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10 millones de españoles tendrán esta enfermedad del hígado (y los expertos reclaman una simple prueba para evitarla)
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50º Congreso Nacional de la AEEH

10 millones de españoles tendrán esta enfermedad del hígado (y los expertos reclaman una simple prueba para evitarla)

Los hepatólogos piden un cribado de enfermedad hepática en consumidores habituales de alcohol, con independencia de la edad que tengan

Foto: Ilustración: istock
Ilustración: istock

Uno de cada cinco españoles, lo que implica 9,6 millones de personas, se encuentra en riesgo de padecer una enfermedad del hígado y las patologías relacionadas con este órgano representan la tercera causa de muerte prematura en España. Son, además, la segunda causa de años de vida laboral perdidos, solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares, y el problema es que siguen una tendencia al alza imparable, pues se relacionan con hábitos y estilos de vida cada vez más extendidos como el consumo excesivo de alcohol, una dieta poco saludable y el sedentarismo.

Ante ello, la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) ha reclamado en su 50º Congreso Nacional, que se ha celebrado esta semana en Madrid, un cribado de enfermedad hepática a todas las personas que, con independencia de la edad, presenten factores riesgo como consumo habitual de licores, diabetes, obesidad o transaminasas alteradas.

“Hace unos años, encontrar a una persona menor de 30 años con cirrosis era algo excepcional, hoy no lo es en absoluto y cada vez lo va a ser menos, si no le ponemos remedio”, explica el presidente de la AEEH, Manuel Romero. A los especialistas les preocupa en especial la creciente prevalencia tanto del conocido como “hígado graso” (esteatosis hepática metabólica), ligado a la obesidad y la diabetes tipo 2, así como la de la enfermedad hepática relacionada con el alcohol, cuya prevalencia se ha disparado en España, como en toda Europa, y con un impacto cada vez mayor a edades tempranas.

El hígado graso es ya la patología hepática más prevalente en nuestro país, pues se estima que afecta a tres de cada diez españoles, mientras que la segunda está espoleada por unos datos sobre el alcohol que son preocupantes. Europa es la región con mayor consumo de espirituosos del mundo, con uno medio de 9,2 litros al año, y España uno de los mayores consumidores de Europa, con un consumo medio de 11 litros por persona al año. A los especialistas les preocupan especialmente los patrones en jóvenes que son, además, los más peligrosos, pues conjugan un mayor riesgo con una menor percepción del mismo. Así, por ejemplo, los efectos de la práctica del Binge Drinking (ingesta de grandes cantidades de bebida en pocas horas), tan común en los jóvenes en fines de semana, pueden ser más perjudiciales para la salud hepática que un consumo moderado. Sin embargo, paralelamente, cada vez está más extendida la falsa convicción de que uno puntual, aunque desmesurado, tiene menos riesgos.

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Ambas patologías hepáticas, hígado graso y hepatitis por alcohol, han desplazado ya a las hepatitis virales como principal causa de cirrosis, cáncer de hígado e indicación de trasplante hepático, provocando con ello un descenso acusado en la edad de la población afectada por patologías hepáticas y, en consecuencia, la dedicación de mayor gasto y mayores recursos por parte del sistema sanitario. De ahí que los especialistas incidan en que el cribado por factores de riesgo está respaldado también por razones de coste-eficacia, dado que un paciente que se diagnostica a tiempo tiene un pronóstico mucho mejor. La gran dificultad, además, para el diagnóstico temprano de las patologías del hígado es que son enfermedades silentes: sus síntomas son inespecíficos y no se manifiestan hasta que el hígado presenta un daño elevado.

“Por eso mismo, es fundamental cribar siempre que existan factores de riesgo”, explica Romero. “El diagnóstico temprano es crucial a fin de diseñar intervenciones que cambien completamente el pronóstico de la enfermedad, pues el cambio en la dieta y la actividad física dirigida en pacientes con enfermedad hepática metabólica permite revertir la enfermedad en más del 80% de los casos. Asimismo, el cese de consumo de alcohol puede contrarrestar los efectos de la enfermedad hepática en la mayoría de los casos y mejorar el pronóstico significativamente”, concluye Romero.

