¿Cuál es la auténtica relación entre las lumbalgias y el invierno?
El dolor de espalda afecta a más de la mitad de los españoles. Ahora bien, ¿nos duele más en invierno que en verano? ¿Se trata de una patología estacional?
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La lumbalgia es uno de los tipos de dolor con mayor prevalencia en todo el mundo, y España no es una excepción. Prueba de ello, es que se calcula que 6 de cada 10 españoles adultos están diagnosticados con dolor lumbar, en concreto, el 58,1% de la población. Así lo constata el informe Barómetro del dolor crónico asociado a la lumbalgia, basado en el Barómetro del dolor crónico en España de 2022.
Una cifra, sin duda preocupante. Sin embargo, aún lo es más si atendemos a la previsión que hace el estudio publicado en la revista The Lancet Rheumatology sobre la prevalencia de la lumbalgia. Sus autores calculan que en 30 años se superarán los 800 millones de afectados a nivel mundial. Por tanto, la lumbalgia, lejos de ser un tema menor se presenta como una patología cuya importancia no debería ignorarse.
Más allá de la clara tendencia general que nos muestran las cifras mencionadas, hay quienes aseguran que muchos de los casos se concentran en los meses más fríos. Una opinión cuyos defensores apoyan en los estudios procedentes de instituciones científicas como la Sociedad Española de Columna Vertebral (GEER), desde donde se advierte de que las temperaturas bajas que se registran en invierno podrían provocar una contracción de los músculos y ligamentos, lo que aumenta la rigidez en las articulaciones de la columna, llegando a originar dolores de espalda, especialmente en la zona lumbar.
Ahora bien, esta posición presenta varios matices, como los que explica el doctor Francisco Kovacs, director médico de la Unidad de Espalda Kovacs del Hospital HLA Universitario Moncloa y director de la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE). El doctor afirma que “a pesar de que existe una percepción subjetiva generalizada entre algunos pacientes y médicos de que cuando hace frío es más fácil que aparezca una contractura, y que esto propicia una lumbalgia inespecífica, lo cierto es que esto podría explicarse porque, por una parte, cuando hace frío aumenta el tono muscular, ya que es una manera que tiene el cuerpo de generar calor, y por otro lado, el frío tiende a contraer los vasos arteriales y, por tanto, a reducir el riego sanguíneo a la musculatura, y esto facilita que duelan”.
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Sin embargo, “a la hora de la verdad -remarca el doctor- esto es solo un factor más entre los muchos que participan, y además tampoco es de los más potentes. De hecho, ningún estudio ha demostrado que en invierno sea más frecuente el dolor lumbar que en verano. Y, por otra parte, el hecho de que hoy en día, en el mundo occidental la temperatura ambiental o exterior, sea alta o sea baja, no significa necesariamente que la musculatura esté expuesta a una mayor o menor temperatura. La calefacción y el aire acondicionado han cambiado muchas cosas”.
Causas meteorológicas
En el caso de que realmente fuera cierto que la temperatura exterior influyera en la aparición e intensidad del dolor lumbar, “su intensidad solo sería limitada y simplemente formaría parte del conjunto de factores intervinientes”, remarca el experto. Y añade: “Otra cosa distinta son los estudios que concluyen que los cambios en la presión atmosférica pueden hacer que de manera transitoria aumente la intensidad del dolor, ya que cuando la presión atmosférica baja, esto puede facilitar que haya cierto grado de inflamación. Eso sí, la influencia es mínima”.
Los cambios en la presión atmosférica pueden influir en la intensidad del dolor lumbar
Por otro lado, cuando los pacientes dicen notar los cambios del tiempo, estas sensaciones asociadas al ambiente “no se deben a la subida o bajada de las temperaturas, si no a los cambios de presión atmosférica”.
Movimiento o reposo, ¿qué conviene más?
Más allá de si realmente los casos de dolor lumbar aumentan significativamente durante el invierno o no, lo que siempre conviene es preparar la musculatura para evitar su aparición. En este sentido, el doctor aconseja que si hace frío, “conviene calentar antes de hacer ejercicio o un esfuerzo. Y por calentar, quiero decir, empezar a hacer movimiento sin carga o lentamente hasta que el riego mejore la musculatura, y luego hacer los movimientos o esfuerzos más demandantes”.
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Por otra parte, “como siempre, cuanto más potente, resistente y mejor coordinada esté la musculatura, menor riesgo de que aparezca un episodio doloroso, y, además, si apareciese, lo más probable es que fuera breve. No tendría por qué ser menos intenso, pero sí de menor duración. Por tanto, la actividad física es fundamental”.
Tanto es así, que lo más conveniente es “mantener el hábito de hacer ejercicio, incluso en los casos en los que hay dolor. En estas situaciones, lo único que hay que evitar es aquello que desencadena el dolor o que incrementa su intensidad. Pero, hasta ese nivel, hay que mantenerse tan activo como se pueda, ya que eso preserva el tono muscular, mejora el riego muscular y acorta el episodio doloroso”, asegura.
Higiene postural, influye, pero no tanto
En general, es mucho más eficaz invertir en ejercicio y preparar la musculatura que intentar cuidar constantemente las posturas que adoptamos, ya sea en el trabajo o en casa. Es más, la obsesión por controlar la corrección postural, “puede generar más tensión psíquica y, por tanto, también muscular”, advierte el doctor.
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Por otro lado, Kovacks asegura que investigaciones que han estudiado la posible influencia de las posturas en el dolor lumbar, confirman que “su efecto solo es apreciable en aquellos sujetos que, por su trabajo o su actividad física, tienen unas prácticas de muy mala higiene postural. Por ejemplo, si alguien que tiene que estar muchas horas sentado en la oficina, y tuviera todos los elementos que necesita dispuestos de tal manera que no tuviera que estar constantemente torcido, esto ayudaría un poco a evitar o aliviar la lumbalgia, pero no mucho”.
La lumbalgia es uno de los tipos de dolor con mayor prevalencia en todo el mundo, y España no es una excepción. Prueba de ello, es que se calcula que 6 de cada 10 españoles adultos están diagnosticados con dolor lumbar, en concreto, el 58,1% de la población. Así lo constata el informe Barómetro del dolor crónico asociado a la lumbalgia, basado en el Barómetro del dolor crónico en España de 2022.