¿Por qué se han multiplicado los casos de autismo en dos años? Este estudio tiene la explicación
La prevalencia global del trastorno en 2021 fue de 788,3 por 100.000 personas, "sustancialmente mayor" que la de 369 por 100.000 (uno de cada 271 individuos) estimada por el mismo estudio en 2019
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"El autismo no se puede diagnosticar mediante una PCR o un hemograma. Todos los problemas que se manifiestan a nivel conductual o mental llevan una dificultad añadida". Guillermo Benito es psicólogo del área de Investigación de la Confederación Autismo España y sabe bien de lo que habla.
El trastorno del espectro autista (TEA) se caracteriza por dificultades persistentes en la comunicación e interacción social, problemas relacionados con el procesamiento sensorial, conductas, intereses o actividades repetitivas y, en algunos casos, discapacidad intelectual.
En nuestro país, las bases de datos estadísticas oficiales no recogen adecuadamente el autismo, pero se estima que un 1% de la población en Europa lo padece. Ahora, un nuevo estudio publicado este viernes en la revista The Lancet Psychiatry recoge una información más exhaustiva y estima que una de cada 127 personas en el mundo, es decir, 61,8 millones, se encontraba dentro del espectro autista en 2021.
Y hay algo que llama la atención de los investigadores: la prevalencia global del TEA en 2021 fue de 788,3 por 100.000 personas, "sustancialmente mayor" que la de 369 por 100.000 (uno de cada 271 individuos) estimada por el mismo estudio en 2019.
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Los autores principales de la publicación explican que esta diferencia se debe principalmente a cambios en la forma en la que se estimó la prevalencia, con la exclusión de los estudios que se basaron en la identificación de casos mediante el uso de registros sanitarios existentes que probablemente subestimaron previamente el trastorno del espectro autista.
Para Benito los motivos son diversos: "Hasta hace unos 30 años era difícil contar con dispositivos que pudieran detectar el autismo de una forma más o menos exhaustiva. Esto ha desencadenado unos cambios importantes en las tasas de prevalencia. Antes era un trastorno raro porque no se diagnosticaba". Igualmente, destaca que la forma de evaluarlo "es muy dispar". "Incluso en un mismo país podemos encontrar tasas distintas y eso tiene que ver en cómo se atiende", matiza.
También comenta que "lo normal" a la hora de diagnosticar a un niño es que los padres sospechen o reciban algún tipo de alerta por parte de los pediatras o los profesores. "Nos vamos fijando en unos hitos que se alcanzan en determinadas edades y cuando no se consiguen se hacen cribados de valoración en los casos más sospechosos. Es importante que se acompañe el pronóstico de unas medidas de apoyo", expone.
Más común en esta edad
En cuanto a la edad, el estudio indica que el TEA es más común en personas menores de 20 años, donde se ubica entre las 10 principales causas de carga de salud no mortal, lo que enfatiza la "necesidad de detección temprana y apoyo" para su desarrollo.
No obstante, Benito reseña que las personas autistas mayores de 50 son "minoritarias": "En su momento se consideró que tenían una discapacidad de otro tipo. Cada vez nos encontramos más perfiles así que vienen a las entidades porque sospechan que tienen TEA. Quienes lo buscan lo reciben con alivio porque les sirve para ratificar algunas cuestiones de su vida".
Implicaciones en investigación futura
Entre las conclusiones principales que arroja el estudio se incluye la falta de datos representativos en varias regiones del mundo, "lo que limita una comprensión completa de la prevalencia global": "Es esencial realizar más estudios poblacionales y encuestas activas para identificar los casos y las necesidades específicas del TEA. Se deben diseñar políticas que aborden las necesidades a lo largo de toda la vida, incluidas las de adultos autistas, quienes suelen estar subrepresentados en los estudios y en los servicios disponibles".
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Además, los autores insisten en que el escrito tiene implicaciones importantes para la investigación futura, la prestación de atención sanitaria y la planificación de políticas que aborden mejor las necesidades únicas de todas las personas autistas a lo largo de sus vidas.
En definitiva, el informe hace un llamado a los investigadores, planificadores de políticas y comunidades a trabajar juntos para garantizar un mejor entendimiento y apoyo integral para las personas autistas, promoviendo un entorno más inclusivo y comprensivo a nivel global.
Mitos sobre las vacunas y el autismo
La semana pasada, Donald Trump sugería de nuevo que existía una relación entre la vacunación infantil y el autismo. De hecho, aseguró que lo debatirá en profundidad con Robert F. Kennedy Jr., su próximo secretario de Salud.
"Es una locura. En los años 90 salió un estudio que lo sugería, pero se demostró que estaba falseado y al médico que lo hizo se le retiró la licencia. Cada poco tiempo vuelve a la carga este bulo", concluye Benito.
"El autismo no se puede diagnosticar mediante una PCR o un hemograma. Todos los problemas que se manifiestan a nivel conductual o mental llevan una dificultad añadida". Guillermo Benito es psicólogo del área de Investigación de la Confederación Autismo España y sabe bien de lo que habla.