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El cambio en la fecha de caducidad de los yogures beneficia al consumidor y al planeta
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Desperdicio de alimentos

El cambio en la fecha de caducidad de los yogures beneficia al consumidor y al planeta

Cambiar a fecha de consumo preferente no es un hecho banal; implica investigación, implementar nuevos procesos y, sobre todo, compromiso con la sociedad y el ambiente

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El desperdicio de alimentos se ha convertido en un quebradero de cabeza para todos: autoridades mundiales, empresas y consumidores. Es un asunto en el que hay mucho en juego, y más que el aspecto económico importa la responsabilidad social, hacia las personas que tienen dificultades para acceder a la comida y hacia el planeta, porque la producción de alimentos implica una gran cantidad de emisiones de CO₂.

Naciones Unidas ha hecho de la lucha contra el desperdicio el 12 Objetivo de Desarrollo Sostenible, con el que se ha propuesto reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita hasta 2030, un propósito que implica a los consumidores y a las cadenas de suministro y producción.

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Danone es una de las empresas que están cambiando sus procesos para cumplir con este objetivo. La compañía ha anunciado un giro relevante, relacionado con una de las dudas más habituales para los consumidores: ¿es seguro comer un yogur caducado? Unos defienden que no pasa nada mientras que otras personas tiran directamente el producto a la basura, sin retirar la tapa ni comprobar su aspecto (y mucho menos el sabor). La consecuencia es que de los 77 kg de alimentos desperdiciados per cápita, el 9% corresponde a lácteos y, de estos, el 16% son yogures (esto es, 1,1 kg al año). Trasladada a emisiones, esa cantidad equivale a 1,8 kg de C02, según los datos ofrecidos por Danone.

Mejor consumo preferente

Para evitar que esto suceda, la compañía cambiará ‘fecha de caducidad’ por ‘fecha de consumo preferente’ en el 78% de sus productos. Durante la presentación de esta novedad, Paolo Tarufi, director general de Danone España, ha explicado la diferencia entre los dos términos: “Después de la fecha de caducidad no es totalmente inocuo consumir ningún alimento (su seguridad no está garantizada) y por tanto no se debe tomar. Sin embargo, la fecha de consumo preferente indica hasta cuándo mantiene el producto intactas sus cualidades y propiedades organolépticas (siempre que se conserve en las condiciones de temperatura adecuadas)”.

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Así pues, duda resuelta: no es seguro tomar un yogur caducado.

Al implantar la ‘fecha de consumo preferente’, “damos al cliente la posibilidad de consumir de una manera más económica”, ha añadido Tarufi.

Para acometer ese cambio, el departamento de I+D de Danone ha trabajado durante tres años hasta dar con el fermento exacto que aumenta el tiempo de conservación y a la vez respeta el sabor y las propiedades del alimento, un fermento que se puede utilizar en cerca del 80% de su porfolio.

Mira, huele, prueba

Según el directivo, la pandemia ha acelerado la implantación del cambio. “La crisis sanitaria, económica y social provocada por el covid-19 ha puesto todavía más de manifiesto la necesidad de que empresas, instituciones y entidades sociales colaboren para poder mejorar la sociedad en la que vivimos. Con el cambio a 'fecha de consumo preferente' esperamos contribuir así a la lucha contra las graves consecuencias del desperdicio alimentario”.

En el anuncio del cambio, Danone ha estado acompañada de Too Good To Go, un movimiento de referencia que lucha contra el desperdicio de alimentos. Helena Calvo, responsable de proyectos, ha insistido en que antes de tirar nada a la basura ”hay que mirar, oler y probar”, un consejo muy útil también para saber el estado de un alimento con ‘fecha de consumo preferente’. “Cuando se sobrepasa esa indicación, el producto puede haber cambiado su textura o el olor, pero sigue siendo apto para el consumo”.

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Con la apuesta por eliminar la fecha de caducidad, la compañía catalana refuerza su compromiso con la sostenibilidad y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La meta que aspira a alcanzar en 2030 es reducir a la mitad el desperdicio en sus fábricas y centros de producción. ¿Temen que el cambio no sea bien acogido por los consumidores? “Nuestra responsabilidad con la sociedad y el planeta nos obliga a asumir riesgos”, defiende Taruffi, que anima a otras industrias de la alimentación a seguir su ejemplo.

Pero los cambios no paran en la fecha de caducidad, y ya está trabajando en la búsqueda de materiales reciclables y reciclados para sus envases y así conseguir la circularidad plena.

El desperdicio de alimentos se ha convertido en un quebradero de cabeza para todos: autoridades mundiales, empresas y consumidores. Es un asunto en el que hay mucho en juego, y más que el aspecto económico importa la responsabilidad social, hacia las personas que tienen dificultades para acceder a la comida y hacia el planeta, porque la producción de alimentos implica una gran cantidad de emisiones de CO₂.

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