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Qué dar de comer a tu hijo durante un viaje largo de carretera
  1. Consumo
NO ROMPAS SUS HÁBITOS

Qué dar de comer a tu hijo durante un viaje largo de carretera

¿Estás pensando en viajar con niños y no sabes qué llevarte de comida? Toma nota y sigue al pie de la letra los siguientes consejos, pues es muy importante no romper los hábitos de los más pequeños de la casa

Foto: Un niño puede ser una carga muy pesada durante un viaje. (iStock)
Un niño puede ser una carga muy pesada durante un viaje. (iStock)

Viajar con niños durante varias horas, ya sea en coche, en avión o en autobús, puede convertirse en una experiencia difícil de digerir. Sueño, aburrimiento, mareo, cansancio… Estos son solo algunos de los factores que influyen en el bienestar y en el estado de ánimo de los más pequeños de la casa. Afortunadamente, no todos son tan complicados de solventar como, por ejemplo, el hambre. Sin embargo, aunque el objetivo sea calmar el apetito de estos pasajeros tan exigentes, a la hora de la verdad no todo vale. Se debe tener en cuenta el tipo de comida, la edad del niño, la época del año o la resistencia de su estómago a posibles molestias.

Un camino de rosas

Aunque parezca una tarea sencilla, son muchos los elementos que hay que coordinar para no alterar la rutina diaria del pequeño. No modificar sus horas de sueño o encontrar un alimento que realmente les apetezca en esa situación, y que además sea beneficioso para su salud, son algunos de los desafíos más complicados. Lo primero que hay que tener en cuenta antes de organizar el viaje es que el trayecto cuadre con los horarios de comida del niño. Sobre todo, si este tiene alguna dificultad para enfrentarse a este momento del día. En este caso, la tranquilidad, la paciencia y el tiempo serán tu principal prioridad.

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Foto: iStock.


Según la edad de la criatura, también resultará muy efectivo seguir sus gustos y preferencias personales, así como incluir en la nevera comidas que normalmente atraen su atención: los helados, el pan, algún snack saludable, galletas o cereales. Y esto es solo la punta del iceberg. ¿Qué otros alimentos deben formar parte de este tipo de dieta?

  • Fruta. Recurre a ella a la mínima señal de que el pequeño tiene hambre, pues al final del viaje estará tan cansado que querrá una comida mucho más contundente. El melón, la sandía, la manzana, la piña, el melocotón o las fresas son una magnífica opción, ya que además de ser muy nutritivas tienen un alto contenido en agua que les mantendrá bien hidratados. Hay que transportarlas en un recipiente hermético y, si es posible, añadir unas gotitas de limón para evitar que se oxiden. En cambio, si lo que buscas es comodidad, opta por frutas mucho más prácticas como el plátano o las uvas.
  • Purés. Si también quieres incluir en su dieta legumbres y verduras, el puré es la mejor alternativa. Eso sí, espera a que el niño esté tranquilo y relajado; darle de comer en la situación contraria puede convertirse en una auténtica odisea. Si prefieres purés calientes, recuerda que estos deben ir refrigerados y que tendrás que parar para calentarlos antes de su consumo. Sin embargo, también existen opciones frías como el puré de verduras con quesito, el gazpacho, el ajoblanco, la crema de pollo y pera, o la crema de aguacate, calabacín y brócoli.
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Foto: iStock.

  • Frutos secos. El tentempié perfecto para calmar el hambre antes de llegar al destino; siempre y cuando el niño tenga más de seis años, la edad mínima recomendada para incluir este ingrediente en su alimentación, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Si se cumple este requisito y para evitar el exceso, divide los frutos secos en raciones individuales y deja que sea él mismo quien se los coma, así también estará entretenido. Las almendras, las castañas, los pistachos y las avellanas son los más recomendados. Y si los mezclas con yogur, la comida será mucho más completa.
  • Bebidas. Olvídate de los refrescos o el agua con gas, ya que estos son más sensibles en el estómago a los mareos y las náuseas propios del movimiento incesante del vehículo. En su lugar, escoge agua mineral, un zumo natural o un yogur líquido.

¿Y los padres?

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Para que los niños disfruten de un viaje entretenido y agradable, los padres también deben seguir una alimentación que no suponga un problema durante el recorrido. Bajo esta premisa, evita los carbohidratos, las grasas saturadas o los condimentos demasiado peculiares. Estos siempre van acompañados de una digestión lenta y pesada, que puede desembocar en un episodio de somnolencia o un dolor de estómago de lo más incómodo. Una norma que también puede aplicarse a los más pequeños.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el trayecto cuadre con los horarios de comida del niño

En este grupo se encuentra la bollería industrial, las chucherías, las patatas fritas o las chocolatinas, alimentos que suelen ser mucho más apetecibles durante un viaje de varias horas de duración. También se debe prescindir de embutidos grasos como el chorizo, la sobrasada o el salchichón. Sustitúyelos por otras variedades más saludables como el jamón york, la pechuga de pavo cocida, el queso tierno, el atún o el jamón serrano.

Otro hábito muy recurrente es el consumo de cafeína o bebidas energéticas para evitar el sueño y mantener la energía. Sin embargo, estas pueden producir el efecto contrario: nerviosismo y sobreexcitación. Y por último, tal y como prohíbe la ley, beber alcohol es una absoluta temeridad. No solo para el conductor, sino para el resto de pasajeros que deben, además, cuidar de los pequeños que viajan en el vehículo.

Viajar con niños durante varias horas, ya sea en coche, en avión o en autobús, puede convertirse en una experiencia difícil de digerir. Sueño, aburrimiento, mareo, cansancio… Estos son solo algunos de los factores que influyen en el bienestar y en el estado de ánimo de los más pequeños de la casa. Afortunadamente, no todos son tan complicados de solventar como, por ejemplo, el hambre. Sin embargo, aunque el objetivo sea calmar el apetito de estos pasajeros tan exigentes, a la hora de la verdad no todo vale. Se debe tener en cuenta el tipo de comida, la edad del niño, la época del año o la resistencia de su estómago a posibles molestias.

Cremas y purés
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