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Estas frutas y verduras te durarán meses si las conservas así
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Estas frutas y verduras te durarán meses si las conservas así

Tirar comida porque se ha puesto mala debido a un mal método de conservación es horrible. La buena noticia es que si seguimos estos simples consejos, podemos esperar disponer de estos vegetales durante meses (e incluso años)

Foto: Foto: Unsplash/@chantalgarnier.
Foto: Unsplash/@chantalgarnier.

Debemos admitir que comernos una manzana pasada o una lechuga pocha carece absolutamente de la menor pizca de glamour. No nos apetece lo más mínimo. Puede que su sabor esté inalterado, así como sus propiedades nutricionales, pero solo hace falta que la textura no sea la deseada como para que pierda todo el atractivo posible. De esto podemos extraer una conclusión esencial: para evitar que nos ocurra tenemos tres opciones. La primera es comprar cantidades pequeñísimas de vegetales, lo que resulta increíblemente poco práctico; la segunda es aumentar considerablemente nuestro consumo de estos alimentos, lo que a primera vista puede resultar beneficioso (dadas las recomendaciones omnipresentes de que debemos tomar más fruta y verdura), y por último, descubrir nuevas vías con las que podemos conseguir que este tipo de alimentos nos duren mucho más en perfectas condiciones. Esta parece ser la más razonable.

Por eso, desde Alimente damos las claves para identificar los alimentos que tienen la capacidad de permanecer inalterados durante largos periodos de tiempo y las formas en las que podemos conseguir potenciar este efecto todavía más.

Manzanas

Ya lo explica el dicho anglosajón: una manzana al día mantiene alejado al doctor. Sus altos niveles de nutrientes, agua y pectina (un agente gelificante que actúa como fibra y, a la vez, como un elemento en contra de la diarrea) la convierten en una de las frutas más sanas que podemos consumir.

placeholder Foto: Unsplash/@louishansel.
Foto: Unsplash/@louishansel.

Según un informe elaborado por la Universidad de Maine en Estados Unidos, podemos mantener estas frutas en perfectas condiciones hasta 4 meses. Eso sí, este largo periodo de tiempo solo se consigue a temperaturas bajísimas. En concreto, entre 0ºC y 1,1ºC. Debemos tener en cuenta que determinados tipos de manzanas son especialmente sensibles al frío y su estructura puede verse alterada por las bajas temperaturas (como es el caso de la Malus pumila).

Sin olvidar que las manzanas tienen un lado negativo: liberan gases, en concreto etileno, que acelera el proceso de madurado de otras frutas y verduras, haciendo que estas se pongan malas más rápido. Por ello, en nuestra nevera deberemos conservar estas frutas y verduras en una bolsa, aisladas del exterior.

Lechuga

Todos nosotros le acabamos retirando alguna que otra hoja porque en el tiempo que pasa en la nevera se ponen pochas. Esto se debe, principalmente, a que son las partes de esta verdura más expuestas al oxígeno presente en el aire (y sí, dentro de la nevera sigue habiendo aire igual de dañino que en el exterior). Para hacer que dure mucho más (hasta dos meses) podemos recurrir al simple trabajo de aislarlas en el interior de una bolsa hermética de plástico. Esto, además, preservará su humedad natural, lo que solo juega a nuestro favor a la hora de conservarlas.

Zanahorias

El gran problema que tienen estos vegetales es que exudan agua en el interior del frigorífico. Esto supone un problema, porque es en esta agua donde las bacterias responsables de la posterior putrefacción de la verdura prosperan y se multiplican. La mejor forma de conservarlas en perfecto estado es añadir al interior de la bolsa donde suelen venir un poco de papel de cocina, que absorberá esa humedad extra y hará que estén como recién cosechadas hasta un máximo de dos meses.

Ajos

Tenemos claro que duran durante meses en perfectas condiciones. Podemos poner el ejemplo de que a lo largo y ancho de este país hay innumerables bares y restaurantes que recurren a ristras de ajos (entre otros productos) para decorar sus establecimientos con un toque más campechano. Y es muy probable que muchos, a pesar de llevar ahí meses o años, estén en perfectas condiciones.

placeholder Foto: Unsplash/@matthewpilachowski.
Foto: Unsplash/@matthewpilachowski.

De todos modos, también es cierto que en alguna ocasión nos hemos encontrado en el interior de nuestra alacena unos cuantos dientes (o ajos enteros) ennegrecidos y blandos o secos. Para evitar que esto ocurra solo debemos seguir unas simples pautas de conservación: mantenerlos en un lugar oscuro y seco que tenga una temperatura comprendida entre los 15 y los 18ºC.

Cebollas

Muy similares al caso anterior aunque, realmente, mucho más propensas que los ajos a ponerse malas. Algunos solemos conservarlas en la alacena (normalmente junto a los ajos) y en estas condiciones pueden durarnos meses sin problema. Pero es recomendable tener en cuenta que si las guardamos en la nevera (a una temperatura entre 1 y 10ºC), aisladas en bolsas de plástico, podemos esperar que aguanten de maravilla hasta un año.

Esto es fantástico, pero también hace que nos preguntemos quién pasa un año pudiendo hacer sofritos y no haciéndolos a pesar de tener cebollas a tiro de piedra.

Patatas

Oh, el clásico y delicioso tubérculo por excelencia. Es la base de decenas de gastronomías a lo largo y ancho de Europa. Son tan buenas que, a pesar de haber sido descubiertas por los españoles en América hace 'tan solo' cinco siglos, han pasado ser el pilar de la alimentación de millones de personas del Viejo Continente.

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Foto: Unsplash/@Imablankers.

Es más que obvio que pueden aguantar mucho tiempo con muy pocas medidas de conservación. Pero la que más alargará la vida útil de estos vegetales es una temperatura reducida (4,5 ºC es lo ideal) en un lugar oscuro y seco, como la nevera. Hay que considerar que los diferentes tipos de patata y sus composiciones de hidratos de carbono, almidones... juegan un papel fundamental en lo que nos pueden durar en buen estado. Pero lo normal es que, si lo hacemos bien, nos aguanten como nuevas hasta cuatro meses.

Debemos admitir que comernos una manzana pasada o una lechuga pocha carece absolutamente de la menor pizca de glamour. No nos apetece lo más mínimo. Puede que su sabor esté inalterado, así como sus propiedades nutricionales, pero solo hace falta que la textura no sea la deseada como para que pierda todo el atractivo posible. De esto podemos extraer una conclusión esencial: para evitar que nos ocurra tenemos tres opciones. La primera es comprar cantidades pequeñísimas de vegetales, lo que resulta increíblemente poco práctico; la segunda es aumentar considerablemente nuestro consumo de estos alimentos, lo que a primera vista puede resultar beneficioso (dadas las recomendaciones omnipresentes de que debemos tomar más fruta y verdura), y por último, descubrir nuevas vías con las que podemos conseguir que este tipo de alimentos nos duren mucho más en perfectas condiciones. Esta parece ser la más razonable.

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