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El alimento que más te enfría es el más 'caliente' de todos
  1. Consumo
el poder de la capsaicina

El alimento que más te enfría es el más 'caliente' de todos

El picante, aunque parezca contraintuitivo, puede hacer que nos enfriemos. Su capacidad para activar los receptores del dolor TRPV1 y generar sudoración facial gustativa son dos factores que lo ponen en nuestro menú este verano

Foto: Foto: Unsplash/@payoonnoi.
Foto: Unsplash/@payoonnoi.

Las promesas meteorológicas de bajada de las temperaturas (al menos en comparación a este último fin de semana) parecen ser ciertas. Pero seamos sinceros: incluso sin el calentamiento global, el mes de agosto en España es algo terrible. Lo pasamos fatal, no podemos dormir, envidiamos a los que disponen de aire acondicionado y aquellos que disfrutan de ese lujo se gastan una auténtica fortuna en tenerlo funcionando día y noche. El verano está bien si podemos gozar de él como es debido: en una playa con una cervecita fresca en la mano y con baños periódicos en nuestros mares y océanos para no recalentarnos. Pero la situación excepcional de este año debida al covid-19 ha provocado que muchos españoles, ya sea por falta de dinero o simplemente porque es imposible, no puedan cumplir con el ritual de su migración vacacional.

Es, por tanto, esencial encontrar nuevas fórmulas para conseguir hacer frente al calor aunque sea día 1 de agosto a las tres de la tarde en Madrid. Para lograrlo, podemos fijarnos en culturas milenarias que, aunque no sirvan para todo, tienen buenos soluciones para una gran cantidad de problemas. Para lograrlo, prestemos atención a qué se come en los territorios desérticos de México o en el fatigante verano indio (premonzón). La respuesta es el picante.

La capsaicina produce una reacción biológica llamada sudoración facial gustativa, capaz de enfriarnos

Pero esto resulta contraintuitivo: ¿cómo es posible que en lugares en los que las temperaturas alcanzan valores tan altos coman tal cantidad de picante, que provoca una sensación de dolor, ardor y calor inimaginable? La respuesta es un fenómeno conocido como sudoración facial gustativa. Es una reacción de nuestro cuerpo a la ingesta de una molécula llamada capsaicina, típica del pimiento (aunque no todas las variedades la contienen). Originalmente, su función era evitar que los mamíferos ingirieran estas plantas, sin que esto afectase a las aves (que son inmunes) para que estas pudieran esparcir las semillas a lo largo de grandes distancias.

Los seres humanos, con lo particulares que somos (y, en ocasiones, masoquistas), decidimos que esa sensación de dolor (sí, dolor literal, aunque explicaremos eso más adelante) tenía cierto encanto, y empezamos a disfrutarla sobremanera. Esto se popularizó en estas áreas tan concretas (y calientes) del planeta por su efecto de generar sudoración facial gustativa, que es una forma refinada de decir que nos hacen sudar. A pesar de lo que nos indiquen nuestros receptores, las guindillas no nos hacen aumentar ni un solo grado nuestra temperatura. Es cierto que pueden aumentar la cantidad de sangre presente en la piel y en la boca, lo que provoca esa sensación de calor y puede aumentar los grados (ligerísimamente) a los que se encuentra nuestra capa de protección más externa, pero eso no significa nada. Lo que sí consigue es que sudemos como locos, muchísimo más de lo que nuestro cuerpo lo haría en situaciones normales.

placeholder Foto: Unsplash/@v2osk.
Foto: Unsplash/@v2osk.

Como sabemos, es la evaporación del sudor el sistema que tiene nuestro organismo para regular su temperatura. Si aumentamos la cantidad de líquido, será mayor la cantidad de calor que este quiere 'robar' a nuestra piel para lograr evaporarse. Esto, por tanto, nos enfría.

Otros usos del picante

Pero el atractivo con más potencial de la capsaicina en el mundo científico hoy en día es que puede ser un analgésico (se vende en farmacias en forma de parches tópicos). Otra aparente contradicción. Este efecto se debe a la interacción que tiene este químico con los receptores del dolor TRPV1 (que en el interior de la boca los activan directamente, produciendo dolor literal), que evita que manden señales al cerebro. Curiosamente, esta característica era conocida por los nativos americanos, que se restregaban el fruto por las encías para aliviar el dolor de dientes. Hoy en día se están estudiando sus propiedades analgésicas para ayudar a pacientes de cáncer a los que sus tratamientos (radiación o quimioterapia) les hayan producido mucositis, una enfermedad que se caracteriza por llagas y heridas en la boca. Y sus efectos analgésicos no son exclusivos del ser humano: en las Olimpiadas de Londres de 2008, cuatro caballos (y sus jinetes) de la categoría de salto ecuestre fueron descalificados por dar positivo en dopaje con capsaicina, que usaban para que los animales no sintiesen molestias al saltar.

Las promesas meteorológicas de bajada de las temperaturas (al menos en comparación a este último fin de semana) parecen ser ciertas. Pero seamos sinceros: incluso sin el calentamiento global, el mes de agosto en España es algo terrible. Lo pasamos fatal, no podemos dormir, envidiamos a los que disponen de aire acondicionado y aquellos que disfrutan de ese lujo se gastan una auténtica fortuna en tenerlo funcionando día y noche. El verano está bien si podemos gozar de él como es debido: en una playa con una cervecita fresca en la mano y con baños periódicos en nuestros mares y océanos para no recalentarnos. Pero la situación excepcional de este año debida al covid-19 ha provocado que muchos españoles, ya sea por falta de dinero o simplemente porque es imposible, no puedan cumplir con el ritual de su migración vacacional.

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