Preocupación también por la cocaína

En la misma línea, en el citado Congreso se ha hecho especial hincapié en cómo afrontar la evolución de las enfermedades hepáticas, por la creciente prevalencia de la enfermedad hepática por alcohol y de la citada esteatosis hepática metabólica.

España es uno de los países europeos con mayor consumo de bebida y tres de cada cuatro estudiantes de 14 a 18 años reconocen haber tomado alcohol alguna vez en el último año, unos datos que explican la creciente incidencia de las enfermedades del hígado en edades cada vez más tempranas. En este contexto, un nuevo tóxico ha entrado en escena, complicando aún más la situación. Se trata de la cocaína. España es, tras el Reino Unido, el país del mundo en el que más jóvenes entre 18 y 34 años la toman: más del 5%.

Foto: Mezcla de cocaína y heroína en Filadelfia. (Getty/Spencer Platt)

A los expertos les preocupa los resultados de esta suma, que, más que una suma, es una multiplicación de los daños para la salud, y además no suficientemente conocida. “Aunque se conocen bien los perjudiciales efectos para la salud de ambos tóxicos por separado, conocemos mucho peor el efecto conjunto de ambas sustancias”, admite el hepatólogo Ramón Bataller, director del Registro de Enfermedad Hepática por Alcohol (REHALC) de la AEEH, que matiza que este desconocimiento se produce en parte por la propia metodología de la investigación médica, que siempre trata de aislar las causas de las enfermedades para precisar los efectos que provocan. La concurrencia de bebida y cocaína y los cuadros que se empiezan a ver desde hace ya algún tiempo en personas cada vez más jóvenes que consumen ambos tóxicos invitan a realizar estudios de envergadura al respecto.

La preocupación de los hepatólogos es doble. Por un lado, por las consecuencias de este sumatorio, que hay que investigar más, pero de la que ya se tienen algunas sospechas. Así, sorprenden los diagnósticos cada vez más frecuentes de jóvenes que presentan a la vez cirrosis hepática (asociada al alcohol) y microcardiopatías (asociada a la cocaína). Del mismo modo, hay indicios para pensar que el consumo continuado de ambas sustancias pueda estar detrás de las muertes súbitas de personas jóvenes sin una explicación clara.

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Pero es que, además, y por otro lado, entre alcohol y cocaína hay una retroalimentación peligrosa. Quiere decirse que tomar uno favorece tomar la otra y viceversa. En presencia de espirituosos, jóvenes en principio reticentes se desinhiben y la prueban. Inversamente, la droga es un gran estimulante que produce euforia e invita a prolongar fiesta y seguir bebiendo más y más. Con lo que el consumo conjunto incrementa también los daños individuales que cada una de estas sustancias produce para la salud.

De la íntima asociación entre el consumo alcohol y cocaína hay además datos fehacientes. Entre los jóvenes de 18 y 34, en nueve de cada diez casos, el consumo de droga va ligado a la bebida, por lo que al daño que causa el primer tóxico se suma el del segundo, de forma aislada y en combinación con aqué. Y eso es un gran riesgo, pero no el único. El otro gran riesgo es que esta puerta que se cruza desde la cocaína al alcohol se cruce en sentido inverso. De modo que muchos jóvenes que ahora solo beben alcohol acaben tomando también cocaína.

Los especialistas piden por ello una acción potente de las administraciones y de las familias para alejar a los jóvenes de esta cultura tóxica. “Ningún joven está libre de la exposición a la cocaína y en presencia de alcohol lo está mucho menos”, resume el doctor Bataller, que lamenta que su consumo está normalizado entre los jóvenes y el de la droga cada vez más.

Uno de cada cinco españoles, lo que implica 9,6 millones de personas, se encuentra en riesgo de padecer una enfermedad del hígado y las patologías relacionadas con este órgano representan la tercera causa de muerte prematura en España. Son, además, la segunda causa de años de vida laboral perdidos, solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares, y el problema es que siguen una tendencia al alza imparable, pues se relacionan con hábitos y estilos de vida cada vez más extendidos como el consumo excesivo de alcohol, una dieta poco saludable y el sedentarismo.

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