a causa de esta enfermedad y en torno a 10.500 son diagnosticadas. Al contrario que en los casos de cáncer de mama detectado en etapas tempranas, para ellas -pues la mayoría son mujeres- la remisión completa es poco frecuente.
Sin embargo, se trata de una enfermedad que muchas personas todavía desconocen. “Ahora se empieza a hablar un poco más del cáncer de mama metastásico pero hasta hace unos años era una patología sobre la cual se tenía un desconocimiento absoluto. Todo el mundo sabe lo que es el cáncer de mama y nos englobaban en esta realidad general, cuando la nuestra es totalmente diferente”, afirma Pilar Fernández, paciente con cáncer de mama metastásico y presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico. “De hecho, se hizo una encuesta de percepción social hace tiempo y los resultados fueron muy sorprendentes porque el 70% de los encuestados reconocía no saber lo que era el cáncer de mama metastásico y alrededor del 9% creía que era una enfermedad crónica, a pesar de que siempre se ha relacionado la palabra metástasis con la muerte”, añade.
Lo cierto es que la vida de estas pacientes está ligada a consultas hospitalarias para siempre y, con suerte, a una sucesión de tratamientos que permitan alargar su vida con la mayor calidad posible. “En esta enfermedad te mueves entre la esperanza, el miedo y la incertidumbre… También las ganas de apurar cada momento de vida, cuando la enfermedad te lo permite, porque hay muchos efectos secundarios”, asevera Fernández.
“El cáncer de mama metastásico, salvo excepciones, es una enfermedad no curable. La medicina actual no ha conseguido aún una curación, por lo que nuestro objetivo es aumentar la supervivencia y mejorar la calidad de vida”, explica el doctor José Ángel García Sáenz, oncólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y jefe de la Unidad de Mama del Hospital Ruber Internacional. El camino hacia la anhelada cronificación se encuentra, por supuesto, en la investigación, que en la última década ha logrado mejorar las tasas de supervivencia gracias a la incorporación de nuevos tratamientos, cada vez más precisos. Uno de los más recientes son los anticuerpos conjugados con fármacos (ADC) que han demostrado ser efectivos en controlar el cáncer cuando han dejado de funcionar las terapias previas.
¿Cómo funcionan los anticuerpos conjugados?
Al contrario que en la quimioterapia clásica que, como expone el doctor, "tenía un perfil estrecho (es decir, la dosis terapéutica estaba muy próxima a la dosis tóxica), los nuevos anticuerpos monoclonales que están conjugados con un fármaco son más selectivos y van a la célula tumoral que sobreexpresa la proteína diana en su membrana, que está menos expresada en la célula sana". Es decir, "es una terapia dirigida más selectiva para las células malignas que expresan el receptor".
"El anticuerpo reconoce este antígeno de la célula tumoral, se interioriza y libera un agente citotóxico, produciendo una alteración de su ADN, que conduce a la apoptosis. Es decir, la célula tumoral pierde su capacidad de replicación, induciendo su muerte celular".
¿En qué casos están indicados los ADC?
Actualmente, los anticuerpos conjugados se utilizan en pacientes que han recibido otras líneas de tratamiento -como la quimioterapia, la terapia hormonal o las terapias dirigidas- y la enfermedad ha seguido avanzando.
A día de hoy, las pacientes con distintos tipos de cáncer de mama metastásico, independientemente del nivel de expresión de receptores hormonales (estrógenos y progesterona (HR) y de receptores del factor de crecimiento epidérmico tipo 2 (HER2) -que serían los mismos cuando hablamos de cáncer de mama temprano-, podrían recibir estas terapias. En este sentido, existen ADC para las pacientes que no expresan HER2, que representan el 85% de la población de pacientes metastásicas; también para el subgrupo HER2-Low (pacientes con baja expresión de HER2 dentro de las HER2-); y, por último, contamos también con ADC para las pacientes HER2+.
García Saénz señala que "los ADC han supuesto un avance significativo en el tratamiento de los diferentes tipos de cáncer de mama y en algunos casos ya son fármacos de segunda línea de enfermedad metastásica" y espera que "en pocos años la investigación en líneas más tempranas sea una realidad para las pacientes”.
El oncólogo es optimista, “hace cuatro o cinco años esto era impensable y seguimos investigando. Hay que continuar en esta línea”. Pero también hace un llamamiento a las autoridades sanitarias para intentar acortar los tiempos de aprobación “desde que hay una evidencia inequívoca de mayor eficacia, en lo que se refiere a la calidad de vida y supervivencia del paciente, hasta que es una realidad en las Farmacias de nuestros hospitales”. Y es que, actualmente, pueden pasar hasta dos años desde que los aprueba la Agencia Europea del Medicamento hasta que se pueden prescribir, un tiempo que las pacientes de cáncer de mama metastásico no tienen.
El cáncer de mama metastásico es la primera causa de muerte en mujeres de entre 35 y 50 años. Solo en nuestro país fallecen más de 6.000 personas al año a causa de esta enfermedad y en torno a 10.500 son diagnosticadas. Al contrario que en los casos de cáncer de mama detectado en etapas tempranas, para ellas -pues la mayoría son mujeres- la remisión completa es poco frecuente.