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Su hijo fue la primera persona en morir por sarampión en EEUU en una década "y España no está exenta de riesgos"
  1. Bienestar
Por qué los padres no inmunizan

Su hijo fue la primera persona en morir por sarampión en EEUU en una década "y España no está exenta de riesgos"

El pequeño de seis años, cuyos padres no le vacunaron, falleció a finales de febrero. Este es un ejemplo de cómo la falta de inmunización que está creciendo en el mundo, según alerta la OMS, puede tener consecuencias fatales

Foto: Un carruaje menonita. (istock)
Un carruaje menonita. (istock)

A principios de 2025 se conoció el primer caso de sarampión que ha puesto en jaque la salud de la población al oeste de Texas, llegando a producir la primera muerte de una persona por esta enfermedad infecciosa en Estados Unidos en una década. En concreto, fue el 29 de enero cuando se notificó el primer infectado, el recuento aumentó a seis la semana siguiente, el 14 de febrero ya era 48 y a finales del mismo mes saltó la noticia de que había muerto un niño; para entonces se habían confirmado 124 casos en nueve condados del citado estado, lo que convertía al brote en el mayor que se había producido en el Texas en 30 años.

El brote no ha pillado por sorpresa a los expertos, ya que las tasas de vacunación han descendido en todo EEUU desde el inicio de la pandemia, pero mucho menos les ha asombrado habiendo sido en esta zona. En el condado texano de Gaines, donde se encuentra Seminole, la inmunización contra el sarampión entre los niños de preescolar es solo del 82%, muy por debajo del umbral estimado del 95% para mantener la inmunidad de rebaño. Aunque esta cifra subestima que muchos pequeños de la comunidad menonita del condado, que se cuentan por miles, no están inoculados; pero no se recogen en los recuentos estatales, porque o bien se educan en casa o están matriculados en escuelas privadas no acreditadas, que no están obligadas a recopilar esos datos.

Hasta Seminole, donde se produjo la muerte del niño, se desplazó el reportero Tom Bartlett. Allí se topó con el padre del menor fallecido por sarampión, Peter, en el aparcamiento de la iglesia menonita a la que pertenecía. En esta explanada de arena le contó que el pequeño de 6 años llevaba tres semanas enfermo y que la familia sabía que era sarampión. Peter narró que llegaron a llevarle al hospital, pero solo le dieron jarabe para la tos y les mandaron para casa. El estado del pequeño seguía empeorando y volvieron al médico. Su ritmo cardíaco y presión arterial bajaron, y le conectaron a un respirador. "Estuvimos allí del sábado al lunes, tres días... y luego fue peor, muy grave", su hijo murió el martes de neumonía, una infección común en los casos graves de sarampión, recoge The Atlantic.

El hijo de Peter no estaba vacunado, ya que la doctrina menonita prohíbe las inoculaciones y la medicina moderna en general. Y aunque este caso sea más extremo, es un buen ejemplo de cómo la reducción de las tasas de pinchazos contra el sarampión –que se están viviendo en todo el mundo– pueden tener consecuencias nefastas.

Foto: (EFE / EPA / MARTIAL TREZZINI)

En el país norteamericano, más allá de las creencias religiosas, los expertos llevan tiempo alertando de la caída en la inoculación. “En Estados Unidos hay condados donde hasta un 18% de padres no vacuna a sus hijos, lo que significa que uno de cada cinco. Pero esto tampoco sorprende mucho teniendo en cuenta que el secretario de Salud dice que los son libres de vacunar y que hay que utilizar aceite de hígado de bacalao y vitamina para luchar contra el sarampión. Tontunas”, califica para El Confidencial Manuel Muro, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia). El inmunólogo habla del polémico Robert F. Kennedy Jr., el nuevo y controvertido secretario de Salud de Donald Trump, señalado como antivacunas y propagador de teorías de la conspiración.

Aumento de casos en toda Europa

Aunque la ciencia haya constatado que la vacunación es el arma más efectiva contra esta enfermedad altamente contagiosa que puede llegar a ser mortal, la caída de la inoculación contra el sarampión no es una cuestión solo de EEUU. Este jueves la OMS alertaba de que en las regiones de Europa y Asia Central han notificado 127.350 casos de sarampión en 2024, el doble que el año anterior y que supone la cifra "más alta" en 25 años. Más del 40% de todos estos casos son niños menores de cinco años (la mitad han requerido hospitalización) y se han registrado 38 muertes relacionadas.

"El sarampión ha vuelto, y es una llamada de atención. Sin tasas altas de vacunación no hay seguridad sanitaria”, advertía el director regional de la OMS para Europa, el doctor Hans P. Kluge.

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En Europa se lleva la palma Rumanía, que lleva años arrastrando serios problemas con miles de casos de la enfermedad, que ha llegado a matar a varios niños. Pero no es el único país donde la enfermedad se vuelve a despertar, también está ocurriendo en Italia, Francia o Inglaterra.

En este sentido, el experto en vacunas José Gómez Rial señala a este periódico que “lo que estamos viendo en otros países como EEUU o algunos europeos debe servirnos como recordatorio de que el sarampión sigue siendo una amenaza real cuando la cobertura vacunal desciende”.

