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Guía para saber de verdad cómo reducir los desperdicios y aprovechar tu comida
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Impacto social y ambiental

Guía para saber de verdad cómo reducir los desperdicios y aprovechar tu comida

Vamos a la compra con prisas y muchas veces llenamos la cesta con productos que no necesitamos y que después acaban en la basura. Pararnos un poco a pensar y planificar es una estrategia eficaz para frenar el despilfarro

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¿Cuándo fue la última vez que tiraste comida a la basura? Puede que no haga tanto, quizás minutos o quizás horas. Nosotros, los consumidores, somos responsables de la mitad del desperdicio alimentario global, aunque la cadena de desperdicio ocurre a lo largo de todo el proceso de los propios alimentos, desde la producción, pasando por la distribución y hasta que llega al consumidor.

Rebajar un 15% el desperdicio alimentario permitiría alimentar a más de 25 millones de personas cada año

Las razones más importantes de las pérdidas son las que se dan por plagas, moho, al cocinar y finalmente el desperdicio intencional de alimentos. Pero también hay razones que ocurren en las fases de producción, almacenamiento y distribución, cuando los alimentos son desechados conscientemente en las fases de venta al por menor o de consumo.

Estos alimentos desperdiciados tienen efectos de gran alcance. Según datos de Naciones Unidas, cada año se desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos en el mundo, desechados sin consumir, lo que aumenta la carga sobre el medio ambiente. Solo en Estados Unidos, el 40% de todos los alimentos producidos no se consumen y terminan en vertederos. Mientras que casi 2.000 millones de personas padecen hambre o desnutrición, se estima que reducir el desperdicio de alimentos en un 15% podría alimentar a más de 25 millones de personas cada año.

Foto: Verduras, frutas, carne... directamente a la basura.

Para Naciones Unidas, la reducción de los alimentos desperdiciados se ha citado como una iniciativa clave para lograr un futuro alimentario sostenible. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 propuesto por esta organización aborda el consumo y la producción responsables e incluye un listado de metas para conseguirlo. Por ejemplo, se proponen reducir a la mitad, hasta el año 2030, el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y entre los consumidores, así como reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las posteriores a la cosecha.

¿Qué pasa si reducimos el desperdicio?

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  • Ahorraríamos en los costes de mano de obra gracias a una manipulación, preparación y almacenamiento más eficientes de los alimentos que se utilizarán.
  • Ahorraríamos costes al comprar solo los alimentos necesarios y evitar costes adicionales de eliminación.
  • Reduciríamos las emisiones de metano de los vertederos y menor huella de carbono.
  • Manejaríamos mejor la energía y los recursos, previniendo la contaminación involucrada en el cultivo, fabricación, transporte y venta de alimentos.
  • Beneficiaríamos a la comunidad al proporcionar alimentos donados, intactos y seguros que de otro modo serían desechados.

Aprender a comprar y a guardar

Muchas situaciones de desperdicio empiezan mucho antes de que los alimentos lleguen a las casas. Pero en la actualidad tendemos a comprar de más y elegimos por los ojos. No siempre guardamos bien la comida y se estropea con rapidez.

Estos son 10 trucos sencillos que pueden ayudarnos a cambiar nuestra manera de consumir la comida, así como comprar, almacenar y reutilizar minimizando los desechos en la cocina:

