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Los diferentes tipos de sangría que se hacen en España
  1. Gastronomía y cocina
BEBIDA veraniega

Los diferentes tipos de sangría que se hacen en España

Aunque la crearon los ingleses, forma parte casi intrínseca del patrimonio gastronómico español. Versátil, refrescante y con sabor dulzón, la sangría hace más llevaderas las altas temperaturas veraniegas

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Cuando el intenso calor estival comienza a apretar, lo único que apetece es guarecerse en un lugar fresco y beber algo para refrescar el paladar, cuanto más frío mejor. Aunque son muchas las bebidas susceptibles de cumplir con dicho cometido, la sangría es una de las más elegidas para aliviar el sopor que conllevan las altas temperaturas. Versátil, refrescante y ligero, este combinado de vino y frutas capitanea el listado de bebidas veraniegas. Lo mismo ameniza una reunión de amigos, que ejerce de salvador de la canícula en el chiringuito de la playa o pone la nota colorida y alegre a una fiesta.

Orígenes británicos

En España, a falta de un cóctel que nos identifique, como en otros países, tenemos la sangría. Es nuestro combinado más internacional, cuya paternidad, curiosamente, corresponde a los ingleses. Hay una historia por ahí que cuenta que los marineros británicos que habitaron en las Antillas durante el siglo XVIII tuvieron una acertada idea: para eludir la prohibición de ingesta de alcohol, camuflaron el vino agregándole especias, frutas, burbujas y edulcorantes. La llamaron 'sangaree', pues el resultado de la mezcla tenía un color rojizo similar al de la sangre. Esta historia la corrobora el padre Esteban Torres en el Diccionario Castellano, el cual describía a la sangría como "una bebida inglesa muy apreciada en las colonias inglesas y francesas de las Antillas".

Sea como fuere, la sangría forma parte casi intrínseca del patrimonio gastronómico patrio. Es tan conocida como valorada fuera de nuestras fronteras. Tanto que el Parlamento Europeo decidió proteger a este combinado con regusto dulzón de otras versiones limitando el uso de la denominación de 'sangría' solo a las que se producen en España y Portugal.

La clásica

Vino tinto, zumo de naranja o limón, melocotón, azúcar, hielos, gaseosa, Cointreau o triple seco son los ingredientes que integran la receta básica de la sangría. A la hora de elaborarla no existen unas reglas establecidas, más bien reina la inexactitud en cuanto a las cantidades o el tiempo de elaboración que precisa, pues estos factores dependen del tipo de recipiente, de los componentes o de los gustos personales.

El Parlamento Europeo limitó el uso de la denominación de 'sangría' a las de España y Portugal

Sin embargo, no es necesario ser un barman para adivinar que la calidad de los ingredientes determina el resultado final de este brebaje. Muchos consideran un sacrilegio incluir en la combinación un buen vino y optan por los más baratos de tetrabrik. Es un error. El vino es el ingrediente base, el que le confiere el sabor y las notas distintivas. Por ello, lo recomendable es optar por uno de gama media, por ejemplo un crianza, y mejor con notas afrutadas. Siempre es preferible agregar menor cantidad de un vino de calidad que mayor de uno de baja calidad.

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En cuanto a la fruta, es más conveniente elegir la de temporada. ¿Cuánta cantidad? Pues desafortunadamente no hay medidas establecidas. Aunque depende del recipiente en el que se elabore y la cantidad de vino que se agregue, en líneas generales, los entendidos aconsejan incluir una manzana y dos melocotones por cada litro de vino. A partir de ahí, que cada uno haga sus cálculos, siempre teniendo en mente que es mejor quedarse corto que ser generoso.

Por su parte, los zumos que se añadan a la mezcla cuanto más naturales, mucho mejor. Lo ideal es dejar a un lado los comerciales y exprimir las frutas en casa.

El toque de gracia de esta bebida afrutada es el tiempo. La paciencia es clave, pues cuantas más horas (mínimo cuatro y mejor un día) estén las frutas en maceración con el vino, más sabrosa y con más matices resultará.

Versiones diferentes

Como para la sangría no hay una 'receta tipo', admite la inclusión de un sinfín de ingredientes, los cuales dan lugar a infinidad de versiones, tantas como gustos. Los más puristas la elaboran con vino y los más audaces arriesgan y se atreven a innovar creando otras mezclas que distan mucho de la clásica. Por ejemplo, en Asturias es tradicional hacerla con sidra, la cual, en líneas generales, se hace acompañar de zumo de naranja y de manzana, de rodajas de melocotón, paraguaya y nectarina y de azúcar.

Asimismo, la sangría recibe de buen grado otras adaptaciones, cuyo resultado, además de diferente, puede realzar esta bebida y aportarnos más de una alegría y placer gustativo. Sirvan como ejemplos los siguientes:

  • Con melón y frambuesas.
  • Con jengibre y arándanos.
  • Con vino blanco y cava.
  • Con sandía y melón.
  • Con melocotón y mango.
  • De ciruela y frambuesas.
  • Con rúcula.
  • Con martini, plátano, naranja y manzana.
  • Con brandi, manzana, naranja y limón.
  • De naranjas rojas.
  • De fresas y limón.

En definitiva, la elección de los componentes de esta bebida veraniega está en función de las preferencias y los gustos personales. Lo importante es que la mezcla guarde un equilibrio entre la cantidad de alcohol y el punto de frío. A la hora de servirla, no es conveniente añadirle demasiado hielo, pues cuanta más dilución, menor calidad tendrá y, por tanto, peor resultará al paladar.

Cuando el intenso calor estival comienza a apretar, lo único que apetece es guarecerse en un lugar fresco y beber algo para refrescar el paladar, cuanto más frío mejor. Aunque son muchas las bebidas susceptibles de cumplir con dicho cometido, la sangría es una de las más elegidas para aliviar el sopor que conllevan las altas temperaturas. Versátil, refrescante y ligero, este combinado de vino y frutas capitanea el listado de bebidas veraniegas. Lo mismo ameniza una reunión de amigos, que ejerce de salvador de la canícula en el chiringuito de la playa o pone la nota colorida y alegre a una fiesta.

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