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¿Cansado en el trabajo?: Los beneficios de echarse una pequeña siesta en mitad de la jornada laboral
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¿Cansado en el trabajo?: Los beneficios de echarse una pequeña siesta en mitad de la jornada laboral

Denostada durante años por estar asociada a la pereza, la siesta se ha descubierto como un sistema rápido y eficaz de mejorar la concentración, la salud cardiovascular y el ánimo

Foto: (istock)
(istock)

Si hay una tradición (supuestamente) española controvertida, esa es la siesta. Denostada por muchos otros países de nuestro alrededor, ese pequeño (o no tanto) descanso tomado a mediodía, después de las comida, nos ha creado a los españoles una injustísima fama de perezosos, vagos y poco productivos.

Injustísima si tenemos en cuenta que, según estudios de la OCDE, en nuestro país le dedicamos más horas al año al trabajo (1.644) que en otros de nuestro alrededor, como Francia (1500), Dinamarca (1380) o Alemania (1342), donde la tradición de la siesta no existe.

Claro que pensar que en España los trabajadores tienen un rato (y un espacio) para dormir todos los días en mitad del trabajo es caer en el mayor de los tópicos. Cierto que a principios del siglo XX, los horarios de los comercios o el trabajo en el campo incitaban a la siesta, pero hace ya décadas que eso cambio.

A todo eso hay que añadirle que numerosos estudios refieren que hacer un descanso breve en mitad de la jornada puede resultar beneficioso. “Mejora el rendimiento cognitivo, la memoria, la creatividad, la capacidad de aprendizaje, la toma de decisiones y el estado de ánimo”, según María José Martínez, coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño.

Salud cardiovascular

La experta afirma que “las personas que duermen una siesta corta de manera regular tienen menos probabilidades de sufrir hipertensión y enfermedades coronarias. Además, contribuye a reducir los niveles de estrés, lo que también tiene un impacto positivo en la salud cardiovascular”.

Por otro lado, ese ratito de sueño “también favorece la regulación emocional y puede ser una herramienta útil para reducir la ansiedad”. Eso es bueno para el protagonista de la siesta, pero también puede serlo para quienes están a su alrededor porque, como indica la bióloga y mentora de sueño, “en personas con déficit de sueño, puede reducir la irritabilidad y mejorar el estado de ánimo, contribuyendo así al bienestar psicológico”.

No todos los descansos son válidos

Para que una siesta sea reparadora y no afecte el sueño nocturno, debe cumplir una serie características fundamentales. Probablemente la más importante es la que tiene que ver con la duración porque, “si se prolonga demasiado, se corre el riesgo de entrar en sueño profundo, lo que puede generar inercia del sueño (esa sensación de aturdimiento al despertar)”, afirma la experta en Medicina del Sueño y Ritmos Circadianos.

Mejora el rendimiento cognitivo, la memoria, la creatividad, la capacidad de aprendizaje, la toma de decisiones y el estado de ánimo

El horario elegido para caer en los brazos de Morfeo tampoco es baladí. Debería ser “preferiblemente después de la comida del mediodía, entre las 13:00 y las 16:00, porque más tarde puede interferir con el descanso nocturno”. Y de no más de 30 minutos. Además, hay que encontrar un entorno adecuado, es decir, “un lugar tranquilo, con poca luz”, donde se pueda adoptar “una postura cómoda, pero sin acostarse completamente”. De lo contrario se puede caer en la tentación de dormir de más.

Cuando deja de ser buena idea

María José Martínez tiene claro que “si la siesta es demasiado larga (más de 40-60 minutos), puede generar somnolencia residual y afectar a la calidad del sueño nocturno”. De hecho, no se puede decir que la siesta produzca insomnio, salvo que se alargue o sea demasiado tarde. De todas formas, la experta recomienda que las personas con problemas de sueño la eviten o la reduzcan todo lo posible.

Foto: Dormir mal puede afectar a nuestro metabolismo. (Pexels)

Es importante también tener claro que deja de ser beneficiosa si se convierte en una necesidad diaria causado por que la persona tenga mal descanso nocturno. “En ese caso puede ser una señal de un trastorno subyacente como insomnio, apnea del sueño o un déficit crónico de descanso”, asegura la cronobióloga.

Perfiles más necesitados de siesta

Hay personas para quienes un descanso en medio de la jornada es especialmente beneficioso. Uno de estos casos es el de trabajadores a turnos: “Para quienes tienen horarios irregulares, la siesta puede ser una herramienta clave para mejorar su estado de alerta y reducir la fatiga”, destaca Martínez.

placeholder El tiempo que dormimos la siesta influye en nuestro bienestar. (Pexels / Miriam Alonso)
El tiempo que dormimos la siesta influye en nuestro bienestar. (Pexels / Miriam Alonso)

Lo mismo sucede con personas con alta carga cognitiva o estrés, “profesionales que requieren un alto nivel de concentración”, pero también a personas especialmente ansiosas y a personas mayores ya que, como recuerda la especialista en suelo, “con la edad, el sueño nocturno suele fragmentarse, por lo que una siesta corta puede ayudar a compensar esa pérdida de descanso”.

Si hay una tradición (supuestamente) española controvertida, esa es la siesta. Denostada por muchos otros países de nuestro alrededor, ese pequeño (o no tanto) descanso tomado a mediodía, después de las comida, nos ha creado a los españoles una injustísima fama de perezosos, vagos y poco productivos.

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