El mosto, la bebida tradicional sin alcohol llena de antioxidantes

Mucha gente obvia por completo su existencia, pues otra bebida milenaria ha conseguido robarle el protagonismo durante siglos: el vino. Sin embargo, el mosto sigue amparado por una tradición que se mantiene inalterable al paso del tiempo y que adopta como principal atractivo sus muchas propiedades nutricionales. Y es que, para aquellos que todavía no lo sepan, el mosto es el zumo de uva que se obtiene tras exprimir y prensar dicha fruta procedente de la vid. Un líquido muy aromático y de sabor dulce que resulta un poco desagradable para algunos paladares. ¿El motivo? Las partículas en suspensión que incluye, como la piel o las semillas. Elementos que aportan al jugo todos sus beneficios.

En cuanto a su relación con el vino tradicional, el mosto es una de las primeras etapas de la elaboración del mismo. No obstante, las uvas se recogen antes de que haya comenzado la fermentación y los azúcares se hayan transformado en alcohol. Aunque es cierto que en algunas zonas de España, como la Baja Andalucía -más concretamente Huelva y Jerez-, el mosto es el nombre con el que también se conoce al vino nuevo sin crianza pero ya fermentado, que presenta un grado alcohólico que ronda el 12%. Asimismo, el mosto de uva también participa, aunque en menor proporción, en infinidad de bebidas como las sidras comerciales, los vinos dulces o los zumos de piña y melocotón.

Tipos de mosto

Antes de enumerar las propiedades nutricionales que caracterizan al mosto, es fundamental distinguir los tres tipos que habitan en el mercado: simple, concentrado y sulfatado. El primero, como su propio nombre indica, es el resultado del prensado de la uva en fresco; el segundo se obtiene de la deshidratación del mosto simple; mientras que el sulfatado surge tras la conservación del mosto simple a base de oxígeno y sal de potasio o azufre.

Todos ellos requieren una selección exhaustiva de las uvas, que deben estar enteras -para aprovechar el líquido de su interior-, maduras y totalmente limpias, pues los agentes externos que pueden participar en la elaboración condicionan el resultado final del jugo. Además, la temperatura del mosto no debe superar los 20 grados y el estrujado debe realizarse con mucha suavidad, de esta forma se evita la extracción del aceite de las semillas. Bajo esta premisa, ¿que beneficios nos aporta el mosto?

Una bebida de alto poder antioxidante

El mosto está compuesto principalmente de agua, que representa entre un 70% y un 80% del contenido; polifenoles que pertenecen a la piel y las semillas de la uva, en especial los flavonoides, los taninos y los antocianos; y azúcares naturales como la glucosa y la fructosa. Aunque también encontramos sustancias minerales, ácidos orgánicos, enzimas y vitaminas. Esta combinación da como resultado una larga lista de beneficios, siempre y cuando no se consuma en exceso:

• Los flavonoides antes expuestos protegen nuestras células del envejecimiento gracias a su poder antioxidante.
• Además, estos compuestos de origen vegetal previenen las enfermedades coronarias y mejoran la circulación sanguínea.
• Otra de las sustancias presentes es la vitamina E, que se encarga de regenerar los tejidos del organismo y mantener las células en perfecto estado.

En pequeñas dosis, el mosto de uva puede combatir el cansancio y mejorar el estado de ánimo

• Un estudio realizado por la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, y publicado en la revista ‘Circulation’ asegura que el zumo de uva o mosto tinto retrasa la oxidación del colesterol malo o LDL, reduce la agregación plaquetaria y disminuye el riesgo de trombos que obstruyen las arterias.
• Su alto contenido en polifenoles y taninos también actúa como antiinflamatorio.
• El potasio es uno de los minerales más abundantes en la uva, sobre todo si es tinta. Su consumo ayuda a eliminar los desechos orgánicos, estimula los movimientos del intestino, regula la presión arterial y mantiene el equilibrio ácido-alcalino.
• En pequeñas dosis, el mosto puede combatir el cansancio y mejorar el estado de ánimo. Un efecto que nace de la unión de los carbohidratos y las vitaminas del grupo B de la uva.

Cómo hacer mosto casero

Es tal la fama que acompaña a esta bebida que muchos consumidores se atreven a elaborarla desde la comodidad de su casa. Un proceso muy sencillo, similar al que experimentan otro tipo de frutas como la naranja o la granada, por ejemplo. Basta con disponer de una gran cantidad de uvas, que cumplan los requisitos antes expuestos, y prensarlas. Sin embargo, no todo el mundo tiene en casa una prensa profesional -aunque también sirven las prensas que se utilizan para hacer puré de patatas-. Por ello para preparar la versión casera del mosto basta con incluir entre vuestros enseres culinarios una licuadora. El resultado será un mosto de uva rico en pepitas, pulpa y hollejo. Eso sí, si queréis que el producto sea lo más refinado posible, también podéis filtrarlo con ayuda de un colador.