En España, según los registros del Ministerio de Sanidad, las alarmas también han saltado en el último año: en 2024, 17 regiones notificaron un total de 472 sospechas de sarampión, de los que 229 se confirmaron, siendo 54 casos importados. En 12 comunidades autónomas se notificaron brotes, en general de pequeño tamaño con entre 2 y 4 casos con poca difusión y trasmisión fundamentalmente en el ámbito familiar y en centro sanitario, salvo un brote con 57 casos en Castilla-La Mancha con cadenas de transmisión asociadas en Extremadura y Andalucía

Foto: Un niño siendo vacunado contra el sarampión. (EFE/Paolo Aguilar)
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A pesar de ello, “gracias a nuestras altas tasas de vacunación, el riesgo de que ocurra un caso grave o un fallecimiento sigue siendo bajo”, explica Rial, que es jefe del Servicio de Inmunología en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS). “Mientras mantengamos una inmunización elevada y una vigilancia epidemiológica adecuada, podemos prevenir situaciones graves. Pero si las tasas de vacunación siguen bajando, podríamos enfrentarnos a brotes con consecuencias más serias. De ahí la importancia de no bajar la guardia y garantizar que todos los niños reciban sus dosis en el momento adecuado”, añade.

La inmunización en España se realiza con la conocida como triple vírica (MMR, por sus siglas en inglés), que del mismo modo protege contra las paperas y la rubeola. Esta se inocula a los niños a través de dos dosis que les proporcionan inmunidad.

En la actualidad, la cobertura de inmunización sigue siendo alta, con un 97,8% para la primera dosis y un 94,4% para la segunda en 2023. Aunque, la segunda dosis aún no alcanza ese 95% recomendado, “lo que deja margen para la transmisión del virus en determinadas poblaciones. Además, existen diferencias entre comunidades autónomas, con algunas regiones por debajo de los niveles óptimos de inmunización”, añade Rial.

Eso sí, la tasa de pinchazos ha disminuido levemente, especialmente con la segunda dosis, en los últimos años. Según explica Muro, esto lleva ocurriendo “desde 2018 y no sabemos realmente por qué. Y es algo que tenemos que ir vigilando”.

Por todo ello, ambos expertos trasmiten tranquilidad en nuestro país, aunque señalan que no hay que bajar la guardia ante este problema mundial. En este sentido Rial recuerda la advertencia de la OMS y hace hincapié en que “en Europa, en 2023 se multiplicaron los casos respecto al año anterior, y España no está exenta de este riesgo. Por ello, es fundamental mantener coberturas vacunales altas, asegurar la vacunación de cualquier persona que no haya recibido las dos dosis recomendadas y reforzar la vigilancia epidemiológica para detectar y controlar rápidamente posibles brotes”.

Por qué los padres no vacunan a sus hijos

Rial señala que las razones por las que hay padres que no inoculan a sus hijos pueden ser variadas, “pero los factores más frecuentes incluyen la desinformación y el miedo, ya que la circulación de noticias falsas y la desconfianza en las vacunas han llevado a algunos padres a cuestionar su seguridad, a pesar de la evidencia científica que respalda su eficacia y perfil de seguridad”

Además, añade que “también influye la sensación de falsa seguridad, pues muchos padres no han visto casos de sarampión en su entorno y subestiman la gravedad de la enfermedad, creyendo erróneamente que ya no es un problema. Además, existen barreras de acceso, ya que en algunos casos hay dificultades logísticas para acceder a la vacunación, especialmente en colectivos más vulnerables”.

En la misma línea, Muro destaca que “hay grupos, movimientos o sectas que cuestionan el uso de las vacunas con argumentos que no están conectados de ninguna con la ciencia y rechazan las vacunas alegando que son innecesarias o son dañinas por argumentos que encuentran en internet o bulos en general. También hay algunos que tienen recelo porque consideran que llevan al ‘enriquecimiento’ de las empresas farmacéuticas. Hay otros padres que optan la llamada ‘medicina alternativa naturista’”.

placeholder Manifestación antivacunas en Barcelona. (EFE / Marta Pérez)
Manifestación antivacunas en Barcelona. (EFE / Marta Pérez)

Al preguntar al experto en sectas Luis Santamaría del Río sobre la relación de estas con el rechazo a las vacunas, apunta a movimientos como la antroposofía que recela de los pinchazos. De hecho, apunta a casos sonados como el de varias escuelas de Cataluña donde se ha investigado la falta de inmunización o un colegio negacionista de Álava.

A ello suma “toda esa corriente negacionista y antivacunas en torno a lo esotérico y conspiranoico, sin que sean necesariamente sectas constituidas como tal”, añade el miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

A principios de 2025 se conoció el primer caso de sarampión que ha puesto en jaque la salud de la población al oeste de Texas, llegando a producir la primera muerte de una persona por esta enfermedad infecciosa en Estados Unidos en una década. En concreto, fue el 29 de enero cuando se notificó el primer infectado, el recuento aumentó a seis la semana siguiente, el 14 de febrero ya era 48 y a finales del mismo mes saltó la noticia de que había muerto un niño; para entonces se habían confirmado 124 casos en nueve condados del citado estado, lo que convertía al brote en el mayor que se había producido en el Texas en 30 años.

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