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Las comidas que te salen genial en el microondas (y lo que no debes hacer en él)
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COcina sana sin añadir nada

Las comidas que te salen genial en el microondas (y lo que no debes hacer en él)

Destinado en la mayor parte de los hogares a la aburrida tarea de calentar el desayuno, tenemos un electrodoméstico totalmente desaprovechado en nuestras cocinas

Foto: Verduras haciéndose en un microondas. (iStock)
Verduras haciéndose en un microondas. (iStock)

A qué negarlo: hemos relegado el microondas a la simple tarea de calentar el café por las mañanas y las sobras para la cena. Eso sí: estamos tan acostumbrados a su presencia en la cocina como a su futurista nombre, que describe un mecanismo menos complicado de lo que podría parecer: es un aparato que emite ondas electromagnéticas, como las de radio, pero mucho más pequeñas, con una longitud de onda entre uno y 10 mm. Estas 'excitan' las moléculas de agua, grasa y azúcar presentes en la comida, lo que provoca que se caliente.

En los ochenta, cuando se instaló en nuestros hogares, este pequeño electrodoméstico prometía el oro y el moro. Aun así, ya avisaba la experta Cristina Galiano en su libro 'Solo recetas que salen bien en el microondas': "No se puede cocinar todo en el microondas, solo lo recomendaría para elaborar aquellos platos que compensan por calidad y por tiempo".

Es posible comer bien en una cocina en la que solo hay un microondas. Eso sí, hay que utilizar unas técnicas un poco distintas

Pero muchas cosas sí. La presentadora de múltiples programas de Canal Cocina, como 'Cocina de familia', 'Casi casero' o el apropiado para el tema que nos ocupa, 'El microondas', Elena Aymerich, nos ofrece claves y consejos para cocinar con nuestro microondas y, además, nos explica lo que no deberemos hacer bajo ningún concepto.

Hacer buen uso del microondas

"Es posible comer bien en una cocina en la que lo único que hay es un microondas. Por ejemplo, mi hija está estudiando fuera en un Erasmus y es su único electrodoméstico para cocinar. Eso sí, hay que utilizar unas técnicas un poco distintas. Se puede usar para cocinar hortalizas o pescado. Además, es muy útil para acortar cocciones o para freír. Por ejemplo, lo podemos usar para pochar una cebolla o 'precocinar' unas patatas que después vayamos a freír. Acorta mucho los tiempos", explica la experta.

placeholder 'Mug cakes', bizcochos en taza hechos en el microondas. (iStock)
'Mug cakes', bizcochos en taza hechos en el microondas. (iStock)

Además, cometemos el error de creer que en un microondas podemos regular la intensidad, cuando en realidad lo único que se ajusta es el tiempo de funcionamiento: "Cuando ponemos la potencia del microondas al máximo, lo hacemos trabajar de continuo, pero cuando la reducimos, no es que sea menos potente, sino que trabaja intermitentemente", cuenta Elena.

Lo que no hay que hacer

El microondas tiene muchas virtudes, pero incluso la experta muestra sus reticencias a meter en él ciertas cosas: "A pesar de lo que dicen los fabricantes, evito introducir plásticos, porque no se sabe muy bien qué partículas pueden desprender. Yo siempre trato de utilizar fuentes de cristal o cualquier pieza de vajilla apta". No le falta razón. Como ya ha advertido la Harvard Medical School, determinados compuestos presentes en algunos plásticos, como el bisfenol A (BPA) o el ftalato, calentados en el microondas pueden filtrarse a la comida. Estos compuestos son conocidos como disruptores endocrinos, sustancias que emulan a nuestras hormonas, con efectos nada saludables para nosotros.

  • Tapar. Cristina Galiano explicaba que "siempre tendremos que tapar muy bien el recipiente empleado" porque en un microondas se evaporan "12 gramos de agua por minuto". Si lo dejamos sin cubrir, todo ese agua se perderá y nos quedará la comida seca.
  • Falta de líquido. Según Elena Aymerich, hay algunos alimentos con los que no obtendremos el resultado deseado por la falta de agua. "Son estas moléculas las que se activan y cocinan la comida. Si la comida tiene bajo contenido en agua, no vamos a conseguir un buen resultado".
  • Explosiones. Son famosos los casos de alimentos que revientan en el electrodoméstico, como las patatas, pero podemos prevenirlo "pinchando cualquiera que tenga una membrana, ya sea una piel como la de la patata o la cáscara de un huevo, que habrá que perforar un poquito para que no estalle".
  • Calentamiento desigual. El hecho de que los microondas calienten de forma no uniforme la comida puede confundirnos y hacernos creer que no está hecha, sobre todo en el caso de que "estemos calentando grandes cantidades de líquido, porque puede no calentarse uniformemente, dando la sensación de que no se está cocinando, cuando sí lo está".

