No solo el cardio es bueno para el corazón: estos ejercicios también son beneficiosos
Tanto los ejercicios aeróbicos como los de fuerza ayudan a proteger nuestra salud cardiovascular. Una combinación de ambos es la mejor estrategia para cuidar el corazón
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Desde hace décadas se sabe que la práctica de ejercicio físico es una de las herramientas esenciales para mantener un buen estado general de salud. Pero, además, tiene claros beneficios para nuestro corazón, ya que ayuda a regular la tensión arterial, reduce el colesterol, mejora la resistencia a la insulina (diabetes) y fortalece la musculatura, incluida la del corazón.
Una de las preguntas que surgen con más frecuencia es la de qué tipo de ejercicios -aeróbicos o de fuerza- son más recomendables para la salud cardiovascular. Aunque durante mucho tiempo se dio por sentado que el ejercicio aeróbico era el que proporcionaba un mayor beneficio al corazón -y, de hecho, normalmente nos referimos a él diciendo que “hacemos cardio”-, hoy se sabe que también la fuerza juega un papel importante.
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La doctora Catheline Lauwers, cardióloga del Hospital Quirónsalud Valencia, explica que “ambos tipos de ejercicio se deben considerar igual de importantes; lo óptimo es realizar una combinación de ambos”. También nos da las claves para entender cómo unos y otros pueden ayudarnos a mejorar la función de nuestro corazón, y qué debemos tener en cuenta a la hora de llevarlos a la práctica.
El aeróbico se trata de un tipo de ejercicio, explica la experta, “en el que se emplean los músculos grandes y puede realizarse durante largo tiempo. Ejemplos de ellos son andar, correr, nadar o hacer bicicleta”. No obstante, advierte que “debe ser realizado de forma adecuada: más intensidad no necesariamente es mejor para la salud”.
Con respecto a la frecuencia de su práctica, la especialista señala que “siempre va a depender del estado físico previo o de factores como la edad. Pero, de forma genérica, podemos hablar de hacer unas tres sesiones a la semana. Una buena opción es caminar durante una hora, o algo más, combinando diferentes intensidades e introduciendo en la sesión pequeñas cuestas o rampas”.
Ejercicio de fuerza: el poder del músculo
Este tipo de ejercicio, explica la doctora, “ayuda a disminuir el peso graso y a aumentar el peso muscular, así como a prevenir la osteoporosis y a mejorar la postura y el equilibrio”. Con respecto al corazón, “en la actualidad, cada vez es más contundente la evidencia acerca de que realizar determinados programas de entrenamiento de fuerza no solo no es perjudicial, sino que aporta beneficios muy importantes para la salud cardiovascular”.
Evidentemente, advierte, “no todo vale, y este tipo de trabajos hay que realizarlos en el contexto adecuado. Es decir, con una planificación que se adapte a las necesidades, posibilidades y limitaciones de cada sujeto (que debería incluir una valoración inicial), así como con la realización correcta de los ejercicios, con los ajustes correspondientes y una valoración constante para ver si los efectos del programa son los deseados”.
A la hora de poner algún ejemplo de ejercicio de fuerza que sea beneficioso para la salud cardiovascular, la experta señala “aquellos en los que intervengan grandes grupos o cadenas musculares; no es necesario que se trate de trabajo con grandes sobrecargas: en la mayoría de los casos es suficiente trabajar con el propio peso corporal”.
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Aunque la actividad física ayuda a todas las personas, “debemos prestar especial atención a las características de los ejercicios en personas que sufran de afección cardiovascular y tengan limitaciones al respecto (sobre todo en lo que respecta a la intensidad y la respiración). Por eso se recomienda una evaluación inicial de un cardiólogo. En el caso de personas mayores, debe haber una clara supervisión inicial por parte de un entrenador personal, fisioterapeuta…”.
Asimismo, concluye la doctora, hay señales de advertencia que se deben tener en cuenta mientras se hace ejercicio para evitar problemas cardiacos: “Los síntomas que es importante reconocer son el dolor torácico, la disnea o dificultad para respirar, la fatiga o disminución del rendimiento, las palpitaciones, los mareos y el síncope. Nos avisan de que algo no está funcionando y deberíamos recurrir cuanto antes a nuestro cardiólogo”.
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Desde hace décadas se sabe que la práctica de ejercicio físico es una de las herramientas esenciales para mantener un buen estado general de salud. Pero, además, tiene claros beneficios para nuestro corazón, ya que ayuda a regular la tensión arterial, reduce el colesterol, mejora la resistencia a la insulina (diabetes) y fortalece la musculatura, incluida la del corazón.