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  1. Comprar productos locales y de temporada. En los circuitos cortos existen menos pérdidas entre el productor y el consumidor. Los productos son más frescos y se conservan durante más tiempo en casa. Además, tendrás una alimentación saludable que variará en función de la temporada.
  2. Prever menús con tiempo. Haz un inventario de lo que ya tienes en casa, tanto en la despensa como en la nevera y congelador, y en función de esto haz menús semanales. Compra solo lo que falte para completar el menú. Sigue el método 'lo primero que entra, lo primero que sale', colocando los alimentos más antiguos al frente de la despensa o nevera.
  3. Hacer una lista de la compra con las cantidades exactas de lo que vas a necesitar. Cuidado con las compras impulsivas y ofertas especiales de alimentos que normalmente no comes.
  4. Elegir productos imperfectos. Esto son frutas y verduras deformes que no cumplen los estándares de la perfección, pero que no están estropeados ni dañados, sino que conservan sus beneficios y propiedades. Con algunas técnicas de cocina y recetas saludables podrás transformarlos en platos perfectos.
  5. Conservar bien los alimentos. Retira los envoltorios, normalmente de plástico, y comprueba el estado de los alimentos, quitando los que están en mal estado para que no causen estragos en los demás. Utiliza tarros de cristal, y cierra las bolsas con pinzas. Para que las verduras de hojas verdes (espinacas, ensaladas, canónigos, acelgas…) duren más, se pueden guardar junto a un trozo de papel de cocina, que absorberá la humedad y no dejará que haga daño a las hojas.
  6. Comprar congelado o congelar antes de desperdiciar. Se reduce la cantidad de alimentos desperdiciados si utilizamos el congelador. Cuando queremos cocinar, extraemos la cantidad exacta del alimento en cuestión y el resto queda guardado. Los alimentos conservan su sabor y propiedades durante más tiempo, desde meses hasta un año. Se pueden congelar fácilmente: plátano, fresas, frutos rojos, arándanos, trozos de limón, kiwi, mango, cebolla, pimiento, perejil, remolachas, zanahoria, zumo de limón exprimido, ajos, jengibre rallado, caldo de verduras, concentrado de tomate, leche de coco, hierbas picadas en aceite de oliva, pesto y guindillas.
  7. Aprovechar las sobras y reutilizarlas. Pueden servir de tentempié o utilizarlas para caldos y guisos caseros.
  8. Comprar a granel siempre que sea posible, así se puede seleccionar la cantidad exacta de lo que necesitas.
  9. Batir las frutas y verduras. Si las frutas y verduras (espinacas, zanahorias, calabaza, calabacín, remolacha, coliflor, acelgas…) ya están muy maduras o empiezan a ponerse blandas, se pueden añadir a batidos saludables o ponerlas al horno para usarlas como acompañamiento. También se pueden agregar verduras ya maduras en sopas o guisos para aprovechar todas sus propiedades.
  10. Compostar. Incluso disminuyendo el desperdicio alimentario, y con una mayor conciencia, algunos desechos son inevitables. El compostaje de los desperdicios de alimentos es beneficioso para el medioambiente y ayudará a mantenerlos fuera de los vertederos. El compost puede formarse a partir de hojas y ramas muertas, recortes de césped, restos de comida o posos de café, y agua.

Con algunos cambios sencillos a la hora de comprar y de tratar los alimentos en casa, podemos marcar una gran diferencia al abordar el problema del desperdicio de alimentos.

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Además, los gobiernos pueden incorporar campañas de educación y prevención del desperdicio de alimentos e implementar programas de compostaje, así como créditos fiscales a los agricultores que donen el exceso de productos a los bancos de alimentos locales. Por su parte, las empresas de restaurantes o supermercados pueden evaluar el alcance de su desperdicio de alimentos y adoptar las mejores prácticas, así como los agricultores pueden vender productos frescos pero no comercializables, por su apariencia, a bancos de alimentos a un precio reducido.

Cristina Román es periodista especializada en Nutrición por el Institute For Optimum Nutrition de Londres y editora de la web I Am Bio.

¿Cuándo fue la última vez que tiraste comida a la basura? Puede que no haga tanto, quizás minutos o quizás horas. Nosotros, los consumidores, somos responsables de la mitad del desperdicio alimentario global, aunque la cadena de desperdicio ocurre a lo largo de todo el proceso de los propios alimentos, desde la producción, pasando por la distribución y hasta que llega al consumidor.

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