Trucos y ventajas de conservar bien durante días el pan en tu casa
No son pocas las opciones: en una bolsa de tela, congelarlo o decantarse por las variedades artesanas. Son algunos consejos para lograr que nos dure mucho más
Sucede con frecuencia. Compramos el pan por la mañana y a la hora de la comida comprobamos que su textura crujiente se ha tornado por arte de magia en 'chiclosa'. Otras veces, disfrutamos de su máximo esplendor a mediodía, nos quedamos con el rico recuerdo de su gusto en el paladar y, de paso, con ganas de más hasta la hora de la cena. Sin embargo, cuando lo probamos, su textura tiene poco o nada en común con la que mostraba horas antes, pues su corteza se ha endurecido y su miga luce un aspecto mucho más seco. Nos preguntamos qué ha pasado y cavilamos sobre el tipo de ingredientes que contiene el pan de hoy, pues está claro que no muestra la calidad de hace unos años.
De hecho, seguro que más de un lector ha escuchado en alguna ocasión decir a nuestros mayores que "el pan de ahora ya no es como el de antes" o que "antes sí se hacía buen pan". En realidad, esta afirmación tiene parte de verdad, pues algunas grandes cadenas han abandonado el buen hacer de antaño, acortando los tiempos de fabricación del humilde pan para darle salida cuanto antes. Pero también hay muchas panaderías, tahonas y algunas cadenas que apuestan por la elaboración de pan de calidad, con largas fermentaciones y fabricados con masa madre.
Las piezas más grandes, las que tienen la miga más tupida y las de centeno son las que tienden a durar más tiempo
Asimismo, para que la calidad de las piezas de pan no merme y, por tanto, se estropeen antes de lo esperado, es preciso mantener una serie de hábitos de conservación. A pesar de que el pan es uno de los alimentos básicos de la dieta mediterránea y, por tanto, uno de los más conocidos y consumidos, son muchos los que cometen errores a la hora de conservarlo, lo que acaba acortando su vida. Sin embargo, hay una serie de trucos que permiten alargar su duración, evitando que tengamos que comprarlo cada día. He aquí algunas recomendaciones para que el pan dure más tiempo.
Comprar pan de calidad
Obviamente, la calidad del pan es el aspecto más determinante de su durabilidad. Por ello, se aconseja huir de la sección panadera de las grandes superficies donde todas las variedades lucen una silueta idéntica y un color beis uniforme. Esto indica que han sido sometidas a un tiempo de fermentación insuficiente, el cual le confiere menor calidad y, por tanto, le otorga un tiempo de vida más corto. Si queremos que el pan se conserve durante más tiempo, es aconsejable meter en el carro de la compra variedades artesanas. Y dentro de estas, las piezas más grandes, las que tienen la miga más tupida y las de centeno son los que tienden a durar más tiempo.
Meterlo en una bolsa de tela
El pan necesita respirar y un ambiente seco para conservar intactas sus propiedades organolépticas durante más tiempo. Los envases de plástico son los menos aconsejables para tal fin, pues favorecen la aparición de humedad, lo que conlleva que su textura se reblandezca en demasía y finalmente acabe poniéndose malo. Lo ideal es guardarlo en bolsas de tela o, en su defecto, en cajones de madera.
Asimismo, hay quien lo mete en la nevera porque piensa que la temperatura fresca que ofrece esta es la idónea para darle más tiempo de vida al pan. Esta práctica es un error. La razón es que este electrodoméstico proporciona un rango de temperatura que propicia la aparición de moho, el cual hace que el pan se endurezca y pierda su calidad más rápidamente. Por tanto, lo ideal es la temperatura ambiente.
Congelarlo
Congelar el pan permite disponer de reservas en caso de urgencia o de un remanente para cuando no disponemos de tiempo para acudir a la panadería. También es una de las maneras más eficaces de lograr que el pan dure durante más tiempo (semanas e incluso meses), pues las bajas temperaturas frenan los cambios relacionados con su deterioro y con el cambio de textura. Claro que, para que el proceso sea un éxito, es aconsejable tener presentes varias cuestiones. La primera es que debemos esperar a que la pieza esté totalmente fría. El objetivo es evitar que el calor se condense, forme humedad y, por tanto, reblandezca la corteza.
Asimismo, se aconseja escoger la variedad más fresca y además introducirla en bolsas herméticas, pues de este modo evitaremos que esta absorba los olores de otros alimentos o que el frío la queme. Otra opción, muy aconsejable para quienes tienen pensado consumir poca cantidad, es congelarlo en rebanadas. Para que no se queden pegadas, podemos recurrir al truco de introducir un papel entre ellas.
Comprar el más grande
En el caso del pan, el tamaño importa. La razón es que cuanta más corteza y menos miga tenga la pieza, menos tardará en secarse y, por tanto, antes se estropeará. Esta es la razón por la que las barras y las baguettes nos suelen durar menos tiempo que las hogazas de pan. Así que, si el objetivo es que el pan dure más, lo ideal es elegir la variedad más grande, tipo hogaza, pues tienen más miga y menos corteza.
Sucede con frecuencia. Compramos el pan por la mañana y a la hora de la comida comprobamos que su textura crujiente se ha tornado por arte de magia en 'chiclosa'. Otras veces, disfrutamos de su máximo esplendor a mediodía, nos quedamos con el rico recuerdo de su gusto en el paladar y, de paso, con ganas de más hasta la hora de la cena. Sin embargo, cuando lo probamos, su textura tiene poco o nada en común con la que mostraba horas antes, pues su corteza se ha endurecido y su miga luce un aspecto mucho más seco. Nos preguntamos qué ha pasado y cavilamos sobre el tipo de ingredientes que contiene el pan de hoy, pues está claro que no muestra la calidad de hace unos años.