¿Por qué sudamos cuando tenemos fiebre?
La sudoración cumple una función esencial durante un episodio febril porque contribuye a disipar el calor y evita que la temperatura corporal se eleve excesivamente
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Lo que se manifiesta como un aumento temporal de la temperatura corporal, la fiebre, es una respuesta fisiológica del organismo frente a determinados peligros o amenazas. O, lo que es lo mismo, un mecanismo de defensa frente a infecciones o agresiones como inflamaciones, lesiones tisulares o exposición a determinadas toxinas.
“Es una herramienta del sistema inmunológico para limitar la proliferación de ciertos patógenos, como virus y bacterias, que son sensibles a temperaturas elevadas”, afirma José Miguel Mansilla Domínguez, profesor del Grado de Enfermería de la Universidad Europea y miembro de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria (AEC).
El mecanismo consiste en que se optimice “la actividad de ciertas células inmunes, como los linfocitos y macrófagos, para crear un ambiente menos favorable para el crecimiento de patógenos sensibles al calor, ayudando a contener la infección”, afirma el enfermero.
Y añade Mansilla Domínguez: “Esto provoca un reajuste en la temperatura corporal, iniciando mecanismos para generar y retener calor, alcanzando así un nuevo punto de referencia térmico”. Por eso se considera que, en efecto, tener fiebre es beneficioso para el paciente.
La función del sudor
Pero que la temperatura suba demasiado podría llegar a ser peligroso para las células y los tejidos. Y ahí es donde aparece —de manera providencial, porque el organismo es muy listo— el sudor: “La sudoración cumple una función esencial durante un episodio febril. Contribuye a disipar el calor y evita que la temperatura corporal se eleve excesivamente”.
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“Cuando la fiebre comienza a descender, el hipotálamo reajusta el punto de ajuste térmico hacia valores normales, y el cuerpo responde mediante la sudoración para liberar el calor acumulado, ayudando a enfriar el cuerpo. Esta sudoración post-febril es común cuando la fiebre se está resolviendo”, explica el experto.
Entonces, ¿es bueno sudar?
Lo explica Mansilla Domínguez: “Las tiritonas o escalofríos son episodios de temblores musculares que ocurren cuando el hipotálamo eleva el punto de ajuste térmico. Al percibir esta nueva temperatura como ideal, el cuerpo genera calor mediante contracciones musculares involuntarias, ayudando a elevar rápidamente la temperatura interna”.
Cuando la fiebre está aumentando, es adecuado cubrir al paciente moderadamente hasta que la temperatura corporal se estabilice
Estos temblores son más habituales en el momento en que se inicia la fiebre “y son un mecanismo efectivo para producir calor corporal y alcanzar la temperatura deseada que el hipotálamo considera necesaria para la defensa inmunológica”, explica el profesor.
¿Se debe cubrir o descubrir a una persona con fiebre?
La discusión sobre si es bueno cubrir al paciente con fiebre o descubrirlo para que le baje la temperatura es muy habitual y muy comprensible. Porque ambas ideas son correctas. Lo aclara el profesor del Grado de Enfermería de la Universidad Europea: “Esta decisión depende del estado febril y de su fase”.
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“Si la fiebre está aumentando y la persona experimenta escalofríos, es adecuado cubrirla moderadamente hasta que la temperatura corporal se estabilice. Sin embargo, una vez que la fiebre haya alcanzado su pico o comience a descender, el exceso de ropa puede dificultar la disipación del calor”, comenta.
Lo que sucede en este caso es, en palabras de Mansilla Domínguez, que se podría “mantener una temperatura elevada de manera innecesaria” Por eso, recomienda, en estos casos, “optar por ropa ligera y materiales transpirables”. Es decir un pijama fino y siempre de algodón.
¿Y lo del baño con agua fría?
En más de una película hemos visto introducir al enfermo en una bañera con agua fría e incluso con hielos. Pero, por lo que afirma en enfermero, la idea es solo aceptable para la ficción. “Cuando se busca reducir la fiebre, los baños tibios son más recomendables que los baños fríos”.
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La razón es que “el agua fría puede provocar una respuesta de choque en el organismo, induciendo escalofríos que pueden elevar nuevamente la temperatura corporal. Los baños de agua tibia, en cambio, ayudan a reducir la temperatura gradualmente, proporcionando alivio sin desencadenar una respuesta de estrés térmico”, concluye el miembro de la AEC.
Lo que se manifiesta como un aumento temporal de la temperatura corporal, la fiebre, es una respuesta fisiológica del organismo frente a determinados peligros o amenazas. O, lo que es lo mismo, un mecanismo de defensa frente a infecciones o agresiones como inflamaciones, lesiones tisulares o exposición a determinadas toxinas.