¿Eres más de vino o de cerveza? Esta es la peor bebida para tu salud según la ciencia
Sea cual sea la tu bebida favorita, tenemos malas noticias: todas son malas. Pero recientes estudios aseguran que algunas lo son menos que otras, y no solo por la bebida en sí, sino también por los alimentos que la acompañan.
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El veredicto es claro: cualquier cantidad de alcohol, por pequeña que sea, representa un riesgo para la salud y reduce nuestra longevidad y calidad de vida. Guste o no, su consumo sigue siendo muy extendido y, en caso de no poder evitarlo, nunca está de más determinar cuál de las bebidas que a menudo consumimos son ‘menos malas’.
Investigadores de la Universidad de Tulane (Louisiana) determinaron que los bebedores de cerveza tienen a menudo dietas de peor calidad y más inclinación a fumar, además de ser menos activos físicamente, en comparación con los consumidores de vino u otro tipo de licores. El estudio, presentado en The Liver Meeting, evento organizado por la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas, pone de manifiesto que no hay dieta saludable con alcohol.
Sin embargo, y en contra de lo que pudiera parecer, la cerveza es la bebida alcohólica menos recomendable. Los investigadores evaluaron las dietas de consumidores de diferentes tipos de alcohol usando el Índice de Alimentación Saludable. Ningún grupo alcanzó la puntuación de 80/100 que define una dieta adecuada. Sin embargo, los bebedores de cerveza obtuvieron la peor puntuación (49), mientras que los de vino lograron 55, y los de licor y combinados cerca de 53.
Malas compañías
Según el estudio, la cerveza suele acompañar alimentos ricos en carbohidratos y carnes procesadas, mientras que el vino se asocia a comidas más equilibradas, como carne, vegetales y lácteos. Los resultados sugieren que estas diferencias pueden explicarse por los entornos donde se consume cada tipo de bebida, aunque también es posible que las preferencias alimentarias guíen la elección de alcohol, como en el caso de los alimentos fritos o salados que suelen acompañar a la cerveza.
Los hallazgos de este estudio podrían ser útiles para personalizar intervenciones dietéticas y de actividad física según el tipo de alcohol que consuman los pacientes. Aunque el trabajo se centra en la población estadounidense, conocida por sus hábitos alimenticios poco saludables, ofrece una referencia valiosa. Asimismo, factores como el nivel socioeconómico podrían influir tanto en la elección de alcohol como en las dietas asociadas, afectando la calidad general de la alimentación.
En definitiva, ningún tipo de alcohol contribuye a mejorar la salud o la dieta, ni siquiera el vino, a menudo percibido como una opción más saludable. Este estudio refuerza la recomendación de limitar al máximo el consumo de alcohol para promover un estilo de vida más saludable y prevenir enfermedades, especialmente aquellas relacionadas con el hígado y el metabolismo.
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El veredicto es claro: cualquier cantidad de alcohol, por pequeña que sea, representa un riesgo para la salud y reduce nuestra longevidad y calidad de vida. Guste o no, su consumo sigue siendo muy extendido y, en caso de no poder evitarlo, nunca está de más determinar cuál de las bebidas que a menudo consumimos son ‘menos malas’.
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