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Tres comidas que resultan perfectas para tomar en los días lluviosos
  1. Gastronomía y cocina
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Tres comidas que resultan perfectas para tomar en los días lluviosos

Este fenómeno climatológico no es del gusto de todos, pero visto a través de la ventana de nuestro comedor puede añadirle un extra a determinadas preparaciones típicas

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España es, después de Grecia, el segundo país de la Unión Europea en el que menos llueve al año. Una media nacional de 80 días (aunque en San Sebastián son 140 y en Las Palmas solo 20), según datos de la Agencia Estatal de Meteorología. Esto provoca que la mayoría de nosotros no esté acostumbrado y que solo la veamos como un evento climatológico que, aunque necesario, nos estropea el día.

"Me encanta la lluvia". Sí ya, eso no se lo cree nadie. Al menos, nadie que haya tenido que ir andando al trabajo a las 8 de la mañana mientras diluviaba y su paraguas de 1,5€ del chino no hace lo que debería. Horas mojado en la oficina incapaz de entrar en calor porque nuestra compañera se niega a subir la temperatura: "Me estoy asando", pero no se quita el forro polar. No, la lluvia es un asco. Otra cosa muy diferente es estar un sábado viendo caer lluvia helada a través de la ventana y con un plato caliente puesto en la mesa. Pero que conste que eso no es que nos guste la lluvia, sino que nos gusta ver llover.

Pero, bueno, si apreciamos mucho esos momentos familiares frente a un mundo congelado en la comodidad de nuestro hogar, la elección correcta de un plato de la gastronomía típica española es muy importante. Si elegimos alguno de esta lista, el éxito está asegurado.

Cocido madrileño

Aunque cualquier plato de cuchara nos valdrá, los tres pases de un cocido madrileño tradicional le añaden un extra. Importante: fideo fino. Jamás deberemos usar otro tipo si no queremos encontrar ante nosotros una abominación de plato (es terrible comer ese caldo con estrellitas o peor aún, sémola de arroz). La tradición dicta que en cada casa se hace diferente. En ocasiones con ingredientes inesperados como, por ejemplo, morcilla dulce. Para prepararlo siguiendo el canon deberemos hacer lo siguiente:

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Ingredientes:

  • 300 g de garbanzos
  • 400 g de morcillo
  • 200 g tocino
  • 2 huesos de jamón
  • 2 huesos de caña con tuétano
  • 3 chorizos
  • 150 g de gallina
  • 150 g de fideos finos
  • 3 patatas
  • 2 zanahorias
  • Agua
  • Sal

Elaboración:

Remojar la noche anterior los garbanzos. Con agua nueva, pondremos a cocer las carnes sin sellar y los huesos a fuego medio, retirando la espuma que se forme en la parte superior. Cuando rompa a hervir, es el momento de añadir los garbanzos escurridos y lavados. En una olla aparte, coceremos las verduras hasta que estén blandas, con un toque de sal. Tras tres horas, los garbanzos y las carnes estarán listos. Retiraremos estos ingredientes del caldo, el cual filtraremos y lo devolveremos a la olla para añadirle un puñado de fideos. Tras tres minutos estará listo para comer.

Sopa de pollo

Tal vez sea una receta infravalorada debido a la expansión de la sopas instantáneas de microondas basadas en el glutamato monosódico (que serán malísimas para nosotros, pero están riquísimas). Un auténtico caldo de pollo, filtrado o no, es un plato típico de emergencia. Además, no pierde ni propiedades ni sabor al congelarse, por lo que hacer grandes cantidades y conservarlas para situaciones de desesperación (ya sean por el frío o por tener una nevera vacía) es una opción más que viable.

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Ingredientes:

  • 1 carcasa de pollo
  • 2 traseras de gallina
  • 1 puerro
  • 1 cebolla
  • Agua
  • Sal
  • Fideos finos

Elaboración:

Muy fácil: pelar las verduras, meter todo en la olla y cubrir con agua. Es muy importante que, al contrario que en un guiso, no sellemos la carne, dado que nos intersa que pierda todo el agua posible (llena de sabor) y pase a formar parte de la sopa. El tiempo de cocción son 2 horas, aunque nuestro olfato siempre será el mejor guía.

Huevos fritos con chorizo

Aglunos dirán (con toda la razón del mundo) que este plato encaja a la perfección cualquier día del año. Otros, en cambio, mantendrán que es el plato perfecto para comer en un puerto de montaña, en pleno invierno, mientras nieva. Para nosotros, mojar un trozo de chorizo frito en la yema de un huevo perfectamente hecho es una experiencia fantástica que se convierte en extraordinaria si llueve fuera de nuestra casa.

Sí, todos somos conscientes (por mucho que determinadas personas intenten defenderlo a ultranza) de que este plato es una bomba de calorías y colesterol (según la Base de Datos Española de Composición de Alimentos, una ración de este plato -con dos huevos- contiene 693 kcal y 872,6 mg de colesterol, una barbaridad). Pero a la hora de darnos un capricho, es un claro favorito para ser elegido.

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Foto: iStock.

Ingredientes:

  • 2 huevos
  • 100 g de chorizo para cocinar
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal

Preparación:

Cortaremos el chorizo en porciones aproximadas de 3 cm de longitud, para luego dividirlo en dos partes de forma longitudinal. En una sartén (recomendamos que sea pequeña para utilizar menos aceite y tener más control del huevo) vertiremos medio dedo de aceite de oliva virgen extra que calentaremos a fuego medio hasta que, al mover la sartén, su viscosidad sea completamente líquida (como la del agua) y empiecen a aparecer pequeñas burbujas (pero que jamás llegue a humear). Colocaremos con cuidado los trozos de chorizo en el aceite, dejándolos por cada lado no más de 1 minuto, hasta que su capa más externa pase de tener el característico color rojo a un tono más dorado. Una vez hechos, los apartaremos, y sin retirar el aceite que ya teníamos, añadiremos un dedo de AOVE más. Cascaremos los huevos teniendo cuidado de no romper la yema, dejaremos que caigan en el centro de la sartén y los salaremos. Después, con una espátula, los mantendremos concentrados en la parte central (en la medida de lo posible) y, con precaución, lanzaremos a la parte de la clara superior aceite caliente, con cuidado de que no toque la yema. Una vez hechos (y con burbujas crujientes en sus márgenes) los sacaremos de la sartén y serviremos.

España es, después de Grecia, el segundo país de la Unión Europea en el que menos llueve al año. Una media nacional de 80 días (aunque en San Sebastián son 140 y en Las Palmas solo 20), según datos de la Agencia Estatal de Meteorología. Esto provoca que la mayoría de nosotros no esté acostumbrado y que solo la veamos como un evento climatológico que, aunque necesario, nos estropea el día.

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