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Tras el mostrador de la farmacia: así vivimos la pandemia
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Tras el mostrador de la farmacia: así vivimos la pandemia

Es importante mantener la memoria. La vivencia de los sanitarios que se han ocupado y se ocupan de la población tiene que ponerse en valor. Por eso, Alimente hoy rinde homenaje a los farmacéuticos a través de un testimonio

Foto: Equipo de la Farmacia Julieta de la Morena.
Equipo de la Farmacia Julieta de la Morena.

Lunes 16 de marzo: comienza el confinamiento en España, ese día llegamos a la farmacia preocupados y con miedo. No tenemos guantes, ni mascarillas, ni gel. El viernes anterior conseguimos en tiempo récord colocar unos plásticos que nos cubrirán el mostrador, era lo único que nos protegería del virus.

La farmacia se llena continuamente, empezamos a colocar letreros para informar de la distancia de seguridad, del aforo máximo y de la falta de material, no tenemos guantes, no tenemos mascarillas, no tenemos gel …. Todo eso escribimos en carteles, pero la 'marea', a pesar de ello, sigue entrando y nos preguntan si tenemos algo, de algo, 'por si acaso'.

"Quieren llevarse toda la medicación de golpe, tienen miedo al desabastecimiento, como pensaban que ocurría en los supermercados"

Quieren llevarse toda la medicación de golpe, tienen miedo a que haya desabastecimiento, como pensaban que ocurría en los supermercados. Y da igual el mensaje que utilicemos para intentar tranquilizarles, no se lo creen. Puede ser normal... Todo es distinto.

La otra cara de la moneda

Recibimos notificaciones continuamente, día y noche, también los fines de semana, de la Consejería de Sanidad y del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM); ambos organismos se ponen en marcha y actualizan a diario normas y nuevos protocolos en tiempo récord. Los centros de salud están cerrados, solo atienden urgencias. Y los pacientes, que también son los nuestros, vienen preguntando. Porque no les cogen el teléfono y no saben qué hacer, atendemos las consultas médicas menores, y sobre el resto, no nos queda otra que intentar derivar al médico. Pero nadie quiere ir a Urgencias.

Entre nosotros

Suena el despertador, me quedo un rato sentada, respiro profundamente y me digo: "¡Vamos!". Las calles de Madrid están desiertas, no consigo acostumbrarme.
Avanza la semana y la situación cada vez se complica más, seguimos sin mascarillas, sin guantes, sin geles... Todos quieren paracetamol y jarabe para la tos, no sabemos si se encuentran mal o, simplemente, lo quieren tener en casa, por si acaso. Se agotan también los termómetros. Es desmoralizador. Comienza la búsqueda desesperada de proveedores nuevos que nos sirvan algo. Cualquier cosa.

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Foto: iStock.

Conseguimos unas cajas de guantes por un comercial de clínicas dentales, pero se agotan en una mañana. Y volvemos a pedir, pero casi no les quedan, la gente está desesperada. A los mayores y a las personas sin recursos les regalamos lo poco que tenemos. Me detengo, un solo segundo: Miro a mi auxiliar y le digo: “Esta situación es lamentable”. Ella asiente con la cabeza, apenas tenemos tiempo de hablar.

El teléfono no deja de sonar

A falta de geles, decidimos formularlos nosotros mismos y, para ello, como es lógico consultamos en el COFM y, aunque el protocolo es complejo, nos disponemos a buscar el material necesario para lograrlo. No hay nada: ni glicerina, ni gelificante, ni alcohol, ¡ya no tenemos ni alcohol! Otro jarro de agua fría. Nuestra cooperativa nos manda una vez a la semana, y no las primeras semanas, tres mascarillas, no hay más.

El teléfono suena cada dos minutos: esto es literal. Tenemos que descolgarlo a ratos, porque no podemos trabajar. Nos autorizan a llevar la medicación a los pacientes más vulnerables, para así evitar que salgan a la calle, casi todos son mayores, otros no lo son, pero no pueden salir a por sus medicamentos porque les paraliza el miedo. Algunos están enfermos de covid-19 y lo sabemos. Suelto las frases, que ni me acuerdo a ordenar.

Nos piden mucha información acerca del coronavirus, no podemos dársela, únicamente les decimos lo que sabemos por vía oficial y la verdad no es mucha, nadie sabe nada.

El verdadero agotamiento

Pasan los días y veo el agotamiento en los ojos de mi equipo, también el miedo al virus por ellos y por sus familias. Yo también tengo miedo y estoy agotada, pero levantamos el cierre cada mañana, nos ponemos la bata y hacemos nuestro trabajo, de la mejor manera posible. Siempre hay cola en la puerta antes de abrir, hay gente que incluso viene a diario, necesitan hablar y, a veces, simplemente compañía. Saben que estamos ahí.

