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¿Qué hay después de un intento de suicidio? Cada día unas 250 personas se enfrentan a esta situación en España
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¿Qué hay después de un intento de suicidio? Cada día unas 250 personas se enfrentan a esta situación en España

El Ministerio de Sanidad va a presentar en e CUSNS el primer plan de prevención del suicidio, donde se hace hincapié en el uso racional de psicofármacos y la formación

Foto: Cada día unas 11 personas se suicidan en España. (Getty Images/Justin Sullivan)
Cada día unas 11 personas se suicidan en España. (Getty Images/Justin Sullivan)

Cada día unas 11 personas se suicidan en España. Estas son las cifras estimadas a partir de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Por cada una de estas muertes, se producen unos 25 intentos, es decir, que diariamente se suceden unos 250, aunque el número puede ser mayor que este cálculo realizado por expertos, pues no existen registros exactos. Desde el Ministerio de Sanidad están intentando tomar cartas en el asunto y para ello, este viernes, abordará el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027 en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). En esta reunión, Mónica García hablará sobre el "primer plan pionero" de prevención del suicidio, donde se tiene en cuenta cuestiones como el uso racional de psicofármacos y la formación y capacitación.

El suicidio es un fenómeno "poliédrico y complejo", cuyo origen es multifactorial, por lo que hay que tener en cuenta las cuestiones biológicas y genéticas, ambientales, sociales, económicas, etc. Además, el factor de riesgo "más consistentemente replicado en la literatura" es el haberlo intentado previamente. Se calcula que el riesgo al año es del 16% y al cuarto año, del 23%. Estas cifras, y las mencionadas anteriormente, han sido recogidas por María Irigoyen Otiñano, psiquiatra del Hospital Universitario Santa María de Lérida.

Pero, ¿qué es lo que hay después de cada intento de suicidio? Esta experta explica que suele haber lo mismo que antes: "Un malestar psíquico elevado que limita la búsqueda de alternativas para la resolución del mismo. Por eso es muy importante la sensibilización y prevención para poder generar espacios que sean accesibles a los pacientes y se pueda realizar el diagnóstico y el tratamiento para remitir la sintomatología y solventar la crisis suicida".

Daniel Jesús López Vega es psicólogo sanitario y añade que estas personas suelen pasar por una fase de sufrimiento caracterizada por la culpabilidad que le provoca la conducta. En estos casos, suelen ser más fáciles las tareas de acompañamiento; sin embargo, cuando continúa con sus deseos y solo se arrepiente de no haberlo conseguido, es común necesitar un mayor número de medidas. "El aislamiento es el enemigo a combatir y el objetivo final es encontrar lazos con la vida que devuelvan el sentido a la víctima", resume.

¿Pero qué hay después de un intento?

La intervención posterior a un intento de suicidio dependerá de muchas variables, tal y como explica este especialista que preside la Asociación en Prevención y Posvención de la Conducta Suicida Papageno. Hay que tener en cuenta el nivel de riesgo de repetición de la conducta y de la presencia de factores protectores que puedan disminuir las consecuencias de la conducta.

La facultativa, por su parte, comenta que para evaluar la gravedad del intento de suicidio, algunos autores propusieron considerar la letalidad médica objetivable, la letalidad potencial del intento y las circunstancias que lo envuelven. Por supuesto, no hay que dejar atrás la psicopatología existente para determinar si se necesita un ingreso hospitalario.

Esta opción es la más viable en el caso de las personas que no tienen un entorno alrededor, según López. En el resto de ocasiones, dependerá del juicio clínico, pues existen otras medidas, como el seguimiento domiciliario, que pueden ser "más efectivas y disminuir el estrés de las personas afectadas".

Foto: Imagen de archivo de una joven. (EFE/Sáshenka Gutiérrez)

En cuanto al tratamiento, el psicólogo de Serendipia.icu comenta que se suelen apoyar en la elaboración de un plan de seguridad. Sobre el tipo de terapia, la farmacológica es una de las "más extendidas". Sin embargo, advierte sobre esta cuestión: "Como todo método, es eficaz cuando está indicado, pero en la actualidad nos encontramos con un proceso de medicalización que ha convertido a España en el mayor dispensador de benzodiacepinas del mundo sin que esto suponga una reducción significativa del riesgo. El uso inadecuado de fármacos constituye un error grave y la tendencia va en aumento". Esta cuestión será abordada en el borrador del Ministerio de Sanidad.

Irigoyen, quien es vicepresidenta de la Comisión Nacional de la Especialidad de Psiquiatría, defiende que el tratamiento propuesto variará en función de la psicopatología que presenta la persona y que la entidad diagnóstica más frecuentemente vinculada a la conducta suicida es la depresión. En ese caso, suele ser necesario iniciar un tratamiento antidepresivo para la remisión de la sintomatología y combinarlo, cuando proceda, con psicoterapia. “Es fundamental un abordaje inmediato y enérgico porque el suicidio es la complicación más grave del trastorno mental y en ausencia de un tratamiento específico del suicidio, el tratamiento de la patología subyacente es lo indicado”, sostiene.

