La gran barrera de la dieta saludable: el precio de los productos
Tras años de concienciación sobre la alimentación, parece que se percibe seguir la más adecuada para proteger el organismo, pero resulta inaccesible. Mas del 80% de los consumidores alega que el precio les impide comer más sano
Durante la última década, la concienciación y la comunicación sobre la importancia de una dieta sana y su impacto en la salud ha sido una prioridad en la mayoría de los países y, también, desde las organizaciones internacionales involucradas en este ámbito. Este mismo portal, Alimente, es una buena muestra de ello. Sin embargo, a pesar de que existe cada vez más información sobre la frecuencia, la cantidad y el tipo de alimentos más recomendables, la realidad es que la dieta equilibrada en el mundo sigue siendo una cuestión de renta: los ricos pueden comer más sano, los pobres no.
Un reciente estudio del Foro para el Consumo de Bienes (CGF en inglés), de la consultora Nielsen y el Boston Consulting Group, pone de manifiesto que más del 80% de los consumidores identifican los productos saludables con el precio. Una barrera que constata también otro informe de la FAO en el que se incide aún más en este aspecto en relación con el área geográfica.
La inmensa mayoría de los consumidores que reconoce que el precio es una barrera declaran al mismo tiempo que su voluntad es comer sano
El mundo produce más que suficientes alimentos básicos (las llamadas 'commodities': trigo, maíz, soja, arroz, pero no las suficientes frutas, verduras y proteína animal necesarias para cubrir la ingesta mínima de 400 gramos diarios recomendada por la FAO y la OMS. Solo algunos países en Asia, los países ricos de Europa y América del Norte son capaces de producir frutas y verduras a un precio asequible para su población. Solo los países desarrollados producen lo suficiente para abastecer a su población con comida saludable.
Alimentación en cabeza
Lo curioso es que, de ese 80% que insiste en que los precios son demasiado caros, un 85% admite que les gustaría comprar en mercados y supermercados donde hubiera más soluciones saludables, lo que quiere decir que ya hay conciencia sobre la alimentación sana, pero que esta -al menos según su percepción- no es muy asequible. De forma general, uno de cada cuatro, según la misma encuesta, admite que hace un esfuerzo considerable por comer más sano.
Lo más remarcable del estudio es que incluyó también a los CEO de la industria alimentaria y de la distribución, que reconocieron que "la cuestión de una dieta equilibrada y sana es una cuestión tanto de negocio com moral". El papel de la alimentación en lo que se percibe como hábitos saludables ha crecido en los últimos años y, sin embargo, a pesar de las bien intencionadas muestras de los CEO, la realidad es que aún se está lejos.
Una de las soluciones, el correcto etiquetado está produciendo un intenso debate. En España Nutri-Score tiene un importante lobby de detractores
En España, por ejemplo, la reciente admisión del etiquetado Nutri-Score, cuya implantación obligatoria es para el año que viene y que servirá para que los consumidores identifiquen más rápidamente y sin lugar a equivocación los alimentos considerados más sanos, está siendo controvertida. Se ha abierto un debate y una lucha encarnizada entre los que están a favor y en contra.
Debate del etiquetado
Algunos nutriconistas ya han alertado que las compañías que elaboran productos con una buena cantidad de azúcar y sodio han conseguido saltarse de alguna forma el espíritu del etiquetado. Es ya célebre el análisis del aceite de oliva (naranja según Nutri-Score) frente a la Coca-Cola Zero (verde). A pesar de todo, estos análisis obvian en cualquier caso una multitud de estudios que asocian la implantación de Nutri-Score con una elección más saludable por parte de los consumidores. Precisamente, una de las conclusiones del estudio de Nielsen, CGF y BCG es lograr la transparencia y en este aspecto el etiquetado es primordial:
"El etiquetado nutricional apropiado es una forma poderosa de crear transparencia. Los datos de nuestra encuesta muestran que la información nutricional de los productos es la primera opción de los consumidores para determinar qué alimentos son saludables, y el 80% la usa como fuente principal de información. Y cuando se preguntó a los consumidores qué iniciativas de transparencia y educación tenían más probabilidades de ser efectivas, las iniciativas de mejora del etiquetado fueron la mejor opción en todos los países encuestados". Se seguirá hablando de ello
Las iniciativas de precios y promoción fueron las más populares entre los encuestados, ubicándose entre las cuatro de las dieciocho propuestas
A pesar de esta polémica, lo que parece fuera de toda duda ya es la relación de renta o precio, con producto saludable. Para paliar esta carencia, los responsables de la industria propusieron algunas soluciones a los investigadores como por ejemplo acciones de promoción: "Dado que los consumidores identificaron el precio como la barrera más importante para una alimentación más saludable, no es de extrañar que las iniciativas de precios y promoción fueran a su vez las más populares entre los encuestados, ubicándose entre las cuatro principales de las dieciocho iniciativas propuestas".
Promociones y descuentos
Así por ejemplo, en una cadena de supermercados europea, una iniciativa dirigida a los padres incluía recompensar con puntos de fidelización adicionales por la compra de alimentos para niños más sanas. Otra cadena similar alentó a los consumidores a probar opciones más saludables promoviendo precios más bajos, combinados con anuncios promocionales que identifican oportunidades específicas para que los clientes intercambien artículos menos saludables por opciones que lo sean más y de menor precio".
Con todo, lo más complicado será, en el escenario que aún vivimos de la pandemia. aglutinar cualquier concepto de concienzación de hábitos de dieta sanas, como por ejemplo el etiquetado, o cualesquiera acciones de tipo promocional que se lleven a cabo, con la renta. En un escenario de posible recesión económica durante el covid, el desempleo y la reducción de salarios solo agravarán el problema y más aún en los países menos desarrollados. Más que nunca se necesita que los productos saludables no acarreen un alto precio para el consumidor.
Durante la última década, la concienciación y la comunicación sobre la importancia de una dieta sana y su impacto en la salud ha sido una prioridad en la mayoría de los países y, también, desde las organizaciones internacionales involucradas en este ámbito. Este mismo portal, Alimente, es una buena muestra de ello. Sin embargo, a pesar de que existe cada vez más información sobre la frecuencia, la cantidad y el tipo de alimentos más recomendables, la realidad es que la dieta equilibrada en el mundo sigue siendo una cuestión de renta: los ricos pueden comer más sano, los pobres no.