¿Has caído en la rumiación psicológica? Así podrás atajarlo
Aunque es muy frecuente tener este tipo de pensamientos, no lo es tanto que se conviertan en un problema de salud mental. Cambiar de actividad o escribir un diario pueden ayudar a dejarlos atrás
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A menudo, cuando algo nos preocupa, bien algo del pasado, del presente o del ‘supuesto’ futuro, algo pasa en nuestro cerebro, que no podemos dejar de pensar en ello. Le damos vueltas hacia un lado y, después, hacia el otro. Pensamos en cómo actuaremos si pasa esto; en cómo actuaremos si pasa lo contrario….
Lo que debíamos haber contestado a ese compañero de trabajo que nos ningunea; o lo que debíamos haber callado. Las posibilidades de actuación en caso de que se den unas circunstancias; pero también si se dan las opuestas. Esos pensamientos, con frecuencia, acaban fuera de nuestro control.
Es lo que se denomina rumiación psicológica: “Esta forma de pensar puede convertirse en un ciclo repetitivo de preguntas y respuestas, premisas y conclusiones, que no solo pueden impedir abordar el objeto de pensamiento, sino también hacerlo aún más complejo”, según Matteo Mazzucato, psicólogo portavoz de Unobravo en España.
Seguramente te suene esta situación porque, como afirma el psicólogo, la rumiación psicológica es muy común: “Casi todas las personas experimentan este tipo de pensamientos en algún momento, especialmente después de eventos estresantes o conflictivos”.
¿Hay que alarmarse?
Generalmente es una situación que se pasa sin mayores problemas. Pero “cuando la rumiación se convierte en un patrón persistente, puede ser indicativo de trastornos psicológicos como depresión, ansiedad generalizada o trastorno obsesivo-compulsivo”, advierte Mazzucato.
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En los casos en los que no se gestiona adecuadamente puede ser perjudicial, ya que incrementa el riesgo de desarrollar trastornos de salud mental y problemas de sueño. Mazzucato: “A nivel social, también puede impactar negativamente, ya que la persona rumiante tiende a aislarse y tener dificultades para disfrutar de sus relaciones”.
Ambos géneros, todas las edades
Este tipo de problemas de rumiación puede afectar tanto a hombres como a mujeres, de todas las edades, aunque es menos frecuente en personas mayores. El experto añade que “puede ser común en quienes tienen una mayor sensibilidad emocional, y en quienes presentan rasgos de ansiedad, perfeccionismo, tendencia a la autoexigencia o inclinación a analizar excesivamente sus emociones y comportamientos”.
La persona rumiante tiende a aislarse y tener dificultades para disfrutar de sus relaciones
Quienes han vivido experiencias traumáticas o se enfrentan a situaciones de estrés crónico suelen ser más propensos a caer en este patrón de pensamiento. “También puede afectar a quienes están atravesando una fase de transición identitaria, como adultos jóvenes y personas en la mediana edad, etapas, con estrés por los estudios, el trabajo, la pareja o la familia”.
Desarrollar autoconciencia
El experto de Unobravo afirma que para evitar que estos pensamientos se apoderen de nuestros pensamientos, “puede ser útil aprender a desarrollar una autoconciencia a través de una postura meditativa que nos permita reconocer el modo de pensar que practicamos y los efectos que esto tiene”.
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Mazzucato también aconseja “aprender a reflexionar sobre cómo nos hace sentir emocionalmente el tipo de pensamiento que estamos practicando”. Para conseguirlo es buena idea hablar con amigos, familiares o un profesional, porque es más sencillo comprender nuestros pensamientos una vez verbalizados.
Cambiar de actividad
Si no conseguimos evitarla y la rumiación se ha instalado en nuestro pensamiento, el experto recomienda la “interrupción del ciclo de pensamientos a través del ‘hacer’. Es decir, cambiar de actividad física o mental, como salir a caminar, escuchar música o escribir sobre lo que estamos pensando”.
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Otra estrategia recomendada es “la focalización en la ‘jerarquización’ de las soluciones. En lugar de seguir interrogando el problema, dividirlo en pequeños pasos alcanzables y en posibles acciones a realizar para afrontarlo”.
Finalmente, Mazzucato se refiere a llevar un diario emocional: “Escribir lo que sentimos puede ayudarnos a aceptar que no todo tiene una solución inmediata, así como a liberar la mente y encontrar patrones en nuestros pensamientos que podamos cambiar”.
A menudo, cuando algo nos preocupa, bien algo del pasado, del presente o del ‘supuesto’ futuro, algo pasa en nuestro cerebro, que no podemos dejar de pensar en ello. Le damos vueltas hacia un lado y, después, hacia el otro. Pensamos en cómo actuaremos si pasa esto; en cómo actuaremos si pasa lo contrario….