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¿Cuáles son los primeros síntomas de la parálisis facial por estrés?
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¿Cuáles son los primeros síntomas de la parálisis facial por estrés?

Un tic en la cara que nunca habías tenido o cierta dificultad para cerrar un ojo, son dos de las señales que se adelantan o acompañan a la parálisis facial, pero no son las únicas.

Foto: La parálisis facial atribuida al estrés tiene un componente psicógeno predominante. (iStock)
La parálisis facial atribuida al estrés tiene un componente psicógeno predominante. (iStock)

En 2022, según Statista, en España se registraron 170.800 casos de parálisis facial. Una cifra que, a priori, cualquiera calificaría como elevada. Ahora bien, lo más significativo no es tanto este número si no que hace once años, en 2011, la cantidad de personas que habían sufrido este problema era de 26.701 casos.

Más allá del tremendo crecimiento de una cifra respecto a la otra, lo cierto es que es un número, 170.800, lo suficientemente abultado como para detenerse y profundizar acerca de los síntomas, diagnóstico, desarrollo y tratamiento de la parálisis facial. En concreto, pondremos el foco en la llamada “parálisis facial por estrés”. Un cuadro en discusión, ya que “no siempre puede considerarse una entidad independiente”, apunta el doctor David Pérez, Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario La Luz. Y es que, según el experto, “en muchos casos, se trata de un trastorno del movimiento facial de origen psicógeno, es decir, sin una lesión neurológica clara, sino más bien como una manifestación funcional neurológica asociada al estrés o ansiedad. En otras ocasiones, -continúa- el estrés es simplemente un factor desencadenante o agravante de una parálisis facial periférica idiopática clásica, como la parálisis de Bell.

Entre los síntomas que preceden o acompañan a cualquier parálisis facial, las más comunes son: la sensación de tensión en la cara, tics faciales, asimetría leve en la cara al hablar o dificultad para cerrar un ojo o mover la boca normalmente. Ahora bien, “en el caso de una parálisis psicógena, los síntomas pueden fluctuar y mejorar o empeorar dependiendo de la situación emocional de la persona”, matiza el doctor.

Una vez que han aparecido los primeros síntomas que nos hacen sospechar la irrupción de la parálisis facial, ¿qué pruebas diagnósticas pueden confirmarlo? Según el doctor, no existe ninguna. Sin embargo, sí se pueden realizar estudios para descartar otras causas. En ocasiones, la exploración detallada por un neurólogo experimentado es suficiente para llevar a cabo el diagnóstico. Y si hay dudas, puede emplearse otras pruebas como el electromiograma (EMG) para ver la actividad del nervio facial. “También puede ser de utilidad la realización de una evaluación psicológica, si se sospecha un componente psicógeno predominante”, apostilla.

Diferencias con la parálisis de Bell

La parálisis facial por estrés puede confundirse fácilmente con la parálisis de Bell, ya que, ambas afectan a la movilidad de la cara, pero hay diferencias sustanciales entre ellas: “La parálisis de Bell es una parálisis periférica causada por una probable inflamación del nervio facial, posiblemente por una infección viral o una reacción autoinmune. En cambio, la parálisis facial atribuida al estrés no se asocia a una lesión objetiva del nervio y tiene un componente psicógeno predominante. En la exploración neurológica suelen detectarse incongruencias anatómicas y fluctuaciones que permiten a un neurólogo experimentado diferenciarlas”, describe el experto.

Puede resolverse espontáneamente cuando se maneja la causa subyacente, es decir, el estrés

Vemos, por tanto, que, en una parálisis facial por estrés sin una lesión neurológica real, no hay daño en el nervio facial. Además, el control motor de la musculatura facial a nivel del sistema nervioso central puede verse alterado por los factores psicógenos, generando una inhibición o disfunción temporal. Además, “en ocasiones, puede englobarse dentro de los cuadros funcionales neurológicos. Son trastornos en los que existen síntomas neurológicos sin una lesión clara en las pruebas neurológicas”, señala el experto.

Unos más expuestos que otros

A pesar de que todos somos candidatos a sufrir una parálisis facial por estrés, se considera que las personas con altos niveles de estrés o ansiedad crónica, aquellas con trastornos psicógenos previos o historial de somatización e individuos con carga de estrés laboral o emocional significativa, poseen una predisposición mayor a padecerla.

Por tanto, parece que la prevención no siempre es posible. Ahora bien, el doctor nos recuerda que reducir el estrés, e intentar cuidar de nuestra salud mental, siempre correrán a nuestro favor.

Desde unos días hasta unos meses

En cuanto a la duración de la parálisis facial por estrés, la buena noticia es que, en la mayoría de los casos, es temporal. No suele ser permanente si no hay daño estructural en el nervio. De hecho, según el neurólogo, puede resolverse espontáneamente cuando se maneja la causa subyacente, es decir, el estrés, la ansiedad u otros factores psicológicos traumáticos.

Foto: El chef ha revelado un problema de salud que tuvo. (EFE/Manu Reino)

Aunque no es posible decir con exactitud cuánto tiempo se necesita para revertir la situación, ya que depende de varios factores, la horquilla habitual va de unos días hasta algunas semanas. “Si se trata de una parálisis de Bell influenciada por el estrés, la recuperación puede tardar semanas o meses y requerir tratamiento con corticoides inicialmente, pero estamos hablando de un cuadro distinto”, asevera.

El abordaje psicológico es clave

A lo largo de esas semanas, el tratamiento psicológico es fundamental para la recuperación del paciente. También “es importante informarle y educarle acerca del origen de su cuadro y, en algunos casos, la fisioterapia podría ser de ayuda para reentrenar la musculatura facial”, señala Pérez quien advierte que cuando la parálisis facial es de origen psicógeno, si no se maneja adecuadamente, “podría asociarse a otros síntomas de somatización o a trastornos funcionales más amplios. En otros trastornos funcionales es conocido que el retraso diagnóstico puede perpetuar los síntomas con el riesgo de cronificarlos y hacerlos más difíciles de abordar”.

En 2022, según Statista, en España se registraron 170.800 casos de parálisis facial. Una cifra que, a priori, cualquiera calificaría como elevada. Ahora bien, lo más significativo no es tanto este número si no que hace once años, en 2011, la cantidad de personas que habían sufrido este problema era de 26.701 casos.

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