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El peligro de los antiadherentes del menaje de cocina
  1. Consumo
¿todos son seguros?

El peligro de los antiadherentes del menaje de cocina

Algunas de estas sustancias son claramente efectivas, pero varios estudios hablan de su riesgo de causar enfermedades. Los expertos nos lo aclaran y dan las mejores opciones

Foto: Sartén antiadherente. (iStock)
Sartén antiadherente. (iStock)

El pasado 13 de junio de 2017, la Comisión Europea aprobó el Reglamento (UE) 2017/1000, por el que modificaba, en lo que respecta al ácido perfluorooctanoico (PFOA), sus sales y las sustancias afines, lo relativo al registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias y mezclas químicas (REACH). Se trata de una sustancia que posee unas propiedades específicas como la elevada resistencia a la fricción, su carácter dieléctrico, la resistencia al calor y a los agentes químicos, y la baja energía superficial. Se utiliza en diversas aplicaciones como en la fabricación de papel, productos textiles o utensilios de cocina a los que les confiere, entre otras, la propiedad de repeler al agua, la grasa, el aceite o la suciedad.

Aunque desde 2017 está oficialmente prohibido su uso en la Unión Europea, el reglamento europeo especifica que se establece una moratoria hasta 2020 que, en el caso de los semiconductores, se ampliará hasta 2023. Esta prórroga en su aplicación hace que todavía se encuentren productos que utilizan este material en su fabricación, aunque otros ya han empezado a incluir en su etiqueta 'PFOA Free'.

"El teflón no es sospechoso de producir cáncer, pero el PFOA sí, además de problemas de tiroides y esterilidad"

Afirma José S. Torrecilla, profesor titular e investigador, que “en principio, el polímero conocido como teflón no es sospechoso de producir cáncer. Sin embargo, el ácido perfluorooctanoico (PFOA, también conocido como C8), según estudios realizados en laboratorio y en animales, sí es sospechoso de producir enfermedades tales como cáncer, esterilidad, problemas de tiroides y de crecimiento”.

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Foto: iStock.

El problema, según señala Torrecilla, se encuentra en que todavía existen muchos utensilios de cocina recubiertos por el polímero denominado comercialmente como teflón que contienen PFOA. “Este es un ácido orgánico fluorado utilizado para fijar el acabado antiadherente que se requiere en el utensilio y es el objeto de la discordia. Es más, es este producto el que se desprende cuando el utensilio de cocina es sometido a fuertes cargas de calor y suben sus temperaturas por encima de 250-300º. Al desprenderse de la matriz del material, este va a acompañar al alimento tratado o al ambiente de la ubicación donde se esté realizando el calentamiento. Es por ello que se está empezando a vender utensilios de cocina libres de PFOA. Hasta el momento, el objeto de la discordia está centrado en el ácido orgánico y no en el polímero”, agrega este investigador.

Ojo con otras sustancias antiadherentes

Desde Hogar sin Tóxicos, Carlos de Prada comenta que “resulta difícil poder hacer afirmaciones concretas sobre el grado de riesgo o no riesgo de una serie de antiadherentes, aunque no contengan PFOA, toda vez que no se conoce en concreto qué sustancias se han empleado en ese antiadherente”. De Prada apunta que “por ejemplo, en muchas sartenes se indica que no contienen PFOA, porque esa sustancia ha sido la más estudiada, pero no se informa de qué otras sustancias contienen o pueden contener, de modo que podamos indagar acerca de la evidencia científica que hay acerca de la seguridad o no de esas otras sustancias”.

En 1991, en la Conferencia de Wingspread (Wisconsin, EEUU), un grupo de científicos concluyó que un gran número de sustancias químicas, sintetizadas y liberadas al medioambiente, así como algunas naturales, tienen un efecto sobre el sistema endocrino del hombre y de los animales. Una acción que se acuñó con el término de 'disruptores endocrinos'. Cinco años después, en 1996, una serie de expertos se reunieron en Weybrige (Inglaterra), donde demostraron que la relación de causalidad entre exposición humana y enfermedad puede ser especialmente laboriosa.

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Foto: iStock.

En esta reunión estuvo presente el catedrático de Radiología en la Universidad de Granada y director científico del Instituto de Investigación Biosanitaria en la misma ciudad, Nicolás Olea. Este experto granadino muestra su frustración en cómo se está gestionando el tema de los disruptores endocrinos. “Como médico –asegura– creo que se ha demorado mucho la toma de decisiones sobre este tema. Existen muchos años de evidencia y las decisiones se toman tarde, mal o nunca. Las demoras que hay en la aplicación de cualquier reglamento sobre disrupción endocrina es insostenible. Ya en 1996 avisamos de la existencia de este problema. Pero no es hasta 2018, cuando se dice que se dispone de los test de apropiado cumplimiento para aplicar e investigar la capacidad disruptor endocrina de los compuestos químicos que van a ser puestos en el mercado. Han pasado 22 años”. Y agrega que “nadie que esté interesado en biología, en medioambiente o en salud humana tendría esa placidez en la toma de decisiones. Está claro que esta toma de decisiones se debe a un interés comercial o político, no en un interés de salud humana”.

