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Descubren el mecanismo clave para hacer frente a la obesidad y sus consecuencias cardiovasculares
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Investigación española

Descubren el mecanismo clave para hacer frente a la obesidad y sus consecuencias cardiovasculares

Científicos del CNIC logran conocer cómo los adipocitos logran expandirse de forma segura para poder almacenar grasa y evitar daños

Foto: Grupo investigador con Miguel Ángel del Pozo y María Aboy (de azul) en el centro. (CNIC)
Grupo investigador con Miguel Ángel del Pozo y María Aboy (de azul) en el centro. (CNIC)

La obesidad es un problema real de la sociedad actual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge que en 2022, una de cada ocho personas en el mundo era obesa. En España, el porcentaje se sitúa en un 18,7% de los adultos, afectando más a hombres que a mujeres, según el informe ENE-Covid. En este contexto, un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha logrado un avance significativo en la comprensión de las enfermedades metabólicas, incluida la recién nombrada. El conocimiento en profundidad de un mecanismo clave se convierte en un primer paso para el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas para hacer frente a estas patologías y sus consecuencias.

María Aboy es la investigadora principal de esta investigación, publicada este jueves en Nature Communications, y afirma que se ha contribuido a conocer más sobre la obesidad para, en un futuro, poder desarrollar terapias o entender mejor por qué ocurre. Miguel Ángel del Pozo, quien ha liderado este estudio, confirma que con los resultados se arroja luz sobre cuáles son los mecanismos que están sucediendo tanto en esta patología, como en otras metabólicas, que a fin de cuentas conllevan complicaciones cardiovasculares. Aunque no sea una meta a corto plazo, con esta información se piensa en posibles implicaciones terapéuticas.

Aboy, que en el desarrollo del estudio era investigadora predoctoral del CNIC, explica que el grupo estaba estudiando las células que acumulan las grasas, llamadas adipocitos. "Queríamos saber qué tienen tan de especial para que sean capaces de acumular esa cantidad de grasa. Esto es muy importante, en una situación de obesidad toda la grasa que no acumules ahí se va a ir a las arterias, al cerebro… a cualquier sitio donde haga daño", matiza.

Al observar su superficie en un microscopio electrónico, se ve que no es lisa, sino que tiene una especie de pequeñas estructuras o pliegues, llamados caveolas, que, aunque están en todas las células, en los adipocitos son "supercomunes y hay muchísimos". Esto permite que la membrana sea flexible. "El adipocito es como un globo, pero con muchísima superficie y muy flexible que se puede acomodar. Cuando se llena de grasa, estos pliegues se estiran y hacen que la célula se expanda, hacen sitio para acumular más grasa", asegura

¿Para qué sirven las caveolas?

Por tanto, si no se cuenta con estas caveolas, "directamente no se pueden aplanar", tal y como explica Del Pozo, jefe de grupo de Mecanoadaptación y Biología de Caveolas del CNIC. "La membrana no puede dar más de sí y lo que sucede es que son más susceptibles de romperse cuando están cargadas con grasa", detalla.

La proteína que forma estos pliegues recibe el nombre de Caveolina-1, explica Aboy, que actualmente es investigadora postdoctoral en la Universidad de Ginebra, en Suiza. "Hay personas con un defecto genético que no tienen esta proteína y, por tanto, no existen estos pliegues. En estos casos, el problema es que la célula no tiene esta flexibilidad. Cuando el adipocito se llena de grasa para que no se vaya a otro sitio, lo que sucede es como cuando un globo se infla demasiado: estalla. Cuando pasa, el adipocito muere y toda la grasa que hay dentro se libera al exterior, al entorno. La grasa es muy tóxica para el organismo. Induce inflamación y daño al organismo", comenta. Por tanto, si no se cuenta con la Caveolina-1, la persona no tiene posibilidad de acumular grasa en sus adipocitos y todo lo que debería acumularse en esas células grasas se queda en la sangre. "Es como si tuvieran todos los síntomas de la obesidad, pero 100 veces más", resume Aboy.

"Es como si tuvieran todos los síntomas de la obesidad, pero 100 veces más"

Cuando se padece obesidad, los adipocitos están agotando su capacidad. Pero si no se tiene de entrada, no se puede guardar nada de eso. Es lo que se conoce como lipodistrofia. "Es como tener todos los síntomas del síndrome metabólico (con colesterol en sangre y diabetes), pero todo muchísimo peor. La gente acaba teniendo infartos o problemas en los vasos sanguíneos", recuerda.

"Cuando queremos arreglar algo porque tenemos un problema genético o molecular en las células, tenemos que saber por qué ocurre. Estamos en esa fase: conocer la razón, saber lo que no funciona para entender un poco la enfermedad y cómo se desarrolla", comenta Aboy.

Foto: (istock)

En un futuro se aspira a entender cómo hacer que los adipocitos pudiesen acumular la grasa para que las personas con obesidad no tuvieran alteraciones cardiovasculares. "Si puedes promover la acumulación de grasa en una zona segura, podrías evitar, en teoría, daños derivados de la obesidad. Aunque lo mejor es no tener exceso de grasa, como lo vas a tener y normalmente la obesidad es muy difícil de curar, es mejor tenerla acumulada de forma segura. Entonces, si pudiésemos usar esta proteína para alargar la vida o alargar la integridad de los adipocitos, esto podría ayudar a los pacientes. También serviría para los pacientes con lipodistrofia, para que no tuviesen la enfermedad en primer lugar", reflexiona.

La obesidad es un problema real de la sociedad actual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge que en 2022, una de cada ocho personas en el mundo era obesa. En España, el porcentaje se sitúa en un 18,7% de los adultos, afectando más a hombres que a mujeres, según el informe ENE-Covid. En este contexto, un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha logrado un avance significativo en la comprensión de las enfermedades metabólicas, incluida la recién nombrada. El conocimiento en profundidad de un mecanismo clave se convierte en un primer paso para el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas para hacer frente a estas patologías y sus consecuencias.

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