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Ocho reglas para prevenir enfermedades del corazón
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'¿QUÉ ME PASA, DOCTOR?'

Ocho reglas para prevenir enfermedades del corazón

La enfermedad cardiovascular es una de las causas más importantes de mortalidad en nuestro país. Si la mejor medicina es la prevención, ¿cómo podemos evitarla?

Foto: ¿Cómo se pueden prevenir las enfermedades del corazón? (iStock)
¿Cómo se pueden prevenir las enfermedades del corazón? (iStock)

El Instituto Nacional de Estadística publicó este verano los datos provisionales sobre las causas de muerte en España en 2023. Como novedad más importante, los tumores se situaron como primera causa de fallecimiento, siendo los causantes del 26,6% del total de las defunciones. Las muertes por enfermedades del sistema circulatorio descendieron un 5,3% respecto a 2022, situándose como segunda causa más frecuente, con un 26,5% del total. Las enfermedades cardiovasculares pierden, por primera vez, este luctuoso liderato y se sitúan como la segunda causa de muerte en nuestro país, gracias a que se produjeron 6.476 fallecimientos menos que el año anterior. Son, sin duda, buenas noticias, y pueden reflejar, por primera vez, que las medidas preventivas empiezan a dar sus frutos.

¿Cómo podemos prevenir las enfermedades cardiovasculares? Existen algunos factores de riesgo que no podemos modificar, como son los hereditarios. Numerosos estudios han demostrado la existencia de un componente genético en los casos de hipertensión, hipercolesterolemia familiar y diabetes tipo 2, factores todos relacionados directamente con el desarrollo de enfermedad cardiovascular. Se sabe que el riesgo de padecer problemas cardiovasculares es mayor si tenemos un padre o hermano que ha sufrido un infarto antes de los 55 años, o si tenemos una madre o hermana que ha tenido un infarto antes de los 65. Si, por ejemplo, nuestros padres (ambos) han sufrido algún ataque cardiaco antes de los 55 años, el riesgo aumenta hasta el 50%.

Si bien nadie escoge a sus padres, y, por tanto, tampoco tiene oportunidad de seleccionar su carga genética, existen otros que sí se pueden controlar y que nos permiten reducir el riesgo cardiovascular, a través de ocho sencillas reglas:

Primera. No fumar. Todavía es habitual que el paciente que viene a intervenirse del corazón por tener enfermedad coronaria severa, apague el último cigarrillo en la acera del hospital justo antes de ingresar. "Total, qué más da, si me van a operar". Es un error mayúsculo. Dice Frederic Larsan que solo hay dos tipos de fumadores: el que dice lo va a dejar y el que dice que lo está dejando. El tabaco es una de las mayores lacras de nuestra sociedad actual. Cada año mueren en España más de cincuenta mil personas por su causa, más que los producidos por los accidentes de tráfico. Según la OMS, es la primera causa evitable de enfermedad y muerte prematura en el mundo. Produce no solo arterosclerosis coronaria, sino enfermedad de la arteria aorta y accidentes cerebrovasculares. Además, se asocia a cáncer de laringe, de pulmón, de boca, de vejiga y de riñón, y a enfisema pulmonar, bronquitis crónica, hipertensión arterial, úlcera gastrointestinal e impotencia sexual en el varón. La dosis segura es cero y, ante cualquier intervención, se recomienda dejarlo lo antes posible, puesto que puede complicar el postoperatorio.

Foto: Imagen: Unsplash.

Segunda, realizar actividad física. No se trata que, de repente, pasemos del sedentarismo más voluptuoso a formar parte de los inscritos en una media maratón unos meses después. Tampoco vale apuntarse a un gimnasio para poner excusas diarias y justificar el absentismo. Se trata de realizar una actividad física diaria, entre 30 a 60 minutos, que puede ser tan sencilla como salir a pasear. Está al alcance de cualquiera y no requiere de ningún tipo de equipamiento especial, más allá de lo que habitualmente tenemos en casa. Se dice que son necesarias tres semanas para que una actividad se convierta en un hábito. Convirtamos, pues, un sencillo paseo en una saludable rutina.

Tercera, mantener una dieta saludable, rica en verduras, frutas, carnes magras y pescado, y pobre en sal y en grasas. Es muy frecuente que nuestros pacientes, ya operados, cuando tienen alta a casa, nos pregunten por recomendaciones en este sentido. No deja de sorprenderme, puesto que es de sobra conocida las excelencias de nuestra dieta mediterránea. El mejor consejo posible (además de lo que todos ya sabemos) es asumir que "no todos los días son fiesta", y que no podemos saciar nuestro apetito de alimentos procesados, siempre que nos apetece. Ahora bien, tampoco estamos en este mundo para sufrir siempre; de vez en cuando nos podemos permitir algunas ligerezas gastronómicas, asumiendo que al día siguiente hay que volver a la rutina.

Cuarta. Evitar el alcohol. Este es, quizás, uno de los más difíciles. Vivimos en una sociedad en la que el consumo de alcohol está instaurado como algo usual y tolerable. Cada reunión de amigos y familiares, las comidas de negocios, o las que se realizan por cuestiones profesionales, deportivas, o culturales, suelen ser acompañadas por un brindis. El consumo de alcohol está tan instaurado que los médicos, cuando preguntamos al paciente si bebe, notamos cierta desazón por parte del paciente, puesto que parece que le estás llamando alcohólico (nadie se ofende, en cambio, si le preguntas si fuma). "Lo habitual" suelen responder, sorprendidos ante tal pregunta. En conclusión, es fundamental evitar el alcohol para la prevención cardiovascular, sobre todo porque está fuertemente ligado a la regla que viene a continuación.