Tan solo hay que envolver tiras de beicon en papel absorbente e introducirlas en el microondas entre dos y tres minutos

Además, Cristina cuenta que, para ella, este electrodoméstico no es la opción adecuada para la elaboración de masas por dos razones: "Por un lado, la evaporación continua y, por otro, por no alcanzar la temperatura suficiente. Las masas de mantequilla necesitan 170 ºC, las de bizcocho, 180 ºC, y la del pan o pizza, 200 ºC, temperaturas que no se logran en un horno microondas".

Lo que sí merece la pena hacer

Elena Aymerich tiene muy claras sus recetas fetiche para cocinar en este electrodoméstico:

  • Beicon: es realmente sencillo de hacer, además, sin manchar nada. El resultado es además mucho más sano, tratándose de unas cintas de beicon. "Tan solo hay que envolverlas en papel absorbente de cocina e introducirlas en el micro entre dos y tres minutos. Esto hace que el papel absorba el exceso de grasa, quedando muy crujientes", Además, si queremos españolizar la fórmula un poquito, podemos usar el mismo método con el jamón serrano.
  • Huevos revueltos: son algo más trabajosos, pero infinitamente menos que haciéndolos en la sartén. "A mí me gusta que queden muy cremosos, y es tan fácil como, en un bol apto para microondas, batir los huevos, añadir un poco de sal, pimienta y lo que cada cual quiera incorporar, como mantequilla o aceite, y hacerlos en intervalos de 30 segundos. En cada parón, los sacamos y batimos, para que no cuaje de golpe, y seguimos haciendo esto hasta que obtengamos la textura que deseemos. En un minuto y medio están listos".
  • Repostería: también tienen cabida los postres, al margen de las famosas 'mug cakes': "Podemos hacer bizcochos, galletas o cremas, como unas natillas [utilizando el método de los huevos revueltos]".
placeholder Huevos revueltos y beicon hechos en el microondas. (iStock)
Huevos revueltos y beicon hechos en el microondas. (iStock)

Otra cosa que Cristina Galiano recomienda hacer es abrir tanto como deseemos el electrodoméstico para ver si la comida está cocinada, porque "el microondas no muerde. Se puede y se debe abrir".

La salud detrás del microondas

Más allá de los problemas de salud de algún modo vinculados con este electrodoméstico y tan fáciles de evitar —como los plásticos que pueden filtrar disruptores endocrinos—, el microondas tiene su granito de arena que ofrecer a nuestra salud alimentaria. Elena cuenta que, dado que calienta tanto el agua como las propias grasas (aunque con menor intensidad), los alimentos ya de por sí ricos en este nutriente, como los frutos secos, "podremos cocinarlos sin añadirles agua ni aceite adicional".

Además, no tener la necesidad de añadir grandes cantidades de agua extra (tan solo una cucharada en el caso de las zanahorias) "permite que los nutrientes, como las vitaminas y los minerales que contienen, no se disuelvan en el exceso de líquido", explica Elena. La Harvard Medical School es de la misma posición con respecto a los beneficios nutricionales de cocinar con microondas: "Por ejemplo, el brócoli hecho en el microondas mantiene más glucosinolato que el hervido o el frito".

A qué negarlo: hemos relegado el microondas a la simple tarea de calentar el café por las mañanas y las sobras para la cena. Eso sí: estamos tan acostumbrados a su presencia en la cocina como a su futurista nombre, que describe un mecanismo menos complicado de lo que podría parecer: es un aparato que emite ondas electromagnéticas, como las de radio, pero mucho más pequeñas, con una longitud de onda entre uno y 10 mm. Estas 'excitan' las moléculas de agua, grasa y azúcar presentes en la comida, lo que provoca que se caliente.

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