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Los edulcorantes, el laberinto en el que nos perdemos diariamente
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ASPARTAMO, LA APUESTA DE MONSANTO

Los edulcorantes, el laberinto en el que nos perdemos diariamente

No te pierdas más entre la lista de ingredientes. Aquí te ayudamos a conocer un poco más los más empleados y qué es lo que dicen al respecto las agencias de seguridad alimentaria

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Antes, al leer la etiqueta de un producto, leíamos azúcar o sacarina y ya sabíamos qué nos estábamos metiendo entre pecho y espalda. Sin embargo, ahora el panorama se ha enriquecido con edulcorantes que, aunque descubiertos hace décadas, suelen causar cierta perplejidad pues no tenemos la menor idea de cómo se han producido, ni cuál es su origen e incluso algunos se preguntan sobre sus posibles repercusiones en la salud: aspartamo, acesulfamo K (E950), tagatosa, glucósidos de esteviol… ¿Te has perdido ya? No te preocupes, vamos a ver si seguimos el rastro de estos productos y acabamos con esa ignorancia supina.

Todos ellos han sido concienzudamente estudiados por las diversas agencias de seguridad alimentaria y se consideran seguros siempre que se respeten unos umbrales de ingestas diarias. Empezamos por el más popular, pero no por ello el menos exento de polémica, pues en internet lo muelen a palos en diversos blogs. No obstante, parece ser que el temor es infundado y el aspartamo es inocente de los cargos que se le imputan. Vamos a verlo.

Aspartamo hasta en las bebidas azucaradas

“Es un polvo blanco e inodoro, aproximadamente 200 veces más dulce que el azúcar. En Europa, está autorizado para ser utilizado como aditivo alimentario en alimentos como bebidas, postres, dulces, lácteos, chicles, productos para reducir la energía y controlar el peso y como edulcorante de mesa”, explican en la web de la Agencia de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

En 2013, desde la EFSA, se concluyó que el aspartamo es seguro para la población en general

Su origen se atribuye al químico James Schlatter, quien en los años 60 trabajaba para la G.D. Searle & Company. Su intención era hallar un fármaco contra las úlceras, pero acabó cruzándose en su camino el aspartamo. Así, por accidente derramó aspartamo sobre su mano, pero al lamerse el dedo, se percató de su dulzor. Ese polvo blanco y cristalino contenía dos aminoácidos: el ácido aspártico y la fenilalanina. Por supuesto, puso el hallazgo en conocimiento de sus jefes. Dos décadas más tarde, la compañía fue adquirida por Monsanto, que empezó a comercializar el aspartamo bajo la enseña de NutraSweet Company.

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Aunque este producto ha sido objeto de una auténtica caza de brujas, ningún estudio ha podido demostrar que sea realmente perjudicial para la salud, al menos en los niveles de consumo recomendados. Todo empezó por la vinculación de este ingrediente al desarrollo de cáncer en ratas de laboratorio. Tanta fue la presión que marcas como Pepsi decidieron prescindir de este ingrediente en la versión sin azúcar del producto, pero finalmente tuvo que recular pues los consumidores no parecían muy satisfechos con el sabor resultante. Cabe destacar que este edulcorante ha sido sometido a infinidad de estudios y, al respecto, en 2013, desde la EFSA, se concluyó que el aspartamo es seguro para la población en general, incluidos niños y mujeres embarazadas. Pero debemos tener presente la dosis diaria aceptable, que se sitúa en los 40 mg por kilo, aunque su consumo habitual suele quedar bastante por debajo de esas cifras.

Glucósidos de esteviol, ¿el colmo de lo natural?

Los glucósidos de esteviol son componentes naturales de las hojas de Stevia rebaudiana (Bertoni). Esta planta es nativa de ciertas regiones de América del Sur y es comúnmente conocida como stevia. Ese edulcorante, carente de perfil nutricional, puede ser hasta 200 a 400 veces más dulce que el azúcar de mesa.

Curiosamente, la cantidad de glucósidos de esteviol recomendable por día es bastante más inferior que la del aspartamo. Así, mientras esta última son 40 miligramos por kilo, los glucósidos de esteviol son 4 miligramos por kilo de peso corporal.

Sagatosa, la nueva estevia

Pasado el boom de la stevia, parece que ahora hay otro producto dispuesto a revelarle en el cargo de convertirse en el endulzante de moda y esa es la tagatosa, que ya ha debutado con gran éxito de audiencia en los herbolarios y tiendas especializadas. En concreto, es un endulzante que se obtiene del azúcar de la leche; es decir, de la lactosa. Esta última es sometida a un proceso físico a resultas del cual conseguimos un polvo blanco que efectivamente es la tagatosa de marras. Este producto es apto tanto para diabéticos como para los intolerantes a la lactosa.

Al parecer, una de sus ventajas es que presenta prácticamente el mismo sabor que el azúcar.

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Acesulfamo-K, desde Alemania para el mundo

“El acesulfamo de potasio ha sido aprobado para su uso en alrededor de 90 países. Por ejemplo, es ampliamente utilizado en alimentos y bebidas en el Reino Unido, Alemania, Australia y Canadá. Además, el acesulfame potásico ha sido revisado y considerado seguro por el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios de la Organización Mundial de la Salud y el Comité Científico de la Alimentación de la Unión Europea”, indican en la web de la Fundación del Consejo Internacional de Información Alimentaria con sede en Washington (EEUU).

Este edulcorante fue descubierto en Alemania en 1967 y suele emplearse junto con otros edulcorantes para intensificar el sabor dulce y evitar el amargo. A diferencia del aspartamo, soporta las altas temperaturas, de modo que es adecuado para postres que se hornean como magdalenas o bizcochos.

Uno de sus principales valedores es Coca-Cola, que defiende así su uso: "Cuando consumimos algún producto con acelsufamo K, este se absorbe en el intestino delgado y posteriormente se elimina por la orina. No se metaboliza, por lo que no hay ninguna manera de que aporte energía en forma de calorías a nuestro cuerpo y todo esto pasa en menos de 24 horas".

Por supuesto, apenas nos hemos adentrado en el laberinto de denominaciones e ingredientes que nos ofrecen los edulcorantes, pero, sin duda, ya hemos hecho parte del camino.

Antes, al leer la etiqueta de un producto, leíamos azúcar o sacarina y ya sabíamos qué nos estábamos metiendo entre pecho y espalda. Sin embargo, ahora el panorama se ha enriquecido con edulcorantes que, aunque descubiertos hace décadas, suelen causar cierta perplejidad pues no tenemos la menor idea de cómo se han producido, ni cuál es su origen e incluso algunos se preguntan sobre sus posibles repercusiones en la salud: aspartamo, acesulfamo K (E950), tagatosa, glucósidos de esteviol… ¿Te has perdido ya? No te preocupes, vamos a ver si seguimos el rastro de estos productos y acabamos con esa ignorancia supina.

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