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Así es como debes servir (y beber) la sidra, la cerveza y el vino
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Así es como debes servir (y beber) la sidra, la cerveza y el vino

Muchas bebidas exigen un ritual a la hora de servirlas. Por lo tanto, conviene respetarlos si queremos apreciarlas en todo su sabor y no cometer errores comunes.

Foto: (iStock)
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Casi todas las bebidas típicas conllevan un ritual que no podemos pasar por alto si queremos degustarlas conforme a los cánones. El ejemplo más palmario lo tenemos en la sidra, cuyo escanciado es un arte que muy pocos dominan mientras que el resto se limita a contemplar con fascinación. Además, hay mucha sabiduría en torno a la sidra que no todos conocemos. En concreto, ¿sabías que las botellas nunca deben terminarse del todo? A esto se añade que antes de abrirla, debemos moverla un poco para que el sedimento que hallamos en el fondo, y que comúnmente se conoce como madre, se mezcle con el resto de la bebida y desaparezca.

Lo cierto es que muchos ignoran por qué se escancia la sidra. Con este procedimiento se pretende que, al golpear el líquido contra el vaso (restallar), se produzcan unas pequeñas burbujas de anhídrido carbónico (llamadas estrellas) que arrastran el aroma de la sidra. Desde la web Sidra Cortina explican el proceso de una manera mucho más poética: el objetivo es agitar la sidra, airearla y “despertar” el gas carbónico que de forma natural se encuentra “adormilado” en el producto. Otra importante regla nos insta a tomar la sidra de inmediato tras su escanciado. Únicamente así degustaremos la sidra en la plenitud de su sabor.

¿Y qué hacemos con los restos? Dado que la costumbre era compartir el vaso, este último poso se empleaba para limpiar la parte del recipiente donde se colocan los labios. Así se considera preparado para acoger la boca del siguiente. Por cierto, no es un vaso del montón el válido para estos menesteres, sino uno con unas medidas concretas, de 12 centímetros de alto y una boca de 9 centímetros.

Altura y perpendicularidad

La posición del cuerpo es crucial para un correcto escanciado. Según los entendidos, éste ha de estar recto, pero sin que ello signifique adoptar una postura rígida. En cuanto a los pies, han de quedar ligeramente separados. Por su parte, el brazo que sostiene la botella debe estirarse al máximo, inclusive por encima de la cabeza. También el brazo con el que cogemos el vaso debe mantenerse extendido y colocado en el centro del cuerpo.

En cuanto tenemos la postura vista para sentencia, nos ponemos a la tarea. Eso sí, el brazo que sujeta la botella ha de estar quieto e iremos inclinando la boca de la botella ayudándonos con la muñeca. Respecto al vaso, hemos de quedar como firmes estatuas y únicamente con la inclinación de la botella se irá buscando el vaso y el chorro. Si quieres pasar de espectador a máximo protagonista de este arte, el único camino posible es la práctica. Lo mejor es que experimentemos con botellas de agua y luego pasemos a mayores con auténtica sidra.

El tiro de la cerveza

Esta bebida se presta, asimismo, al escanciado, aunque más bien deberíamos denominarlo “tirar cerveza”. El tiempo para ello suele ser mayor que el que requiere la sidra. De hecho, para “tirar” una cerveza perfecta, se precisan al menos tres descansos entre una capa y la siguiente. Por lo tanto, no se puede tachar de parsimonia esos 5 y 7 minutos que tardan de media los hosteleros alemanes en servir una buena cerveza.

Un truco para averiguar si la cerveza ha sido correctamente servida son los conocidos como “encaje de Bruselas". Hablamos de unos aros de espuma que se quedan marcados en la copa después de cada trago.

Por otro lado, en Estrella de Galicia nos muestran los pasos perfectos para tirar una caña de las que solemos tomar en España:

  1. La preparación. Se refresca la copa con el moja copas, generando una ligerísima película de agua que permita que la cerveza se deslice con suavidad.
  2. El descarte. Se abre el grifo de un solo movimiento de manera que el primer golpe de espuma caiga en la bandeja. Nunca debe caer en la copa.
  3. La inclinación. Se inclina la copa 45º y se deja que la cerveza se deslice suavemente en su interior.
  4. La precisión. A medida que la copa se llena, se va llevando a posición vertical. Cuando la cerveza alcanza las tres cuartas partes de la copa, se cierra el grifo de un solo golpe.
  5. La coronación. Se abre un cuarto del grifo y se deja caer sobre la cerveza un fino hilo de crema (no espuma). Cuando esta alcance el borde de la copa, se cierra el grifo de un solo golpe.

Y mucho cuidado con ciertas afrentas a la cerveza como congelar los vasos en los que se servirá, pues altera su sabor. Tal y como explican los expertos de Brewers Association, podemos acabar saboreando una cerveza con cierto sabor a comida, pues es difícil que exista un congelador dedicado exclusivamente a enfriar vasos para bebidas. Así, el hielo pegado a la copa tiene la facultad de absorber los sabores de los productos cercanos Lo cierto es que contra esta costumbre existen infinidad de argumentos en la red; algunos nos parecerán muy lógicos, y otros, no tanto.

El vino, inmóvil

Mientras la sidra y la cerveza aceptan cierto movimiento, en el vino está desaconsejado. Por lo tanto, en su consumo no debemos olvidar que el vino no desea que lo movamos ni manipulemos en exceso. Esta cautela es para evitar que las posibles partículas o posos del vino se queden en suspensión.

Antes de servir la sidra conviene agitar la botella para que el sedimento conocido como "madre" se disuelva

Según explican en la web Cultura del Vino, la temperatura óptima para servir el vino permite apreciar todos sus matices y sus aromas, pero no podemos hablar de una temperatura concreta válida para todos los vinos, pues varían. Así, los rosados jóvenes deben consumirse entre 7º y 10º, mientras que los tintos Gran Reserva entre 16º y 18º. “Si la temperatura es demasiado baja, los aromas no se desarrollarán correctamente, sentiremos aspereza en la boca y las papilas encargadas de percibir el gusto se adormecerán por el efecto anestésico del frío, quedando incapacitadas para hacer su función. Si por el contrario, la temperatura es demasiado elevada, se potenciará el sabor alcohólico y la percepción de los azúcares presentes en el vino, por lo que su correcta degustación se verá también adulterada”, detallan en este sitio de expertos.

Casi todas las bebidas típicas conllevan un ritual que no podemos pasar por alto si queremos degustarlas conforme a los cánones. El ejemplo más palmario lo tenemos en la sidra, cuyo escanciado es un arte que muy pocos dominan mientras que el resto se limita a contemplar con fascinación. Además, hay mucha sabiduría en torno a la sidra que no todos conocemos. En concreto, ¿sabías que las botellas nunca deben terminarse del todo? A esto se añade que antes de abrirla, debemos moverla un poco para que el sedimento que hallamos en el fondo, y que comúnmente se conoce como madre, se mezcle con el resto de la bebida y desaparezca.

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