Suicidio y menores de edad

El suicidio afecta a todas las edades. La Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) informa de que desde que pusieron en marcha su teléfono en 1994, por primera vez el bloque de problemas de salud mental supera al de violencia. En concreto, la conducta suicida es el principal motivo de llamada por parte de los menores, con un 17,5% del total de las peticiones de ayuda.

Los mayores factores de riesgo en estas edades son el acoso y ciberacoso, junto con abusos o violencia durante los primeros años de vida, según López. "Negar el acoso por proteger a una institución, denota aún cierta reminiscencia que tratan el acoso y el suicidio como un problema de carácter moral y no de salud pública y social. El estigma y el silencio, matan", sentencia.

Por su parte, la psiquiatra Irigoyen destacada que cada etapa de la vida entraña una característica en la conducta suicida. En este caso, los intentos son menos letales, pero "muy impulsivos". Por otro lado, los psiquiatras se encuentran ante el hándicap de la "inmadurez cognitiva" propia de estas edades, pues dificulta mucho la entrevista dado que, en ocasiones, estos pacientes no identifican con nitidez la irreversibilidad de la muerte.

placeholder Cada etapa de la vida entraña una característica en la conducta suicida. (Getty Images/Justin Sullivan)
Cada etapa de la vida entraña una característica en la conducta suicida. (Getty Images/Justin Sullivan)

Independientemente de la edad de la persona, el entorno resulta fundamental. "La familia o los grupos de apoyo juegan un papel nuclear tanto en la supervisión del paciente como en el acompañamiento en el proceso de recuperación", resume la médica. Para que dicho acompañamiento sea eficaz, López insiste en que la familia que tiene un miembro con este tipo de conducta necesita adquirir competencias.

Pero ya no es solo que tenga que hacerse con ciertas herramientas, es que en el caso en el que el intento de suicidio deje secuelas, puede empeorar aún más la situación vital e incluso provocar una reducción del apoyo social. "En este momento, es adecuada una reestructuración familiar, un aprendizaje para saber cómo poder ayudar mejor al ser querido. El apoyo social en esta fase es vital, uno de los factores protectores clave", comenta. En resumidas cuentas, aunque la familia no siempre es parte del problema, siempre es parte de la solución.

También hay que tener en cuenta el sufrimiento de este entorno. "Los supervivientes de suicidio son aquellos allegados de las personas que han realizado un intento de suicidio fatal o no fatal y que se sienten afligidos por este hecho. Paradójicamente, estas personas catalogadas como supervivientes tienen más riesgo de presentar psicopatología, peor ajuste social y mayor riesgo suicida", define Irigoyen.

Los retos pendientes

Ambos expertos coinciden en que España necesita un plan estratégico para reducir el suicidio. Esto pasa por seguir mejorando los registros clínicos y demográficos de suicidio e intentos. "Dimensionar las cifras permite monitorizar la evolución del suicidio y revisar qué medidas implementadas han sido eficaces y cuáles no para determinar mejorar las necesidades y adaptar los planes estratégicos de prevención", comenta la facultativa.

Foto: La ministra de Sanidad, Mónica García, junto con la comisionada de Salud Mental, Belén González. (EFE/Ana Escobar)

"En un sistema sanitario gratuito, la salud mental sigue siendo un artículo de lujo y mientras que tenemos acceso a tratamientos psicofarmacológicos a través de la seguridad social, el tratamiento psicológico es de facto de pago por la falta de recursos públicos. Urge la creación de un plan nacional de prevención del suicidio que siente las bases para la aparición de leyes que cubran esta necesidad y las de otros problemas relacionados con la salud mental y que dote de recursos económicos y humanos al sistema de atención", concluye López. De esta manera, la exposición del plan de Sanidad que se tratará esta mañana consiste el primer paso para alcanzar este objetivo.

De momento, sobre el 'Plan de Acción para la Prevención del Suicidio 2025-2027' se conoce que está formado por 40 medidas repartidas en seis líneas estratégicas, y que contará con un presupuesto aún por definir, tal y como adelanta EFE. Entre otras cuestiones, recoge la apuesta por fomentar un código de riesgo y las autopsias psicológicas, limitar el acceso a medios letales o aplicar una perspectiva de género, debido a la disparidad de cifras entre sexos, ya que los hombres se suicidan mucho más.

En esta propuesta, aunque son conscientes de que es difícil predecirlo, se aboga por priorizar los grupos de mayor riesgo: personas con problemas de salud mental, especialmente con cuadros severos; con discapacidad; mayores; adolescentes y jóvenes; LGTBIQ+; en riesgo de pobreza y exclusión social; las que sufren violencia; pacientes con enfermedades graves o dolor, y las privadas de libertad en centros penitenciarios.

Cada día unas 11 personas se suicidan en España. Estas son las cifras estimadas a partir de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Por cada una de estas muertes, se producen unos 25 intentos, es decir, que diariamente se suceden unos 250, aunque el número puede ser mayor que este cálculo realizado por expertos, pues no existen registros exactos. Desde el Ministerio de Sanidad están intentando tomar cartas en el asunto y para ello, este viernes, abordará el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027 en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). En esta reunión, Mónica García hablará sobre el "primer plan pionero" de prevención del suicidio, donde se tiene en cuenta cuestiones como el uso racional de psicofármacos y la formación y capacitación.

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