Foto: EC Diseño
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Quinta. No engordar. Es muy frecuente que lleguen paciente que vienen a consulta con un peso excesivo. Aducen que no comen tanto o que tienen un metabolismo lento. Algunos, no sé si con picardía o porque lo creen a pies juntillas, te dicen que no, que en realidad es que pesan mucho porque son de hueso ancho. El médico les dice que la única manera de adelgazar es cerrar la boca y que lo que tienen que hacer es seguir aquella antigua máxima de "menos plato y más zapato". Esta es, probablemente, una de las reglas más difíciles de mantener, pero también, la que mejores resultados produce. Muchas enfermedades cardiovasculares están a menos 10 kgs de una mejoría sustancial y pueden significar la reducción de la medicación o, incluso, que ya no tenga que ser necesaria una intervención.

Sexta. Dormir siete horas, mínimo. Las redes sociales están repletas de testimonios de empresarios de éxito que, ante la pregunta ¿Cuántas horas duerme? Responden que "muy poco, con cuatro horas me sirve". Es un discurso que lleva implícito la revelación de que han conseguido el éxito porque trabajan más horas (se levantan antes para atender a sus acaudalados negocios), y que el resto de los mortales somos pobres y vagos por no hacerlo. Se trata de una tontería mayúscula. Tenemos que descansar de manera adecuada. Dormir se asocia a un mejor equilibrio energético, molecular e intelectual y a una mejora el estado de alerta y el humor. Ayuda a perder peso, incrementa la memoria y la creatividad y reduce la posibilidad de entrar en depresión. No digo que no se pueda trasnochar un día. Pero tener unos hábitos nocturnos saludables es fundamental para nuestra particular cruzada contra la enfermedad cardiovascular.

Séptima: evita el estrés. Take it easy. Es fácil decirlo, pero no es tan sencillo que surta efecto. De hecho, no hay nada más inútil que recomendable a un estresado que se relaje. Hay quien se ahoga en un vaso de agua y hay quien es responsable del lanzamiento de un cohete espacial y asume la responsabilidad con la misma angustia que tiene quien pela un cacahuete. Cada uno es un ser individual e intransferible. Existe la errónea creencia de que, por sí solo, el estrés produce infartos. "Es que tengo un trabajo muy estresante; por eso tuve el infarto", te dicen algunos. "Mire usted, por eso y porque fuma, bebe, tiene sobrepeso, una vida sedentaria y pasa todo el día en opíparas comidas de negocios", responde el médico, a veces (pero no con esas palabras). Sí es cierto que la angustia laboral, o de otra índole, no se recomienda en ningún caso en la prevención de la enfermedad cardiovascular. Mejor tomarse las cosas con un poco de filosofía. Que fluya, como dicen ahora. En algunos casos es recomendable acudir a un psicólogo para intentar terapia cognitivo-conductual si la cosa no mejora.

Tener unos hábitos nocturnos saludables es fundamental para nuestra particular cruzada contra la enfermedad cardiovascular

Y, octava, realizar chequeos periódicos. Puede ser en tu empresa, o puede ser en tu médico de atención primaria. Un análisis de sangre completo y un electrocardiograma de reposo, como mínimo, parece necesario para la detección precoz de patología o riesgo cardiovascular. Ojo, que estas pruebas resulten normales no significa que esta esté descartada. Muchos pacientes que operamos se extrañan: "Doctor, me hacía chequeos en la empresa y siempre daban bien y, mire, aquí estoy para operarme". Es una situación que puede suceder. ¿Debemos entonces hacer pruebas más exhaustivas a toda la población? Es del todo imposible. Las pruebas no están exentas de potenciales complicaciones (como un cateterismo coronario, por ejemplo) y no podemos hacerlas a diestro siniestro (tampoco habría sanidad que soportase tal empresa). En el caso de que aparezcan síntomas hay que acudir al médico o al servicio de urgencias. Los controles periódicos con el médico de atención primaria también nos permite el control de los factores de riesgo ya establecidos como la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, y la diabetes.

En definitiva, el mejor tratamiento es la prevención. Como dice Fredy Larsan, "todos nos vamos a morir algún día; se trata de retrasarlo lo más posible".

Que se mejoren.

El Instituto Nacional de Estadística publicó este verano los datos provisionales sobre las causas de muerte en España en 2023. Como novedad más importante, los tumores se situaron como primera causa de fallecimiento, siendo los causantes del 26,6% del total de las defunciones. Las muertes por enfermedades del sistema circulatorio descendieron un 5,3% respecto a 2022, situándose como segunda causa más frecuente, con un 26,5% del total. Las enfermedades cardiovasculares pierden, por primera vez, este luctuoso liderato y se sitúan como la segunda causa de muerte en nuestro país, gracias a que se produjeron 6.476 fallecimientos menos que el año anterior. Son, sin duda, buenas noticias, y pueden reflejar, por primera vez, que las medidas preventivas empiezan a dar sus frutos.

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