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Los sitios de tapas que debes visitar si vas a la calle Laurel de Logroño
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DELICIAS RIOJANAS

Los sitios de tapas que debes visitar si vas a la calle Laurel de Logroño

'Matrimonios' o 'cojonudos' son algunas de las sabrosas tapas que se pueden encontrar en las barras de la calle Laurel. Hay más de 60 bares y en cada uno hay un pincho que saborear y una historia que conocer. Hacemos una ruta por los más emblemáticos

Foto: Puente sobre el río Ebro en la ciudad de Logroño. (iStock)
Puente sobre el río Ebro en la ciudad de Logroño. (iStock)

En Logroño, el paraíso gastronómico tiene nombre propio: calle Laurel. Esta popular vía se ha convertido en la ubicación de referencia para degustar los sabores riojanos y patrios más tradicionales; un templo de la tapa y de la cocina en miniatura. Aunque los orígenes de dicha calle son austeros, pues por entonces solo tenía unos pocos bares que servían vino de la tierra y discretas raciones de queso y embutido, hoy es la travesía por excelencia del buen comer y un lugar de peregrinación casi obligado tanto para los logroñeses como para los que están de visita en la ciudad.

En torno a 60 bares, uno detrás de otro, se encuentran en esta calle. Esta elevada concentración es lo que le ha valido el apelativo de 'senda de los elefantes', el cual hace referencia al hecho de que quien la visita suele ir de bar en bar y, por tanto, acaba la ruta embriagado, es decir, 'trompa' y 'a cuatro patas', como estos paquidermos.

En torno a 60 bares, uno detrás de otro, se encuentran en la calle Laurel, llamada 'senda de los elefantes'

Oreja rebozada, foie a la plancha, migas con huevos fritos o champiñones con salsa de ajo y aceite son algunos de los sabores que se pueden degustar en las barras de esta archiconocida travesía. Los bares que la integran son, salvo algunas excepciones, tradicionales, de barra, con mesas altas y taburetes, y de servilletas en el suelo. Para viajeros que están de visita en la ciudad o para algún lugareño despistado, proponemos una deliciosa ruta por esta excelsa calle logroñesa.

Paradas de la 'senda'

  • Blanco y Negro. Este bar fue el primero que abrió sus puertas; el clásico de los clásicos. Aunque sus montados de migas con bonito y pimiento tienen buena reputación, la tapa estrella es el 'matrimonio'. Dicha unión está formada por cónyuges muy nobles: anchoa, boquerón y pimientos verdes fritos insertos en pan regado con aceite de oliva. Un bocado elemental y sin pretensiones, que deshace al paladar.
  • El Perchas. Continuamos este periplo gastronómico en El Perchas, que es toda una institución en la capital riojana. No es para menos, pues es de los pocos que ha permanecido fiel al concepto de tapa sencilla, sin ostentaciones ni minimalismos. De hecho, uno de los aperitivos más célebres, muy valorado por los paladares logroñeses y sorprendente para los visitantes, es la oreja de cerdo cocida, rebozada y frita servida sobre una rebanada de pan. Un aperitivo gelatinoso que está disponible para los más arriesgados también en versión picante.
  • El Soriano. Esta cantina es una parada obligatoria para los amantes de los gustos clásicos. Y es que este local ha logrado revalorizar, y de qué manera, una vianda tan convencional como el champiñón. En su cocina, este hongo se hace a la plancha, se aliña con salsa de ajo y aceite, se presenta sobre una base de pan y se corona con una gamba. Una propuesta simple, sin artificios y sabrosa. Incluso hay una técnica para degustarla sin mancharse: retirar el palillo por la base del pan.
  • Taberna del Tío Blas. Un mostrador rebosante de un sinfín de tapas y exquisiteces capta la atención sensorial inmediata de quien entra a este local. Dicho mostrador constituye un delicioso homenaje a la variedad, la cual es una invitación en toda regla a la dubitación. Cazuela de migas con huevos fritos, foie a la plancha, croquetas de jamón ibérico, huevos rotos con setas, bolas de marisco... Un amplio espectro de elaboraciones, que se aconseja maridar con un buen Rioja, pues para eso estamos en la cuna de este vino.
  • Donosti. Contundentes, sabrosos, rotundos y con un toque innovador son adjetivos que definen muy bien los bocados que propone Donosti. Este bar, otro de los epicentros del tapeo de esta concurrida calle, trabaja una carta tan variopinta como demandada, la cual incluye irresistibles manjares como solomillo al roquefort o a la pimienta, embuchado de cabrito, foie fresco con confitura de pétalos de violeta o tostas de queso de cabra. Pero su receta más demandada son los 'cojonudos' –chorizo, acompañado de huevos de codorniz y pimientos­­–, que son una auténtica institución y despiertan suspiros entre los riojanos.
  • Sebas. Sebas apuesta por los sabores clásicos del recetario español, por recetas tradicionales que incluyen productos de la despensa riojana y por gustos simples y muy reconocibles por cualquier comensal. Y es que en la barra de esta cantina logroñesa se dejan ver bocados como la tortilla de patata. Claro que los pimientos rellenos de carne, rebozados y acompañados de salsa son la receta más demandada.
  • Jubera. El fuerte de la carta de tapas de este bar es uno de los sabores más reconocidos por los paladares patrios: las patatas bravas. Para ser exactos, son más bien mixtas, pues llevan, además de salsa brava picante, mayonesa. Cortadas de forma irregular y servidas en cazuelas de barro, constituyen uno de los bocados con más notoriedad de esta popular calle.
  • Tahití. No se puede finalizar este suculento periplo sin hablar de la tortilla de patatas de este asador. La singularidad de dicha elaboración radica en que es similar a una terrina de huevo y patatas confitadas, carente de cebolla y hecha en aceite de girasol. El resultado no admite descripción y solo es posible valorarlo saboreándola.

En Logroño, el paraíso gastronómico tiene nombre propio: calle Laurel. Esta popular vía se ha convertido en la ubicación de referencia para degustar los sabores riojanos y patrios más tradicionales; un templo de la tapa y de la cocina en miniatura. Aunque los orígenes de dicha calle son austeros, pues por entonces solo tenía unos pocos bares que servían vino de la tierra y discretas raciones de queso y embutido, hoy es la travesía por excelencia del buen comer y un lugar de peregrinación casi obligado tanto para los logroñeses como para los que están de visita en la ciudad.

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