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Vivir cansados: ¿es posible salir de la rueda de la fatiga en la que nos encontramos?
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DORMIMOS MENOS Y PEOR

Vivir cansados: ¿es posible salir de la rueda de la fatiga en la que nos encontramos?

A pesar de que nuestros ancestros tenían trabajos físicos más duros y peores horarios de trabajo, la hiperconetividad, el estrés y la mayor autoexigencia producen fatiga en el día a día de los ciudadanos

Foto: (istock)
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A la sencilla pregunta de ¿cómo estás?, cada vez es más frecuente que la respuesta sea “cansado”. En efecto, desde hace un par de décadas, la fatiga es algo así como el estado natural de multitud de ciudadanos. Ante esta situación cabe preguntar si es una percepción real o no.

Sonia Gutiérrez Gómez-Calcerrada, profesora e investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) afirma que “varios estudios apuntan a que en la actualidad se reportan niveles más altos de fatiga y agotamiento en comparación con las generaciones anteriores”. Es decir, que es una percepción que se ajusta a la realidad.

Sin embargo, nuestros abuelos y bisabuelos tenían, en la mayoría de los casos, vidas laborales más duras que las nuestras. El trabajo en el campo, por ejemplo, suponía un cansancio físico mayor. Los horarios también se prolongaban durante más horas y no es tan reciente lo de contar con dos días libres a la semana.

Entonces, ¿por qué estamos tan cansados y lo estamos, además, tan a menudo? La clave para contestar esta pregunta, a juicio de la docente de UNIR, tiene que ver con la causa de esa fatiga: “Si el cansancio no se debe a un factor físico, patología o sobreesfuerzo físico, sino a factores emocionales o psicológicos”.

La hiperconectividad, principal culpable

Gutiérrez Gómez-Calcerrada tiene claro que este mayor cansancio psicológico y emocional se debe a varios factores: “estrés laboral, hiperconectividad, carga mental, cambios en el estilo de vida y falta de sueño de calidad. Todos ellos, a su vez, están muy relacionados con el cambio de los últimos años en el entorno laboral”.

Un entorno laboral que en la actualidad se caracteriza, precisamente, por “la hiperconectividad, la digitalización y el culto al exceso de la productividad, lo que obliga a los trabajadores a permanecer más tiempo conectados con su trabajo”.

A su vez, esa hiperconectividad, relacionada con el exceso de información al que estamos expuestos a través de nuestros dispositivos, reduce el tiempo destinado a hábitos saludables como la práctica de ejercicio físico, una buena alimentación o sueño de calidad, lo que produce carga mental y agudiza los síntomas físicos y la percepción de cansancio. Vamos, la pescadilla que se come la cola.

Peor calidad del sueño

Parece evidente que los patrones y hábitos de sueño han cambiado enormemente en las últimas décadas. Los resultados de varios estudios indican que dormimos menos tiempo, y que “hay más factores contaminantes (contaminación sonora y lumínica) en las áreas urbanas, donde se concentra la mayor parte de la población que afecta negativamente a la calidad del sueño”, afirma la experta.

La hiperconectividad reduce el tiempo destinado a hábitos saludables como la práctica de deporte o el sueño de calidad

Y añade: “Se ha extendido el hábito del uso de los dispositivos electrónicos antes de sueño, lo que impide la producción natural de la melatonina, que es la hormona del sueño. Finalmente, se ha producido un aumento del estrés por preocupaciones generalizado en la población”.

Despriorización del sueño, demasiada exigencia

Además de todo ello, la investigadora apunta a “una despriorización de la calidad del sueño”. Y continúa: “Falta una concienciación de la importancia del descanso como prioridad para nuestra salud física y mental”.

Foto: Crear un entorno más relajado y familiar puede ayudar (Freepik)

Otra cuestión, también relacionada con el cansancio generalizado en la población, en palabras de Gutiérrez Gómez-Calcerrada, “es que tendemos a estar menos satisfechos o a ser más exigentes con nosotros mismos, lo que, unido a la sobreexposición a las redes sociales, que fomentan el culto a una perfección irreal, empuja a la población hacia un ritmo de vida frenético”.

Sí, se puede conseguir descansar más

Una de las primeras recomendaciones de la profesora es “realizar actividades que nos obliguen a parar el ritmo y que no estén relacionadas con el uso de pantallas”. En ese sentido, apuesta por el ejercicio físico u otras actividades de ocio al margen de los dispositivos, priorizando las que son en la naturaleza.

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Además, aconseja la experta, “debemos realizar una correcta y saludable planificación, estableciendo tiempos destinados para el ocio y la desconexión. Y, de un modo prioritario, buscar tiempo para uno mismo. Por lo que es fundamental establecer límites. Y, por supuesto, acudir al profesional de la psicología si es necesario”.

A la sencilla pregunta de ¿cómo estás?, cada vez es más frecuente que la respuesta sea “cansado”. En efecto, desde hace un par de décadas, la fatiga es algo así como el estado natural de multitud de ciudadanos. Ante esta situación cabe preguntar si es una percepción real o no.

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