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¿Se puede curar la artrosis?: la enfermedad que padecen 7 millones de españoles
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¿Se puede curar la artrosis?: la enfermedad que padecen 7 millones de españoles

Es una patología muy frecuente, cuya prevalencia se estima en torno al 29,35% en mayores de 40 años

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En 1995, la Organización Mundial de la Salud definió artrosis como un proceso degenerativo articular que se produce como consecuencia de trastornos mecánicos y biológicos que desestabilizan el equilibrio entre la síntesis y la degradación del cartílago articular, estimulando el crecimiento del hueso subcondral y con la presencia de sinovitis crónica (inflamación de la membrana sinovial que recubre las articulaciones) de intensidad leve.

Según el doctor Rodrigo García Crespo, jefe de sección del Servicio de Traumatología del Hospital Clínico San Carlos, "es la enfermedad articular más frecuente dentro de la población y afecta a más del 65% de las personas por encima de 70 años".

La Sociedad Española de Reumatología publicó en 2020 en la revista Reumatología Clínica el Estudio EPISER2016 para conocer la prevalencia de la artrosis y otras enfermedades reumáticas en España. El artículo recoge que esta enfermedad posee una tasa de incidencia en la población española del 29,35%. La artrosis cervical es del 10,10% y la artrosis lumbar del 15,52%, con presencia mayoritaria en mujeres y de edad avanzada. La artrosis de cadera fue del 5,13% y la de rodilla del 13,83% y se asocian con el sexo femenino, sobrepeso y obesidad. En cuanto a la artrosis de mano, fue del 7,73%, también con mayor frecuencia en mujeres y con obesidad.

Los síntomas principales con los que cursa esta dolencia incluyen dolor y rigidez, especialmente después de períodos de inactividad. "Durante su evolución vemos afectación del cartílago y cambios en la estructura ósea, lo que lleva a un mayor malestar y limitación en la movilidad", explica el doctor José Luis Morell, médico adjunto del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Ramón y Cajal.

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En el desarrollo de la artrosis influye una interacción compleja entre factores genéticos y ambientales. La genética puede predisponer a ciertas personas a desarrollar esta dolencia, como en aquellos casos que hay antecedentes familiares. Sin embargo, factores ambientales, como la edad, el sobrepeso, las lesiones articulares y la falta de actividad física, juegan un papel crucial en su progresión. "Por lo tanto, aunque la predisposición genética es importante, el estilo de vida y el entorno suelen tener un impacto significativo en la aparición y gravedad de la artrosis", señala el doctor Morell.

Cómo afecta la alimentación

Determinar el impacto de la alimentación en la artrosis puede ser complicado, ya que cómo afectan ciertos alimentos varía entre individuos. "Si bien algunos estudios han identificado alimentos que pueden ser beneficiosos (ácidos grasos omega-3) o perjudiciales, (como los azúcares refinados o las grasas saturadas), los resultados no siempre son concluyentes", apunta el médico adjunto del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Ramón y Cajal.

En relación con la dieta, el doctor García Crespo aconseja que esta se ajuste al modelo Mediterráneo, "evitando el consumo de grasas sobresaturadas, así como de un exceso de azúcares". Un patrón alimenticio que ayuda, según este experto, a mantener un peso adecuado, evitándose así la sobrecarga de las articulaciones.

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Asimismo, una vez diagnosticada la enfermedad, recomienda la toma de algunos suplementos de fármacos condroprotectores (que se caracterizan por su simplicidad, por no interactuar con otros medicamentos, reducir el dolor, mejorar la movilidad y carecer de efectos secundarios), "que ayudan al control de la clínica dolorosa". E insiste en que la implementación de una dieta adecuada tiene que ser un elemento más "en el enfoque integral del manejo de la artrosis".

El ejercicio es clave

El ejercicio regular también se presenta como un factor clave que ayuda a la prevención de la artrosis. "La actividad física fortalece los músculos que rodean las articulaciones, mejora la flexibilidad y ayuda a mantener un peso saludable, lo que reduce la presión sobre las articulaciones. Además, el ejercicio mejora la circulación y la salud del cartílago al aumentar el flujo sanguíneo", sostiene el doctor Morell. Actividades de bajo impacto, como caminar, nadar y practicar yoga, son especialmente beneficiosas, "ya que minimizan el estrés en las articulaciones", manifiesta. Por eso, continúa, "incorporar ejercicio en la rutina diaria no solo ayuda a prevenir la artrosis, sino también a mejorar la calidad de vida en general".

Una vez diagnosticada la dolencia, el ejercicio físico debe ser parte del tratamiento. "Si bien no reduce ni mejora el daño articular, alivia la sintomatología dolorosa asociada, ya que una musculatura entrenada reduce la presión articular y los sobreesfuerzos que las articulaciones deben soportar", señala el doctor Juan Carlos Nieto, reumatólogo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Por ello, este experto aconseja combinar ejercicio aeróbico con ejercicios de musculación o tonificación muscular.

¿Se puede curar?

El aspecto más importante en relación con la artrosis es que una vez iniciado el proceso degenerativo, no hay actualmente posibilidad de recuperar o curar esa articulación: "El tratamiento se dirige a reducir los síntomas y la progresión. Por eso es crucial la prevención primaria, es decir, evitar que la artrosis tenga lugar", declara el doctor Nieto.

Si las recomendaciones dietéticas y la práctica de ejercicio físico moderado para evitar el sobrepeso, que es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de una artrosis precoz, fracasan, entonces "se inician tratamientos más invasivos, como el uso de infiltraciones de ácido hialurónico, terapia biológica o tratamiento quirúrgico", expone el doctor García Crespo.

En 1995, la Organización Mundial de la Salud definió artrosis como un proceso degenerativo articular que se produce como consecuencia de trastornos mecánicos y biológicos que desestabilizan el equilibrio entre la síntesis y la degradación del cartílago articular, estimulando el crecimiento del hueso subcondral y con la presencia de sinovitis crónica (inflamación de la membrana sinovial que recubre las articulaciones) de intensidad leve.

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