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Nueva tendencia: 'apps' para comprar las sobras de los restaurantes
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Nueva tendencia: 'apps' para comprar las sobras de los restaurantes

Con el objetivo de reducir el despilfarro y aprovechar al máximo los recursos con los que contamos, esta opción ha nacido para sacar partido a las sobras de bares, panaderías y supermercados

Foto: Apps para comprar comida sobrante. (iStock)
Apps para comprar comida sobrante. (iStock)

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el volumen mundial de despilfarro de alimentos supera ya los 1.600 millones de toneladas, una cifra que afecta únicamente a los productos primarios, es decir, aquellos procedentes de la agricultura, la ganadería, la pesca o la apicultura, entre otras actividades. Un problema que, además, deja una huella de carbono que ronda los “3.300 millones de toneladas de equivalente de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año” y unas consecuencias económicas que, solo en Estados Unidos, “alcanzan los 750 millones de dólares anuales”, asegura este mismo organismo.

No es de extrañar que la industria alimentaria haya decidido poner cartas en el asunto. Sobre todo si tenemos en cuenta que el hambre en el mundo aumenta a pasos agigantados y que aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial acaban en la basura. Dos realidades sin sentido que chocan de frente cada día.

Reutilizar las sobras para cocinar nuevos platos, comprar frutas y verduras consideradas 'feas' o poco estéticas, fijarnos en la fecha de caducidad de los productos o comprar solo lo que necesitamos son algunos de los pasos que podemos cumplir desde casa para aportar nuestro granito de arena. Sin embargo, son muchas las propuestas y campañas que actualmente están en activo para que la ayuda del consumidor tenga un mayor impacto. Por ejemplo, ¿habéis oído hablar de las aplicaciones que venden las sobras de las tiendas y los restaurantes?

Sobras en perfecto estado

Con el objetivo de dar una segunda oportunidad a la comida útil que todavía se mantiene en perfecto estado, numerosas aplicaciones móviles han salido al mercado para crear conciencia y derribar los prejuicios que hay en torno a la alimentación. La mayoría de ellas funcionan de forma similar; es decir, el usuario se registra, selecciona la comida que desea y después acude al establecimiento en cuestión a recogerla. No obstante, lo más atractivo de esta propuesta son los precios, que pueden llegar a disfrutar de descuentos de hasta el 70%. Bares, restaurantes, panaderías, tiendas de comestibles, grandes supermercados… Multitud de nombres ya se han sumado a esta tendencia, que también ha experimentado un gran auge en otros países del globo como Francia, Alemania, Finlandia o Estados Unidos.

Too Good to Go fue de las primeras apps en asentar este tipo de negocio en España. En 2016 fue presentada al público y desde entonces ha luchado por erradicar esta amenaza. “Nosotros hemos decidido plantarle cara al desperdicio de alimentos para cambiar de una vez por todas el orden de las cosas. Todo ocurrió cuando fuimos testigos durante un bufé de cómo toda la comida que no se había consumido al finalizar el servicio y que estaba en perfecto estado terminaba en los cubos de basura. Una barbaridad que nos dio una idea: crear Too Good To Go”, explican sus fundadores a través de la plataforma oficial, que ya han salvado más de 10 millones de packs de comida y han evitado la emisión de 21.300 toneladas de CO2 a la atmósfera.

Más de 18.000 restaurantes participan en la iniciativa y las sobras se venden con descuentos de hasta el 70%

Además de lograr tan encomiables resultados, el equipo de Too Good to Go trabaja cada día para seguir innovando en el sector. Un buen ejemplo de ello es el Pack Sorpresa. “Como el desperdicio de alimentos diario de un establecimiento no se puede predecir, hemos creado lo que llamamos Pack Sorpresa. Un concepto que mezcla sostenibilidad y emoción, donde el contenido y el volumen del pack dependerá de los alimentos que no se hayan vendido al acabar el turno de comida”, explican. Un manjar en perfecto estado y elaborado ese mismo día para agasajar nuestro estómago y al medio ambiente.

Otro ejemplo de esta tendencia lo encontramos en We SAVEeat. Su creadora, Eva Jorge, decidió emprender esta aventura tras descubrir a través de uno de los trabajos escolares de su hijo la cantidad de comida que se desperdiciaba no solo en los hogares, también en los restaurantes y los comercios. Esta convive además con Ni las Migas, que nació en 2016 con el objetivo de concienciar a la ciudadanía, divulgar dicha problemática y presentar nuevos hábitos y alternativas más saludables para el planeta. Por ello, en su portal también incluyen servicios de consultoría, sensibilización y colaboración con otras organizaciones involucradas con modelos agroalimentarios sostenibles.

¿Qué deben hacer los establecimientos?

Más de 18.000 locales vinculados al sector de la alimentación se han sumado a esta buena causa, cuyo propósito no es solo cuidar del planeta, también vender sus excedentes en lugar de tirarlos. Ante esta situación, muchos se preguntan: ¿por qué no donan esta comida en vez de venderla? “Muchos de nuestros establecimientos ya donan comida; lamentablemente, no todos los días y no toda la comida (por temas de sanidad, cadena de frío, etc.) se puede donar. [...] Además, colaboramos con diferentes asociaciones y ONG como Acción contra el Hambre e invitamos a nuestros usuarios y establecimientos a hacer una donación y también donar los beneficios obtenidos de la venta”, exponen desde Too Good to Go. Los restaurantes y tiendas de comestibles asociados no solo disfrutan de este beneficio, también pueden vigilar de cerca los pedidos y revisar sus estadísticas sobre el impacto que su acción está teniendo en el ecosistema.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el volumen mundial de despilfarro de alimentos supera ya los 1.600 millones de toneladas, una cifra que afecta únicamente a los productos primarios, es decir, aquellos procedentes de la agricultura, la ganadería, la pesca o la apicultura, entre otras actividades. Un problema que, además, deja una huella de carbono que ronda los “3.300 millones de toneladas de equivalente de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año” y unas consecuencias económicas que, solo en Estados Unidos, “alcanzan los 750 millones de dólares anuales”, asegura este mismo organismo.

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