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El instante irrepetible: la belleza de vivir aquí y ahora
  1. Bienestar
la felicidad está aquí y ahora

El instante irrepetible: la belleza de vivir aquí y ahora

La idea que subyace en esta visión que niega el presente es que la felicidad está fuera de nosotros, en un objeto, el dinero o lo que se puede comprar con él, una posición, título o situación

Foto: La felicidad está dentro de nosotros en este momento presente. (iStock)
La felicidad está dentro de nosotros en este momento presente. (iStock)

Los poetas, con su especial habilidad para percibir lo que el resto de los seres humanos apenas intuimos, han enfatizado la belleza e irrepartibilidad del momento presente. Se dice que cuando éramos cazadores-recolectores, antes del Neolítico, estructurados en grupos de 20-30 individuos, estábamos irremediablemente inmersos en el momento presente. Y no solo alineados en el ahora, sino también con el entono. En aquella época, cazar resultaba una fiesta que se celebraba con comidas interminables hasta acabar la pieza, porque no se podía conservar para el futuro. Y comer era un lujo que no ocurría todos los días. Se cree que, en aquel momento, surgió la costumbre actual de celebrar todas nuestras fiestas comiendo. Pero, también en ese período pre-Neolítico, podíamos ser cazados fácilmente por múltiples presas. De ahí viene el sesgo negativo natural de nuestra mente, porque estábamos sensibilizados al peligro, a los indicios de si había o no depredadores en el entorno, porque de ello dependía nuestra supervivencia. En aquella época solo vivíamos en el presente.

El Neolítico, con el desarrollo de la agricultura y la ganadería, permitió generar excedentes, riqueza. Esto trajo la propiedad privada y la jerarquía piramidal de las sociedades. Y el ser humano empezó a pensar en el futuro, ya que en el mañana podría acumular más riqueza, podría fabricar o desarrollar objetos con los que creía que sería feliz o tendría más poder e influencia social. Empezamos a pensar que la felicidad se encontraba en algún objeto externo o en alguna situación futura, y nuestra mente empezó a maquinar para lograrlo. Hasta llegar a la sociedad de consumo actual, que es el epítome del pensamiento en el futuro y de la negación del presente.

Es interesante observar la relación entre los tres tiempos y las emociones que provocan. En el pasado, por supuesto, hay recuerdos agradables que nos gusta rememorar. Pero se encuentra básicamente ligado a la tristeza, cuando pensamos en personas u objetos que hemos perdido, y también al trauma o a la culpa cuando nos acordamos de situaciones desagradables que hemos vivido o acciones de las que no estamos satisfechos. En el futuro, obviamente, hay planes que nos encanta realizar y disfrutamos, pero está principalmente asociado a la incertidumbre, la ansiedad y el miedo, cuando pensamos en lo que tememos y no queremos que ocurra. En suma, la felicidad se encuentra asociada al presente.

¿Cómo hemos llegado aquí? Y lo que es más importante, ¿puede revertirse? La idea que subyace en esta visión que niega el presente es que la felicidad está fuera de nosotros, en un objeto, el dinero o lo que se puede comprar con él, una posición, título o situación, que todavía no está a nuestro alcance. De esta forma, el presente se convierte en el campo de batalla donde nos peleamos con el mundo para conseguir lo que anhelamos. Y nuestra mente está volcada en el pasado, observando lo conseguido, así como en el futuro, calculando lo que todavía nos queda por obtener. Y así en un proceso sin fin. Cuando estudiaba en la universidad, sentía que la felicidad estaría al acabar la carrera de medicina. Por eso miraba continuamente al pasado, para ver todo lo que ya había conseguido y al futuro, esperando terminar los estudios. De esa manera, apenas se disfruta el proceso, el camino, el presente.

Foto: Javier García Campayo, psiquiatra y experto en 'mindfulness'. (Cedida)

Necesitamos hacernos conscientes de que la felicidad está aquí y ahora, porque no se encuentra en ningún objeto externo, sino dentro de nosotros. Es como la fábula sufí en la que despistado sabio Nasrusdín buscaba la llave que se le había perdido junto a la farola. Y cuando, cansados de no encontrarla, los vecinos le preguntaron si estaba seguro de que la había perdido allí, él les contestó que no, que se le habían caído en casa. Cuando asombrados le cuestionaron por qué la buscaba junto a la farola, él les contestó convencido: "Porque aquí hay más luz".

Eso es lo que nos ocurre a nosotros, buscamos la felicidad fuera porque los objetos externos nos deslumbran con su luz. Pero el bienestar está ahora y siempre, dentro de nosotros, en este hermoso momento presente que nunca volverá a repetirse. ¡Disfrutémoslo!

Los poetas, con su especial habilidad para percibir lo que el resto de los seres humanos apenas intuimos, han enfatizado la belleza e irrepartibilidad del momento presente. Se dice que cuando éramos cazadores-recolectores, antes del Neolítico, estructurados en grupos de 20-30 individuos, estábamos irremediablemente inmersos en el momento presente. Y no solo alineados en el ahora, sino también con el entono. En aquella época, cazar resultaba una fiesta que se celebraba con comidas interminables hasta acabar la pieza, porque no se podía conservar para el futuro. Y comer era un lujo que no ocurría todos los días. Se cree que, en aquel momento, surgió la costumbre actual de celebrar todas nuestras fiestas comiendo. Pero, también en ese período pre-Neolítico, podíamos ser cazados fácilmente por múltiples presas. De ahí viene el sesgo negativo natural de nuestra mente, porque estábamos sensibilizados al peligro, a los indicios de si había o no depredadores en el entorno, porque de ello dependía nuestra supervivencia. En aquella época solo vivíamos en el presente.

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