Saber en qué medida la utilización de este tipo de menaje puede resultar perjudicial para la salud de las personas es difícil ya que, como subraya Nicolás Olea, “los perfluorados tienen una aplicación directa en el menaje de cocina, pero además se encuentran en los textiles, en el cuero, en la tapicerías, en el papel de embalaje, etc”. El problema, según apunta, es que “como no hay ninguna obligación de declarar la composición de estos artículos, el consumidor solo puede saber ahora que no tienen PFOA, el maldito, pero no sabe cuál es la alternativa”.

Los expertos abogan por utilizar materiales alternativos, pero sus precios son más elevados

Son muchos los estudios publicados que confirman que la utilización de sustancias perfluoradas, en distintos ámbitos de nuestro entorno, influyen sobre el árbol tiroideo. También se sospecha de su carcinogenicidad, problemas hepáticos, en la reproducción y en el crecimiento. Además, se señalan siempre como ejemplo de problemas en el metabolismo, en general, y fundamentalmente en el metabolismo lipídico.

Para evitar sus efectos secundarios, los expertos expresan la necesidad de utilizar materiales alternativos que resulten más 'amigables' para la población. Lo que ocurre es que, tal y como manifiesta José S. Torrecilla, “sus precios son más elevados y sus calidades distan de las mencionadas anteriormente. Pero se podría decir que utensilios de cocina de cerámica antiadherente o con recubrimiento antiadherente a la piedra son productos que se alejan de los antes mencionados PFOA y que, hasta el momento, no son sospechosos de producir enfermedades”. Una opinión, la búsqueda de materiales alternativos que, en opinión del catedrático Nicolás Olea, es posible con la participación de los ingenieros. “Son ellos los que pueden desarrollar productos más 'friendly'. Por supuesto que puede haber alternativas, pero los fabricantes deben ser conscientes de cuáles son los sistemas de evaluación toxicológica, aplicarlos y desarrollar productos que sean más llevaderos”, concluye el científico biosanitario.

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Foto: iStock.

En la búsqueda de otro tipo de materiales que resulten más inocuos en contacto con los alimentos y por lo tanto más 'beneficiosos' para la salud de las personas, Carlos de Prada reconoce que “es muy complicado afirmar que una sustancia química sintética de propiedades similares pueda ser inocua, ya que el que una sustancia o sustancias no hayan sido estudiadas tanto como otras, no implica que necesariamente no pudiesen representar eventualmente un riesgo. La historia de sustituciones de unas sustancias por otras sobre las que había menos datos ha estado llena de malas sustituciones.”

El tipo de comida que cocinemos importa

Además, José S. Torrecilla explica que todos los materiales expuestos a relativas altas temperaturas se deterioran con relativamente alta velocidad dependiendo no solo del material, sino también de los alimentos que se cocinen con ese material. “El hecho es que durante el proceso de deterioro no se generen sustancias perjudiciales para las personas ni para el medioambiente”, mantiene Torrecilla. Este investigador resalta su preferencia por las sartenes con el recubrimiento antiadherente a la piedra, por sus características y estabilidad en todas las condiciones de uso, y declara que “la mayor problemática es que los materiales de las sartenes dependen del tipo de comida. Por ejemplo, en Europa del Norte los materiales de los utensilios de cocina podrían basarse en la cerámica. Sin embargo, es curioso que la tortilla de patata sea uno de los alimentos que más degradan estas sartenes”.

Finalmente, el responsable de Hogar sin Tóxicos apunta que “no soy amigo de los excesos de alarma, aunque sí de que las personas piensen con qué están poniendo en contacto la comida y actúen en consecuencia, especialmente si ese algo es calentado”. Por ello, aconseja elegir sartenes de acero inoxidable o hierro colado, sin revestimientos.

El pasado 13 de junio de 2017, la Comisión Europea aprobó el Reglamento (UE) 2017/1000, por el que modificaba, en lo que respecta al ácido perfluorooctanoico (PFOA), sus sales y las sustancias afines, lo relativo al registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias y mezclas químicas (REACH). Se trata de una sustancia que posee unas propiedades específicas como la elevada resistencia a la fricción, su carácter dieléctrico, la resistencia al calor y a los agentes químicos, y la baja energía superficial. Se utiliza en diversas aplicaciones como en la fabricación de papel, productos textiles o utensilios de cocina a los que les confiere, entre otras, la propiedad de repeler al agua, la grasa, el aceite o la suciedad.

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