Albariños, blancos, jóvenes y con interesante recorrido en la botella

Con la vista puesta en la próxima vendimia, a unas pocas semanas en las Rías Baixas, es éste un momento estupendo para disfrutar de los jóvenes albariños de la pasada añada, la 2018, tras varios meses en botella desde que salieran al mercado, por lo general, durante el primer trimestre de este año. Semanas en las que estos vinos han ido evolucionando, desarrollando aromas en un primer momento discretos a causa de una acidez punzante y avasalladora. Para nada negativa, que quede claro, pues es la característica principal de la uva albariño y por ello la deben preservar.

Pongámonos en situación. Los blancos jóvenes de albariño que nacen en esta zona gallega se definen por su frescura y acidez gracias a unos aromas cítricos, herbáceos, florales y con ciertos matices de manzana y fruta de hueso, unas notas éstas últimas que van a ir apareciendo con el paso del tiempo.

Una cuestión, el tiempo, que añade más interés a estos vinos. Porque la capacidad de crecer y evolucionar no se debe solo al contacto con la barrica; los albariños vienen demostrando hace tiempo que es ese carácter propio de la variedad el que le aporta longevidad y con ello la posibilidad de desarrollarse en la botella ganando en complejidad, riqueza aromática e incluso untuosidad en algunos casos.

Son vinos jóvenes, elaborados en depósitos de acero inoxidable, que en nunca tocan la madera

Es importante tener claro que hablamos de vinos jóvenes, elaborados en depósitos de acero inoxidable, que en ningún momento tocan la madera y cuya vocación inicial es ser consumidos en un breve periodo de tiempo. Aunque elaboraciones que, por esa acidez referida que les es propia (pero que no todos los paladares admiten), con el paso de los meses van demostrando cómo evolucionan positivamente dentro de la botella.

Otro motivo por el que debemos dejar a un lado la prisa de su consumo, por mucho que se trate de blancos jóvenes, pues ese tiempo de reposo va a proporcionarnos ricas sorpresas gustativas una vez que la viveza de la acidez deja de ser protagonista. Pueden comprobarlo con albariños de este perfil, de añadas ya pasadas, que encuentren en el mercado; sin irnos muy lejos, los hay en plenitud de forma de los años 2015 ó 2016. La prueba les sorprenderá si les dan la oportunidad. Por tanto, la convivencia de varias añadas de un mismo vino en el mercado empieza a ser una realidad que poco a poco va entendiendo el consumidor.

Apuntado esto, no perdamos de vista la añada que nos ocupa porque hace unas pocas semanas era sometida al examen de un panel de catadores profesionales en la XXXI Cata Concurso Rías Baixas Albariño, en la localidad pontevedresa de Cambados.

Los tres mejores

Tras reposar unos meses en la botella desde que salieran a la venta, han sido tres los jóvenes albariños 2018 que han obtenido las mejores puntuaciones (oro, plata y bronce respectivamente) de entre las 59 marcas presentadas. El mejor valorado ha sido Señorío de Rubiós (10,50 €), de la bodega del mismo nombre; seguido de Lagar de Costa (11 €), también de bodega homónima, y Castel de Fornos (9,50 €) en el tercer mejor puesto, buque insignia de Bodegas Chaves. Tres referencias que, sin perder el carácter primario y una destacable frescura, muestran además matices de frutas de hueso y florales, junto a cierta untuosidad que les proporciona amplitud en la boca.

Un trío de propuestas ganadoras que se pueden completar con otros tantos vinos ricos en sensaciones aromáticas y gustativas por las mismas razones, el reposo y la calma de su acidez. Entre ellos, todos de la añada 2018, Bouza do Rei (7,50 € aprox.), LaVal (10,60 €), Albariño de Fefiñanes (13,50 €), o los albariño más jóvenes y emblemáticos de las tres grandes cooperativas de la denominación, Martín Códax (10,50 €)

Terras Gauda (12,90 €), y Condes de Albarei (8 €). Una selección que puede continuar, por añadir algún otro ejemplo, con Pazo Señorans (13 €), Lagar de Cervera (10,25 €) o Quinta de Couselo (11,95 €), agrupados en su caso porque los tres han permanecido en contacto con lías –dentro de los depósitos de inoxidable– en torno a medio año, lo que contribuye a darles complejidad.

Cualquiera de ellos para disfrutar en este momento, pero seguro, también, para disfrutarlos de igual manera si los aguantamos algún mes más en la botella por esas razones antes esgrimidas. Es más, van en aumento las bodegas que elaboran sus vinos jóvenes pensando en que evolucionen con el paso de los meses; esto es, vinos pensados para satisfacer no solo en el corto plazo.