Según pasan los días, nos informan que están aumentando los atracos en las farmacias. Pensamos que era lo que nos faltaba, la policía nos visita con frecuencia y se lo agradecemos mucho. Por este motivo, el COFM nos autoriza a despachar a través del guardiero a partir de una determinada hora. Más de una tarde y de dos, se acercan vecinos del barrio desesperados, porque tienen un familiar con mucha fiebre y no les cogen el teléfono, no saben qué hacer ni dónde acudir y los hospitales están colapsados. Vemos su desesperación a través del guardiero y se nos cae el alma a los pies.

La secuela inesperada

Recuerdo dormir mucho durante esos días, también mi equipo, supongo que la naturaleza es sabia y ante una situación de estrés, el sueño pasa a ser un mecanismo de defensa esencial.

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Foto: iStock.

Estábamos deseando que llegara el fin de semana para confinarnos, ¡qué paradoja!. Los días más duros del confinamiento en la farmacia los recuerdo con bastante nitidez. Sin embargo, esos días en mi casa y con mi familia los recuerdo vagamente, supongo que enfoqué toda mi energía en que la farmacia funcionase correctamente y en tirar de mi equipo en medio de ese auténtico caos.

Tras el primer rayo

Llega mayo y también material, y se empieza hablar de salidas controladas, la farmacia comienza a recuperar poco a poco su normalidad... Ya es diciembre. Estamos con los test de antígenos, que si los hacemos, que si no... En fin, la cuestión es que si tenemos que echar una mano en una situación excepcional como la que estamos viviendo, la echaremos.

Quiero dejar claro que los farmacéuticos y el personal de farmacia tenemos mucho trabajo que hacer a diario en nuestra oficina. No nos cuestionamos si es o no nuestra competencia; en el confinamiento hicimos cosas que no eran de nuestra competencia y nadie lo cuestionó. Y repito: es una situación de emergencia y se hace lo que se tenga que hacer, nosotros y todos. ¿Ganas de exponerme al virus y exponer a mi farmacéutica adjunta? Ninguna, pero somos profesionales sanitarios y si se nos reclama, allí estaremos, como siempre.

Tu farmacéutico

Este es mi pequeño resumen de nuestros días durante el confinamiento de cara a despedir este tedioso año. Mi farmacia es una de barrio de Madrid, todos tenéis una farmacia cercana que, seguro, os ha ayudado a pasar un poquito mejor estos difíciles días.

"No quiero olvidarme de los 22 farmacéuticos que han fallecido a consecuencia de esta pandemia, todo nuestro cariño a sus familiares"

Hemos perdido pacientes muy queridos que siempre estarán en nuestro corazón. Este año será imposible de olvidar, pero quiero quedarme con el cariño de nuestros clientes, siempre animándonos y agradeciéndonos el estar siempre allí, incluso a veces al teléfono. También el apoyo de amigos y familiares, sin ellos no hubiéramos podido con esto, a mis compañeros farmacéuticos de la zona, ya que conseguimos entre todos que a ninguno de nuestros pacientes les faltara su medicación. Desde el inicio de la pandemia, tuvimos claro que lo primero era atenderles a ellos y lo conseguimos, haciendo una cadena entre todos y estando en continua comunicación. ¡Gracias, compañeros!

Mi agradecimiento también a comerciales, almacenes y laboratorios, muchos nos llamabais para ver como estábamos, nos mandabais algún detalle, no os imagináis lo que nos reconfortaba, gracias.

Creo rotundamente que los farmacéuticos hemos tenido un papel fundamental en esta pandemia; como profesionales sanitarios nos sentimos orgullosos del trabajo que hemos realizado. Queremos también daros las gracias por dejarnos cuidar de vosotros, así como de formar parte de vuestras vidas. No quiero olvidarme de los 22 farmacéuticos que han fallecido a consecuencia de esta pandemia, todo nuestro cariño a sus familiares.

Y por último, quiero agradecer a mi equipo su saber estar, su profesionalidad y su cariño con nuestros pacientes, dejando a un lado el miedo, la ansiedad y el cansancio sin faltar un día, apoyándonos entre todos, cuando a alguno se le hacía la situación cuesta arriba. Todavía hoy cuando recordamos esos días, a veces, se nos llenan los ojos de lágrimas, lo conseguimos aunque nos ha pasado factura. Deseamos enormemente volver a abrazaros, que nos contéis vuestras cosas apoyados en el mostrador, cómo hacíamos siempre y, sobre todo, volver a ver vuestra sonrisa.

Julieta de la Morena. Licenciada en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad San Pablo CEU. Especialista universitaria en Biopatología Clínica Laboral y Aplicada. Experta universitaria en Ortopedia y ayudas técnicas farmacéuticas.  www.farmaciajulietadelamorena.es

Lunes 16 de marzo: comienza el confinamiento en España, ese día llegamos a la farmacia preocupados y con miedo. No tenemos guantes, ni mascarillas, ni gel. El viernes anterior conseguimos en tiempo récord colocar unos plásticos que nos cubrirán el mostrador, era lo único que nos protegería del virus.

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