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Así se 'escucha' a las aves para mejorar la calidad de su carne
  1. Consumo
El padecimiento de los pollos

Así se 'escucha' a las aves para mejorar la calidad de su carne

Expertos americanos se han dedicado a estudiar el cacareo de las aves para entender su estado de salud y mejorar la producción de carne y huevos en las granjas

Foto: Está pidiendo algo. (iStock)
Está pidiendo algo. (iStock)

El sector pecuario se ve hoy en la disyuntiva de optimizar la producción o mejorar las condiciones de vida de los animales, un punto, este último, que consumidores y autoridades exigen a los productores cada vez con más insistencia.

Nuevas prácticas han venido a demostrar que la mayor calidad en el producto final y el incremento del bienestar en las reses son dos variables que no solo no son incompatibles, sino que están más relacionadas de lo que en un principio parecía. La buena alimentación del ganado revierte en mejores valores nutricionales y un menor estrés consigue, por ejemplo, que los productos obtenidos de los animales sean más sabrosos, muestren una textura más apreciada y se conserven en óptimas condiciones durante más tiempo.

Se ha desarrollado un sistema informático que ayuda a los ganaderos a decodificar el 'cotorreo' de una granja avícola

Las enfermedades son uno de los imprevistos que ponen en riesgo tanto la producción ganadera como el buen estado de las reses. Prever epidemias que arruinen una nave entera es una ventaja indudable para cualquier explotación. ¿Cómo saber si los animales se sienten enfermos? Especialistas de la Universidad y el Instituto de Tecnología del estado de Georgia han tenido una sorprendente idea que, por su simpleza, parece descabellada: escuchar qué es lo que dicen.

Lenguaje aviar

Muchos empleados acostumbrados a trabajar en los gallineros son capaces de detectar anomalías en pollos y gallinas a través de los sutiles sonidos que las aves emiten. Al parecer, los pollos son criaturas muy locuaces que poseen unos patrones de conducta my definidos. Cuando se rompen esas pautas se pueden revelar anomalías con facilidad. Las aves son más ruidosas por la mañana y su característico barullo se va mitigando hasta el momento de irse a dormir. Cuando una gallina pone un huevo, lo celebra con un cacareo en forma de 'staccato' que culmina en un potente clamor. Asimismo, los pollos difunden distintas señales de alerta por la presencia de un depredador.

Una nave es, a día de hoy, un complejo edificio repleto de sensores para monitorizar a los animales

Durante cinco años, los ingenieros y veterinarios americanos han estado desarrollando un sistema que permita a los granjeros comprender la información latente en el 'cotorreo' que se escucha a diario en una granja avícola. En una serie de trabajos publicados entre los años 2014 y 2016, se sometió a un grupo de 'broilers' (una variedad de pollo desarrollada específicamente para la producción de carne) a una serie de situaciones de estrés, como altas temperaturas, elevados niveles de amoniaco en el aire o infecciones virales y se grabaron sus sonidos con micrófonos procesando toda la información con programas de aprendizaje automático (machine learning).

La máquina que escucha a las gallinas

El software funciona como todo un San Francisco de Asís de la era digital, capaz de detectar el malestar de las aves por los sutiles sonidos que emiten ante la mala climatización del local o por determinados estertores que pueden ser un indicio de infecciones respiratorias. Como sucede con cualquier programa informático, se están desarrollando nuevas versiones para estudiar otras variables como el acceso y la calidad de la comida y del agua que se suministra en la granja. Los creadores reconocen, eso sí, que se están encontrando importantes obstáculos como el enorme ruido que generan las instalaciones de calefacción y aire acondicionado.

placeholder ¿Nostalgia animal? (iStock)
¿Nostalgia animal? (iStock)

Una nave de explotación avícola es, a día de hoy, un complejo edificio repleto de sensores para monitorizar a los animales y variar en consecuencia la iluminación, la temperatura, la ventilación y los cebaderos automáticos. Wallace Berry, científico de la Auburn University especializado en el estudio de estas aves, aclara con ironía a 'Scientific American': "Algunos granjeros dicen que a pesar de todos los 'gadgets' que tienen hoy a mano, su mejor dispositivo es un cubo de 20 litros. Lo giran, se sientan en él y contemplan a las aves durante horas. Aprenden cómo es un gallinero en su estado normal y cómo tiene que sonar. Si los pollos están contentos, si emiten determinados ruidos...". Para especialistas como Berry estos sistemas vienen a sustituir estás practicas intuitivas que se practican desde hace siglos y son tan poco intrusivas que no entrañan tampoco ningún riesgo en el desarrollo de una explotación.

El sector pecuario se ve hoy en la disyuntiva de optimizar la producción o mejorar las condiciones de vida de los animales, un punto, este último, que consumidores y autoridades exigen a los productores cada vez con más insistencia.

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