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Crumble, un dulce típico de Reino Unido que aúna tradición y modernidad
  1. Gastronomía y cocina
POSTRES BRITÁNICOS TRADICIONALES

Crumble, un dulce típico de Reino Unido que aúna tradición y modernidad

Surgió ante la escasez de alimentos y hoy es uno de los postres más deliciosos. Hay muchas versiones, pero la tradicional es la de manzana, cuya elaboración reclama algunos trucos

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En tiempos de necesidad se agudiza el ingenio. Tanto es así que este ha dado lugar a un sinfín de genialidades a lo largo de la historia. Que se lo digan a los británicos, quienes idearon uno de los dulces más deliciosos y sencillos de la carta repostera: el crumble. No en vano, surgió durante la época de racionamiento de alimentos impuesta por los británicos durante la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de disponer de víveres para los periodos de máxima escasez auspiciados por las potencias del eje, cuya estrategia para vencerlos pasaba por impedir el tráfico marítimo y, por lo tanto, la llegada de provisiones y distintos productos.

En consecuencia, muchos alimentos escaseaban y los ingleses tuvieron que echar mano de ese ingenio a la hora de crear elaboraciones e incluso 'tunear' las existentes para que cundieran y además alimentaran. Así precisamente nació el crumble, un pastel entonces formado por una sencilla masa hecha con una poca harina sin refinar (precisaba menos que el bizcocho), mantequilla o manteca y azúcar y decorada con una cobertura de frutas, principalmente manzanas. Su textura desmenuzada recuerda a las galletas o las migas de pan y su gusto está repleto de matices, regalando innumerables contrastes al paladar.

A día de hoy, la receta tradicional de este dulce, que tiende a consumirse en los meses invernales, recién hecho y caliente, se mantiene, pero se le han incorporado (bienvenidos) acompañantes como las natillas, el helado, la nata e incluso las compotas de frutas. Sea como fuere, lo cierto es que actualmente es uno de los más típicamente tradicionales de Reino Unido, cuya popularidad ha traspasado fronteras, dejándose ver en las mesas de otros muchos países, incluido España. Esto ha desembocado en el surgimiento de otras versiones que apuestan por la inclusión de otras frutas, como la cereza, la frambuesa o la pera, y las saladas, como, por ejemplo, las que incluyen ruibarbo, cuyo sabor tampoco desmerece.

Los trucos para un resultado de 10

Asimismo, la elaboración de este dulce inglés no reclama grandes dotes culinarias para lograr un resultado apetecible, pero sí aplicar unos sencillos pasos. Veamos cuáles son.

  • Condimentar la fruta. No es imprescindible, pero adicionarle especias y licores potencia su sabor, imprimiéndole otras notas gustativas y aromas. Además, permiten ahorrar azúcar, que, como bien es sabido, no es el producto más saludable. A la hora de elegir los condimentos, hay tantas posibilidades como gustos: canela, vino dulce, nuez moscada, brandy, zumo de naranja, ponche... Por otra parte, hay que tener en cuenta que las frutas demasiado acuosas, como las fresas o la pera, dificultan que la cubierta del dulce quede crujiente. Para remediarlo, basta con agregar una pizca de harina de maíz.

Surgió en la época de racionamiento de alimentos, para aprovechar los pocos víveres existentes

  • Equilibrar los ingredientes. Lograr una versión gustosa precisa una combinación adecuada de fruta y azúcar. Es decir, si incluimos frutas dulces, debemos agregar menor cantidad de endulzante. De lo contrario, tendrá un sabor muy empalagoso, siendo además mucho menos saludable. Por el contrario, las frutas de sabor más ácido, como la ciruela o los arándanos, reclaman mayor cantidad de azúcar.
  • Incorporar una cantidad de fruta proporcional a la masa del crumble si no queremos que parezca una macedonia de frutas o una masa pobre. Es decir, los pedazos de frutas tienen que cubrir por completo la base, sin lucir abarrotadas ni tampoco en montaña o amazacotadas.
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  • Cocer previamente la cubierta. Una cobertura crujiente y crepitante es la clave del éxito del crumble, que además regala las notas más interesantes al paladar. Para lograrla, lo ideal es cocerla en el horno durante unos minutos, después repartirla entre la fruta y hornearla de nuevo.
  • La mantequilla, la última. La mezcla de ingredientes es uno de los pasos más importantes de cualquier elaboración, de modo que no vale echarlos con desorden o todos a la vez. En el caso del crumble, la mantequilla es el último ingrediente que debemos agregar y además tiene que estar fría. Para integrarla con el resto de los ingredientes, lo mejor es hacerlo con las yemas de los dedos y no removerla en demasía. De lo contrario, no lograremos la textura desmigada que caracteriza y da personalidad a este pastel.

La receta clásica

Aunque actualmente hay decenas de versiones del este postre, la tradicional incluye, tal y como hemos comentado, manzana, que se denomina 'apple crumble'. Esta es deliciosa y además constituye la mejor aproximación a este dulce. He aquí la receta.

Ingredientes:

  • 4 manzanas verdes
  • 2 cucharadas de azúcar moreno

Para la masa:

  • 175 g de harina
  • 110 gramos de azúcar moreno
  • 110 g de mantequilla fría

Para la cobertura:

  • 1 cucharada de avena
  • 1 cucharada de azúcar demerara o morena
  • Natillas
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Foto: iStock.

Elaboración. Precalentamos el horno a 180ºC. Mientras tanto, pelamos y cortamos las manzanas en láminas y las juntamos en un bol con las dos cucharadas de azúcar moreno; mezclamos bien, las extendemos sobre un molde de horno y reservamos. Después, hacemos la masa. Para ello, juntamos la harina, el azúcar y una pizca de sal en un recipiente y mezclamos bien. Cuando los ingredientes estén integrados, agregamos la mantequilla fría y cortada en dados y removemos con la punta de los dedos hasta lograr una textura desmigada. Luego, la vertemos sobre las manzanas y, sobre esta, la avena y el azúcar. Finalmente, horneamos durante 40 o 45 minutos, hasta que la cubierta esté completamente dorada. Dejamos enfriar diez minutos y lo servimos acompañado de natillas.

En tiempos de necesidad se agudiza el ingenio. Tanto es así que este ha dado lugar a un sinfín de genialidades a lo largo de la historia. Que se lo digan a los británicos, quienes idearon uno de los dulces más deliciosos y sencillos de la carta repostera: el crumble. No en vano, surgió durante la época de racionamiento de alimentos impuesta por los británicos durante la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de disponer de víveres para los periodos de máxima escasez auspiciados por las potencias del eje, cuya estrategia para vencerlos pasaba por impedir el tráfico marítimo y, por lo tanto, la llegada de provisiones y distintos productos.

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