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Sándwiches saludables y sabrosos para hacer en casa
  1. Gastronomía y cocina
delicias en dos rebanadas

Sándwiches saludables y sabrosos para hacer en casa

Mixto, vegetal, caprese, croque-monsieur... Los sándwiches constituyen una opción rápida, saludable y sabrosa. Elaboraciones versátiles que admiten entre pan y pan un universo de sabores y texturas

Foto: Sándwich de queso a la parrilla.
Sándwich de queso a la parrilla.

Salva una cena, pone el sabor a una merienda, constituye el tentempié de media mañana o ejerce de suculento anfitrión de un evento al aire libre. Y es que el sándwich es una de las elaboraciones más socorridas que ha dado la gastronomía, curiosamente, inglesa. Cuenta la historia que la idea de este emparedado surgió en el siglo XVIII, cuando John Montagu, IV conde de Sandwich –de ahí el nombre de esta elaboración– ordenó servir la carne de su cena entre dos rebanadas de pan para poder continuar con su partida de naipes sin ensuciarse las manos. Desde luego, poco imaginaba este aristócrata aficionado al juego que su costumbre de comer los alimentos entre dos rebanadas de pan acabaría convirtiéndose en uno de los bocados más suculentos y consumidos a lo largo y ancho del planeta.

El sándwich es una de las elaboraciones más socorridas que ha dado la gastronomía inglesa

Asimismo, esta elaboración tan universal puede vanagloriarse de ser una de las más variadas y versátiles, pues admite la inclusión entre rebanada y rebanada de un sinfín de viandas y combinaciones, tantas como comensales. De hecho, la popularidad de esta delicia es tal que no solo tiene onomástica propia (3 de noviembre), sino que muchos países han ideado su propia versión e incluso hay composiciones que se han convertido en clásicos a lo largo y ancho del mundo. En nuestro país, este emparedado forma parte indiscutible del recetario, del que existen cientos de preparaciones que enriquecen y dan sabor a la dieta. Veamos algunos ricos ejemplos.

Un universo de posibilidades

  • Mixto. Mantequilla, pan, jamón dulce y queso son los ingredientes que conforman este sándwich, que es típico servir caliente. El sabor de este clásico, que en Cataluña denominan 'bikini', es uno de los más reconocibles para nuestro paladar. A priori, su elaboración parece sencilla, pero no lo es, pues lograr que el queso quede con un fundido elástico y no chicloso o dar el grado exacto de tueste de las rebanadas y que estas muestren un apetecible tono dorado tiene su técnica. Los entendidos dicen que para conseguir un mixto sabroso y crujiente es aconsejable untar ambas rebanadas con mantequilla. Además, es importante incluir un jamón artesano de charcutero, utilizar un queso tipo cheddar, gouda, mozarella o emmental, pues funden mejor, y en cantidades generosas. A la hora de tostar, es más recomendable hacerlo sobre la plancha o en la sartén que en la sandwichera.
  • Vegetal. Este emparedado es la quintaesencia de las versiones saludables, pues suele incluir un amplio espectro de verduras y alimentos hipocalóricos (tomate, lechuga, cebolla, huevo, queso...), cuya elección está en función de los gustos personales del comensal. La única regla que existe a la hora de elaborarlo es introducir entre pan y pan una proporción adecuada de ingredientes, los cuales se aconseja colocar en el centro. El objetivo es que dichos ingredientes no se resbalen por la parte de abajo cuando presionamos para comerlo.
  • Croque-monsieur. Desde su invención en un café del bulevar de las Capuchinas de París en 1910, esta versión es la más típicamente tradicional de la gastronomía francesa. Incluye pan de molde, queso (principalmente gruyere o emmental) y jamón, y se suele servir con bechamel gratinada. Incluso existe la variante 'femenina', croque-madame, que igualmente lleva entre pan y pan jamón y queso, pero está coronada con un huevo frito.
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  • Montecristo. Esta vianda lleva siglos alegrando los paladares americanos. En líneas generales, puede considerarse la versión rebozada del sándwich mixto y pariente lejano del croque-monsieur. Incluye jamón, fiambre de pavo, queso y, a diferencia de las citadas preparaciones, pan de molde bañado en huevo batido. Suele hacerse sobre la parrilla o en la sartén. Y es habitual servirlo acompañado de jarabe de arce, frutas frescas o salsa de mostaza.
  • Hawaiano. Sabor chispeante, jugosidad y un adecuado equilibrio entre dulce y salado es lo que caracteriza a esta exótica versión. El ingrediente principal es la piña (si es caramelizada, mejor), que se hace acompañar de jamón cocido y queso. Una propuesta sin demasiadas florituras e idónea para los amantes de los contrastes gustativos y de los sabores diferentes.
  • Caprese. Oriundo de la isla italiana de Capri, este emparedado constituye una opción saludable para saborear en cualquier momento del día y, además, rebosante de sabor. Queso mozarella, tomate fresco, hojas frescas de albahaca, aceite de oliva y salsa pesto (queso rallado, aceite de oliva, ajo y albahaca) son los ingredientes que integran esta versión colorida, la cual permite saborear Italia a bocados.
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  • Francesinha. El sándwich típico de Portugal es una apuesta contundente, no apta para estómagos delicados. Aunque hay muchas versiones, la más conocida es la de Oporto. En líneas generales, está formada por una gran base de pan cubierta de mortadela, de jamón cocido, de chipolata (un tipo de salchicha fresca), de filete de cerdo o de ternera. Dicha base se corona con otra rebanada de pan de molde cubierta con generosas cantidades de queso gratinado y regada con una salsa a base de tomate, picante y cerveza. Acompañada de patatas fritas, es como mejor sabe.

Salva una cena, pone el sabor a una merienda, constituye el tentempié de media mañana o ejerce de suculento anfitrión de un evento al aire libre. Y es que el sándwich es una de las elaboraciones más socorridas que ha dado la gastronomía, curiosamente, inglesa. Cuenta la historia que la idea de este emparedado surgió en el siglo XVIII, cuando John Montagu, IV conde de Sandwich –de ahí el nombre de esta elaboración– ordenó servir la carne de su cena entre dos rebanadas de pan para poder continuar con su partida de naipes sin ensuciarse las manos. Desde luego, poco imaginaba este aristócrata aficionado al juego que su costumbre de comer los alimentos entre dos rebanadas de pan acabaría convirtiéndose en uno de los bocados más suculentos y consumidos a lo largo y ancho del planeta.

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