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El consumo de pescado ha disminuido un 20% en los últimos años
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EL SECTOR PIDE UN IVA DEL 4%

El consumo de pescado ha disminuido un 20% en los últimos años

Parece que pocos siguen la recomendación del Ministerio de Sanidad de comer de 3 a 4 raciones semanales de este alimento marino tan nuestro. ¿Qué está pasando?

Foto: Foto: iStock.
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El consumo de pescado no vive su mejor momento en España, pues cada vez nos decantamos menos por ese producto. De hecho, según los datos, ha bajado un 20% en los últimos diez años. Así, mientras en 2007 se consumían 1.253 toneladas anuales en España, diez años más tarde, en 2017, nos topábamos con 1.015 toneladas. Han pasado dos años desde entonces y el panorama parece no haber cambiado ya que continúa agravándose.

Sin embargo, a pesar del retroceso en el consumo, resulta que seguimos siendo uno de los países del mundo con mayor presencia de pescado en su dieta. Así, Japón, Portugal y España son las naciones donde los productos del mar forman parte de su filosofía culinaria.

Pero es obvio que antaño comíamos más pescado y esto empieza a preocupar al sector pesquero. Tanto es así que en la Asamblea General del sector ya ha pedido que desde el Gobierno se tomen medidas inmediatas y urgentes. Una de sus propuestas es que se rebaje el IVA del 10% al 4%, pues de esta manera consideran que se podría incentivar el consumo y, por lo tanto, frenar la tendencia.

Pescado 3 o 4 veces a la semana

Actualmente difícilmente encontraremos consumidores que ingieran pescado unas 3 o 4 veces a la semana, pues esa es la cantidad recomendada por el Ministerio de Sanidad a todos aquellos que pretendan seguir una dieta saludable.

“El consumo de pescado forma parte de una dieta equilibrada y su ingesta debe ser de 3-4 raciones a la semana (1 ración = 125-150 g), ya que es un alimento muy completo que nos aporta proteínas de alto valor biológico, vitamina D y del grupo B, yodo, potasio, hierro, calcio, entre otros nutrientes. Otra de las ventajas corroborada por diversos estudios es la relación del consumo de pescado azul (sardina, caballa, atún, bonito, pez espada, salmón, arenque, boquerones, jurel…) y la prevención de enfermedades cardiovasculares”, defiende la Fundación Española del Corazón, que comparte de cabo a rabo la tesis defendida desde el Ministerio.

En 2007 se consumían 1.253 toneladas anuales en España, en 2017 nos topábamos con 1.015 toneladas

Es probable que muchos se pregunten por las razones que se esconden tras esta bajada en el consumo. Es cierto que las tendencias están cambiando pues crece el número de veganos. También razones tan sencillas como la falta de tiempo o unas habilidades culinarias que nos permitan preparar platos de pescado con solvencia son las explicaciones a este cambio dietético. Por supuesto, también cabe citar un cierto temor de consumir pescados por la contaminación de los mares.

No en vano, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en 2011 recomendó restringir el consumo de ciertos pescados como el atún rojo, el emperador, los tiburones o el lucio por la elevada presencia de mercurio, especialmente en el caso de embarazadas, mujeres con intenciones de estarlo en un breve periodo de tiempo o niños de corta edad. Por lo tanto, aunque no es una alerta, desde luego despierta la susceptibilidad del consumidor, que empieza a mirar de reojo no solo estos pescados, sino otros muchos más.

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En este sentido, un estudio realizado por el departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la Universidad de Granada concluyó que la pintarroja, el pez espada, los mejillones y los berberechos son las especies de pescado y marisco con mayor acumulación de metales pesados, como mercurio y plomo. "Por el contrario, la panga y el bacalao congelado son los dos tipos de pescado más seguros para ser consumidos", podemos leer en la nota de prensa del centro universitario.

Resulta curioso que el panga haya pasado el escrutinio de los científicos dado que lleva años arrastrando una fama de justamente todo lo contrario. Así, tradicionalmente es considerado como una de las especies más contaminadas. Pero, a la luz de los resultados de este estudio de 2014, parece que la fama es infundada. Cuestiones diferentes serían su nulo sabor, su escaso valor nutricional o su coste medioambiental. No obstante, no podemos pasar por alto que organismos como la OCU no tienen tan clara esta inocuidad.

Si seguimos analizando los resultados del estudio de la universidad granadina, parece que hay motivos para la tranquilidad: "Solo 6 de las 485 muestras analizadas (el 1,24%) superaron los límites máximos permitidos, mientras que en 174 (el 36%) los niveles de metales tóxicos fueron incluso inferiores a la cantidad que se puede detectar".

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En cualquier caso, no sabemos si el Gobierno decidirá sacar adelante una campaña para fomentar su consumo entre la población. Al menos, así ha sucedido con la leche, con campañas en las escuelas para promover los lácteos, pues su consumo lleva décadas encadenando descensos.

La proteína para combatir el cambio climático

Lo cierto es que ante un escenario de cambio climático donde resulta crucial reducir las emisiones de C02, cabe citar un estudio del Instituto de los Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) que asegura que "solo mediante el incremento de la ingesta de proteínas provenientes de los productos pesqueros se podrá mantener el nivel objetivo de calentamiento global del planeta por debajo de los 2°C".

Esta reciente investigación afirma que los bivalvos de granja (mejillones y ostras) son el mejor alimento para el planeta. ¿Y por qué? Pues por su particular forma de alimentación ya que filtran el agua y mejoran, por lo tanto, el hábitat. De hecho, eliminan las emisiones de carbono del medio ambiente y se pueden cultivar en el mar sin necesidad de agua dulce.

El consumo de pescado no vive su mejor momento en España, pues cada vez nos decantamos menos por ese producto. De hecho, según los datos, ha bajado un 20% en los últimos diez años. Así, mientras en 2007 se consumían 1.253 toneladas anuales en España, diez años más tarde, en 2017, nos topábamos con 1.015 toneladas. Han pasado dos años desde entonces y el panorama parece no haber cambiado ya que continúa agravándose.

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