Nostradamus dejó escritas sus predicciones... y sus recetas
Fuera de sus oscuros textos destinados a adivinar el porvenir, el astrólogo francés demostró que era ducho en otras habilidades más mundanas
No son pocos los autores que en algún momento de su carrera desarrollaron alguna obra paralela que poco tenía que ver con su producción habitual. El escritor de terror H.P. Lovecraft redactó una farsa sobre el amor, el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer compuso una zarzuela, Benjamin Franklin escribió un ensayo sobre las ventosidades y artistas de nuestro tiempo como el cantante country Johnny Cash, cuentos de ciencia ficción.
Al igual que todos ellos, el astrólogo francés Michel de Nostradamus tenía otras inquietudes más allá de sus predicciones en verso. Al ilustre provenzal le preocupaban también las cuestiones prácticas relacionadas con lo culinario y más específicamente el noble arte de preparar mermeladas.
Cocinero antes que profeta, esta afición de Nostradamus no surge de la nada y tiene que ver con su trabajo original como boticario, un oficio que le costaría su expulsión de la escuela de medicina de la Universidad de Montpellier al estar considerada en la época como una mera ocupación artesanal.
Sabrosas preparaciones para ricohombres
Sus propuestas fueron recogidas en el así llamado 'Traité des fardements et confitures', publicado por primera vez en 1555. Visto desde una perspectiva actual, el volumen es un cajón de sastre donde se recogen fórmulas magistrales, trucos de cosmética e instrucciones para fabricar dulces. Si a alguien le sorprende este último dato, basta aclarar, tal y como cuenta el '
Ensalza Nostradamus el azúcar, un ingrediente muy caro en su época, por su capacidad para conservar la fruta
El elenco de recetas que aparece en el libro de Nostradamus no tiene desperdicio: un remedio contra la peste, una solución para blanquear los dientes o una poción sexual elaborada con la sangre de siete gorriones machos que incrementa la producción de semen son algunas de las consultas que el curioso lector puede llevar a cabo.
Pero existen en esta obra otras recetas mucho más reconocibles y fáciles de preparar. Ensalza Nostradamus el azúcar por su capacidad para conservar la fruta y algunas de las recetas recogen técnicas que se utilizan todavía en la fabricación de mermeladas, confituras y jaleas. Se detalla así cómo cocer la fruta para la gelatina de cereza y las conservas de calabaza, y se instruye al aprendiz en la confección del mazapán. Algunos blogueros han probado incluso a reproducirlas con éxito.
A pesar de que las mermeladas tienen hoy una connotación de alimento popular propio de niños golosos, en el siglo XVI el azúcar era un ingrediente especialmente caro. Estas elaboraciones estaban pensadas originalmente para las élites de la nobleza y no es extraño que Nostradamus indicara en los textos cómo darles una apariencia acorde con la dignidad de un gran monarca.
No son pocos los autores que en algún momento de su carrera desarrollaron alguna obra paralela que poco tenía que ver con su producción habitual. El escritor de terror H.P. Lovecraft redactó una farsa sobre el amor, el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer compuso una zarzuela, Benjamin Franklin escribió un ensayo sobre las ventosidades y artistas de nuestro tiempo como el cantante country Johnny Cash, cuentos de ciencia ficción.
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